Visiones distorsionadas

Por: Félix Alberto Sanz
Nadie quiere escuchar más allá de sus pesares.
Nadie quiere escuchar más allá de sus pesares.

Dani cumplió hace mes y medio los 18, se siente ahogado en su propia bañera, es menos profunda de lo que él imagina, pero la llena a diario de aguas turbulentas y busca en la profundidad de la misma un tesoro que no existe.

Eva cree que se ha equivocado de carrera y se encuentra perdida, no se ve futuro, tampoco quiere mirar. Cada mañana asiste a clase, puntual, pero su cuaderno regresa cada mediodía con tan sólo apuntes de apatía a la habitación que la vio crecer.

A Estela hace unos días que la dejó su novio, le dijo que ya no sentía lo que debía sentir por ella, pero ella intuye que en realidad la dejó por otra, era demasiado cobarde como para quedarse solo.

Aún no se han cumplido las 11 de la mañana y Dani acude a la facultad a sacar a Eva de su monotonía. O eso dice. Eva espera ansiosa a que llegue Dani para hacerle ver que no hay ninguna guerra en la que el mundo entero se enfrente contra él. O eso cree.

Mientras, Estela no quiere levantarse de la cama y cada 10 minutos mira desesperada su móvil para ver si se acuerdan de ella. No se da cuenta de que ella misma se tiene en el olvido.

Turnos de habla

En el bar de moda del campus universitario Eva y Dani comentan sus penas, cada uno ignorando las del otro, se respetan los turnos de habla pero no los de escucha, porque nadie quiere escuchar más allá de sus pesares. Cada vez que uno expresa sus sentimientos al otro, el otro se pone a sí mismo como ejemplo de lo peor del uno.

Estela decide abandonar la oscuridad de su habitación. Decide que un paseo bajo la lluvia y de la mano del frío no le harán más mal que el que ya tiene.

Por un momento, breve, Dani y Eva deciden darse una tregua, deciden reírse aunque no saben bien de qué, pero al menos, por un rato, por un breve espacio de tiempo, se ríen.

Estela camina sin consciencia, dirigiéndose a donde alguien conocido pueda distraerla, aunque sólo sea un poco. Se detiene frente a una cristalera y ve a 2 chavales de su misma edad riéndose, pareciendo felices. Es una felicidad ajena que se clava en lo más hondo de su dolor. Son su ex novio y su mejor amiga riéndose felices, disfrutando de su traición. Es el estoque definitivo a un toro manso herido de muerte.

De regreso a casa, la bañera que Dani llenó con su agua caliente de amargura la acoge desnuda y la cuchilla que Eva afiló con su apatía desgarra sus venas.

En unas horas sonarán los móviles de Eva y Dani y al colgar habrán olvidado sus miserias para morirse de pena. En unos minutos Estela dejará de sentir que su novio y su mejor amiga confabularon contra ella. En unos minutos Estela ya no sentirá nada.

Y es que algunas veces, las cosas no son como creemos verlas

9 comentarios

  1. Siguiendo un consejo, me gustaría apostillar el cuento (que no es más que eso, un cuento) con una serie de preguntas que inviten a la reflexión (que para eso lo escribí, para hacernos pensar):

    ¿Cuántas veces damos por hecho, real y cierto una percepción? ¿ Cuántos rumores (y daño causado por ellos) parten de la percepción errónea de una persona? ¿Cuántas “películas mentales” que nos formamos no se resolverían con una simple pregunta a la(s) persona(s) implicadas?

    Todas los comentarios, respuestas, reflexiones o nuevas preguntas son bienvenidas.

    1. Estoy totalmente de acuerdo contigo, no siempre todo es lo parece, muchas veces nos formamos ideas y sobre todo “películas mentales”, como bian dices, que no nos dejan pensar y ver que la solución este posiblemente en nuestra mano. Yo, a la edad de 16 meses, tuve la mala suerte (o buena, nunca se sabe) de perder el brazo derecho con un cáncer y la verdad nunca en mi vida he pensado que esto me iba a condicionar. Han pasado los años, y han sido muchos (54) y he tenido la suerte de tener una vida plena, tanto emocional como laboral (y que dure). Ahora las personas debemos continuar igual y pensar en positivo (como decia Van Gaal) y creo que todo se solucionara y las cosas no serán tan dificiles como las imaginamos. Enhorabuena por el cuento, me ha emocionado y me ha hecho reflexionar.
      Saludos.

      1. Gracias por tus palabras Juan, a mí me alegra mucho saber que al menos a una persona le ha gustado (y emocionado) el relato.
        Y sobre lo que comentas no puedo más que firmar bajo tus palabras, la manera en cómo afrontamos una situación marca nuestro futuro respecto a ello. Yo digo muchas veces que lo que hoy es un mundo, mañana es un país, pasado una ciudad,… y en unos días es un pequeño rinconcito (o ni eso).
        Saludos y gracias de nuevo.

  2. Hoy voy a discrepar contigo amigo felix. De pequeños deciamos y normalmete no fallabamos, eso de : ” el que lo parece lo es”.

    1. Jesús, más allá de que a la larga nuestras percepciones sean ciertas o no, no está de más comprobar si realmente lo son o son elucubraciones propias.
      Además, no quiero dejar de pasar algo muy habitual (y que está exagerado en el cuento) y es nuestro estado emocional. Cuando estamos bajo el efecto de alguna emoción todo se magnifica y nuestras “películas mentales” pueden convertirse, por arte de magia, en “documentales basados en hechos reales”. Pues cuidado, no sea que no sea así… (recuerda tu chiste de la llave inglesa ;-))
      Un abrazo grande y gracias por disentir.

  3. Ese final de frase da mucho de si…
    Yo siempre he escuchado decir que algunas veces las cosas no son lo que parecen, y las que parecen no lo son. (recalco “algunas veces”)
    y con esto, que cada uno se encargue de ser como es y de transmitirlo. Si alguien te percibe de manera errónea o eres tu el que percibe a alguien o una situación así … hay tarea para rato.
    “”To be continued””
    Un abrazo Félix

    1. Claro que hay tarea para rato Isa, de hecho la hay para toda la vida…
      Gracias por tus palabras. Un abrazo

  4. Muy bueno el relato. Creo que es cierto que las percepciones tienen mucho peligro cuando no se posee toda la información.
    Últimamente veo muchas “visiones distorsionadas” por la forma en que nos comunicamos, whatsapp, twitter…, medios muy ágiles, pero que pueden general malentendidos. Un «tenemos que hablar…», pienso que se percibe mucho peor por whatsapp que si tenemos a la persona enfrente con una sonrisa y un tono despreocupado.
    Espero que de vez en cuanto nos regales algún otro cuento. Muchas gracias

    1. Efectivamente Lola, las percepciones no sólo intervienen en nuestro estado de ánimo si no también (y mucho) en nuestra forma de comunicarnos, bien como emisiores bien como receptores. Cuando además se nos restringe el acceso al lenguaje no verbal de la otra persona (cosas de las nuevas tecnologías, como bien dices ágiles pero limitandas y limitantes) cualquier cosa puede ser malinterpretada y a raíz de ahí, los conflictos que queramos.
      Me alegro de que te haya gustado el cuento, no digo que no vaya a haber más en el futuro pero no prometo nada.
      Gracias a ti por tus palabras

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