“Vilano se fundó en 1957 por los abuelos y los padres de los actuales socios, que aportaron viñas centenarias”, detalla Desiderio Sastre, director general de esta cooperativa con sede en Pedrosa de Burgos (Burgos), que facturó más de 5 millones de euros en 2019 y cuenta con una capacidad de 2,6 millones de kilos. En la actualidad, dispone de 300 hectáreas de la variedad tempranillo.
La cooperativa burgalesa, que en la pasada campaña recogió 1,3 millones de kilos de uva -800.000 kilos menos que el año anterior-, trabaja en el desarrollo de vinos de gama alta, mejora de la estructura de la bodega con la rehabilitación de las zonas más antiguas y la ampliación de los mercados tanto internacionales como nacionales.
Estrategia
En este sentido, la bodega tomó decisiones estratégicas que son visibles tanto en el etiquetado de sus vinos, como en un renovado logotipo. Además, creó delegaciones para las zonas Norte y Sur de España.
El director general de Vilano subraya 2 factores que, a su juicio, sobresalen en desarrollo del sector vitivinícola, como son, en primer lugar, su proceso de expansión tanto en nuestro país como a nivel internacional, lo que “propicia la atracción de importantes grupos inversores”; y, en segundo lugar, el crecimiento controlado de la producción mediante la ampliación limitada y controlada de los derechos de plantación.
Desde su fundación hasta 1999, la bodega fue conocida como Virgen de Fátima, para denominarse posteriormente Bodegas Viña Vilano. Sin embargo, como apunta Sastre “el progresivo crecimiento, la conquista de mercados internacionales y el afán de adaptar la estructura de la compañía a los incipientes cambios sociales”, han propiciado el cambio en su nombre oficial, que ahora es Vilano.
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