Hace unos días, en el programa de radio de Iker Jiménez escuché un debate sobre el uso de inteligencia artificial para la toma de decisiones humanas. El máximo exponente de esta nueva realidad se encuentra en los mercados de inversión: en la actualidad, se calcula que el 70% de las operaciones de compra-venta de valores en los mercados bursátiles está realizado por sistemas automáticos, basados en tecnologías muy sofisticadas de inteligencia artificial.
Pero no es el único ámbito donde se usan programas informáticos que simulan el comportamiento humano (que reciben el nombre de bot, término derivado de robots). Internet está plagado de bots que responden de forma automática ante ciertos impulsos, opinan sobre temas cotidianos, contaminan conversaciones sobre personas, empresas, organizaciones, marcas…
Redes sociales
La máxima sofisticación de estos bots les lleva incluso a establecer diálogos entre ellos, que los hace casi indetectables si están programados con diferentes matices y amplios vocabularios. Muchos perfiles en redes sociales (en especial en Twitter y en Facebook) no tienen detrás a un ser humano, sino que son bots con personalidades digitales complejas y bien estructuradas.
Para rizar el rizo, existe un mercado de comercialización de estos bots, en el que empresas especializadas los ponen a disposición de sus clientes para diversos usos (y, en algunos casos, poco éticos).
Por tanto, los últimos avances tecnológicos han conseguido simular el comportamiento humano hasta hacerlo indistinguible del original. La tecnología ha conseguido simular las acciones humanas, pero la gran paradoja es que no hemos podido aún crear sistemas que entiendan por completo un comportamiento realmente humano.
Como ya reflejaba Luisa Alcalde en una de sus video-entradas más recientes, resulta imposible que un sistema automático sea capaz de detectar los matices de sentimiento que esconde una conversación humana, aunque esté escrita en un medio on line.
La clave reside, principalmente, en la velocidad en ejecutar modelos de comportamiento conocidos: la automatización tecnológica permite tomar decisiones basadas en millones de variables, a partir de una ejecución vertiginosa de algoritmos matemáticos que modelan el comportamiento humano.
Sentimiento
Hay pocos comportamientos humanos que aún no han podido modelarse. Uno de ellos es el sentimiento. Por tanto, ningún sistema automático, independientemente de la velocidad de proceso que disponga, podrá ejecutar algo que no está modelado.
El sentimiento y su análisis aún es patrimonio solo reservado a la humanidad.
No puedo estar más de acuerdo contigo Emilio. Por mi experiencia profesional en el análisis de información originada en internet y medios sociales he de decir, al igual que tú, que el análisis automático del sentimiento de lo que se escribe en internet y medios sociales es a día de hoy imposible. El porcentaje de error es tan elevado que cualquier análisis quedaría totalmente desvirtuado si se aplican análisis automáticos. Además, creo que el coste de investigación en el campo del análisis de sentimiento automático es elevadísimo para cualquier compañía que se dedique a analizar información. En internet basta con analizar a los usuarios activos (que escriben y/o opinan) que mayor impacto generan. Es decir, el análisis de sentimiento debe estar ligado a la “audiencia” a la que puede llegar dicho usuario. Los usuarios con mayor audiencia que escriben/opinan sobre un tema hace que sea despreciable lo que escriban/opinan los que tienen poca audiencia. Pasa algo parecido con los medios de comunicación.
Emilio, creo que has abierto un debate muy interesante con este nuevo post. Enhorabuena ¡¡¡
Gracias, por el comentario, rmoran.
Intento darte la réplica a varios de los temas que lanzas en tu comentario.
En primer lugar, creo que el análisis de sentimiento es el grial que todos los que estamos en este negocio estamos buscando. Incluso el nuevo programa europeo de investigación, el Horizon2020, incluirá una línea específica (Content technologies) para financiar estas investigaciones.
En segundo lugar, creo que ponderar las opiniones por la influencia del emisor tiene su lógica, pero choca con la neutralidad de internet (es decir, el cimiento “democrático”) y dará para otro post y su posterior debate.
Por último, me encantaría que hubiera debate, pero para ello debemos captar comentarios discrepantes, y creo que hay bastante consenso actualmente sobre el tema del sentimiento.