Valdemonjas es una bodega absolutamente singular en el panorama vitivinícola castellano y leonés. Encaramada en lo alto de una loma en el término municipal de Quintanilla de Arriba (Valladolid), ofrece las mejores vistas de la Milla de Oro de Ribera del Duero. Se trata de una bodega autosuficiente, totalmente autónoma, ya que una de las premisas de los propietarios en su concepción fue que no estuviera conectada ni a la red de agua ni a la de electricidad. Y así ha sido.
El edificio cuenta con una cubierta inclinada que permite recoger el agua de lluvia en unos aljibes subterráneos, con un sistema de filtrado y tratamiento para su ulterior utilización. Respecto a la electricidad, la cubierta también posee paneles fotovoltaicos y se utilizan sistemas pasivos de control solar, así como ventilación natural de los espacios, lo que permite prescindir de sistemas de climatización. Únicamente dispone de unos generadores de los que hace uso en caso de que necesite apoyo.
La zona de crianza se ha concebido a imagen y semejanza de las antiguas bodegas subterráneas: una cavidad abovedada, forrada de ladrillo, con 2 metros de tierra por encima para tener una temperatura constante de 18 grados y humedad superior al 80%.
La particularidad del edificio queda constatada con el premio Architizer A+ (conocidos como los Oscars de la arquitectura), obtenido en EE UU. Las autoras del proyecto son Ana Agag y Silvia Paredes, del estudio Bluups, formadas en Foster+Partners de Norman Foster, uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo. El proyecto obtuvo el premio tanto del jurado como del público en unos galardones con trabajos de un centenar de países.
Evolución
Pero vayamos a los inicios de esta bodega. Alejandro Moyano, propietario de Valdemonjas junto a su esposa y sus 2 hijos, es agrónomo especialista en semillas. No tenía vinculación con el mundo del vino hasta que le entró el gusanillo como gerente de Abadía Retuerta en los primeros pasos de esta bodega. Así, en 1997 compró la finca del Pago de Valdemonjas, con 7,1 hectáreas y a la sazón cultivada de remolachas.
Un año más tarde plantó viñedo e inició otros proyectos vitivinícolas, como Pagos del Infante y Lynus, hasta que en 2012 vende su participación en esta última para constituir su propio proyecto familiar en Valdemonjas. En septiembre de 2014 se inicia la construcción de la bodega y un año más tarde se elabora en ella la primera y hasta la fecha única añada íntegramente elaborada en sus instalaciones.
Valdemonjas, con una producción en 2015 algo superior a las 30.000 botellas, tiene como objetivo las 50.000 unidades. “Aspiramos a ser un proyecto pequeño y a hacerlo bien. Siempre quisimos tener una bodega singular”, matiza el propietario.
Marcas
La bodega cuenta con 3 marcas en el mercado de vinos de terruño que expresan el suelo del que proceden dentro de las distintas parcelas de la finca Valdemonjas. El primer beso es un tinto fresco y joven, sin paso por madera. Entre palabras equivaldría al crianza -la bodega no sigue los cánones del Consejo Regulador con sus denominaciones de crianzas y reservas-; y Los Tres Dones, que en palabras de Moyano, “aglutina las 3 virtudes del vino: complejidad, potencia y elegancia”.
La bodega comercializa un cuarto vino, de media hectárea de viñas viejas de lo que se conoce como tempranillo poblacional, no procedente de clones, que posee en la Horra (Burgos), denominado Abrí las alas y del que apenas obtienen 500 botellas. “Son vinos de imagen, de sentimiento, cuyos nombres sugieren lo que se nos antoja que el vino nos quiere decir”, matiza el propietario.
Vinos de terruño
Entre los objetivos de Valdemonjas está la elaboración de vinos de sus terruños más llamativos, englobados en un proyecto denominado Wine Collection. Los 2 primeros son El Patio de Valdemonjas (apenas 550 botellas magnum) y El Balcón de Valdemonjas (300 botellas magnum). Se ha elegido este tipo de botella por ser “muy adecuada para la conservación del vino”, detalla Moyano. En 2015 la bodega exportó el 57% de su producción, principalmente a Suiza, México, Dinamarca y Bélgica; y de forma más testimonial, “aunque nos sentimos muy orgullosos”, a Australia.
Enológo
“Yo ejerzo de enólogo de a pie, pero tengo mis limitaciones”, sostiene Alejandro Moyano, propietario de Valdemonjas, quien asegura que cuando llegó “al límite de mis posibilidades” se lanzó a la búsqueda de un enólogo que asesorara a la bodega. Y lo hizo a través de Internet. Tras descartar España “porque los grandes enólogos ya tienen proyectos en marcha”, y Francia, “porque en Ribera del Duero ya hay varios enólogos franceses que han aportado su visión de esta zona”, centró sus pesquisas en Italia, “donde hay grandes vinos”.
Y dio con Luca D’Attoma, que nunca había trabajado en España y que ha obtenido 100 puntos Parker en 2 ocasiones y con 2 vinos distintos. De los 100 mejores vinos de Italia, sitúa 3 entre los 5 mejores. D’Attoma no sólo respondió a Moyano, sino que vino a visitar Valdemonjas y se quedó maravillado con el viñedo viejo de La Horra. De eso hace ya 5 años y desde entonces ayuda y asesora a la bodega. “Nos aporta un toque de frescura y de fruta, con menos intensidad de madera”, precisa Moyano.
La bodega, que en esta campaña ha necesitado establecer sistema de cupos para la distribución de sus vinos, también es especial en las etiquetas de sus tintos, diseñadas por Pati Núñez, primera mujer que ganó el Premio Nacional de Diseño Gráfico en 2007.
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