Asistí con expectación a la toma de posesión como decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid de Javier Castán, doctor en Historia del Arte y director de la Cátedra de Historia y Estética de la Cinematografía, que es la segunda más antigua de Europa después de la de Pisa (Italia). Pero para mí Javier es sobre todo nuestro erudito asesor en el Ciclo la Economía y la Empresa en el Cine, que organizamos Castilla y León Económica y el Colegio de Economistas de Valladolid, donde ya hemos proyectado 3 películas (Las uvas de la ira, Syriana y Malas noticias) que nos han servido para reflexionar en posteriores debates sobre los actuales acontecimientos económicos. Y digo que acudí con curiosidad a esta solemne ceremonia tanto por el escenario de la misma, el Aula Triste del Palacio de Santa Cruz -llamada así porque antiguamente era el lugar donde se celebraban los exámenes-, como por conocer los ritos de ese mundo paralelo como es el universitario, del que siempre criticamos que vive de espaldas a la sociedad y, sobre todo, al ámbito empresarial, pero a la vez apenas nos esforzamos por conocer más de cerca.
Mi conmoción fue mayúscula, no por la historia que encierra ese histórico edificio que data de 1486 -aún no se había descubierto América y en la Península Ibérica sobrevivía el agónico reino nazarí de Granada- sino por el discurso reivindicativo de Javier Castán, quien en un mundo muy tecnificado y obsesionado con la economía reclamó que no se dé la espalda a las humanidades y que se siga apoyando la continuidad de estos estudios porque las sociedades más avanzadas y desarrolladas son las más cultas. Y también alertó de que en una época de recortes y preocupados por la insoportable tasa de paro juvenil, algunas carreras de Letras corren el riesgo de ser suprimidas.
Comparto totalmente las palabras de Javier Castán, ya que precisamente uno de los objetivos que nos hemos marcado en Castilla y León Económica en los 2 últimos años ha sido enlazar el mundo de la empresa con el de las artes, la historia y la música pues, como nos gusta decir a modo de eslogan, Hay vida más allá del balance.
Por eso, estamos organizando el Ciclo la Economía y la Empresa en el Cine, conciertos de música y visitas a museos y bibliotecas históricas, porque creo que esos conocimientos nos pueden ayudar, y mucho, en la gestión diaria del negocio al ampliar nuestros horizontes y comprender mejor el período en el que vivimos, que es como decir entender el actual mercado.
Empresarios
A lo largo de estos años he conocido a empresarios y directivos aficionados a la historia, el arte e incluso la filosofía, en los que he observado que ese saber se aplica, aunque no sean conscientes, en la forma de dirigir sus compañías y en el diseño de las estrategias.
Generalmente, esas personas llevan las riendas de sus negocios con una perspectiva más caleidoscópica, con una visión más global y a largo plazo, con una mayor capacidad de adaptación y con referencias tanto históricas como culturales que les ayudan a entender mejor el cambiante entorno, porque al fin y al cabo otras generaciones anteriores vivieron situaciones similares. El ejemplo más claro de esa forma de entender la gestión es Steve Jobs, fundador de la que ha llegado a ser la compañía más rentable de la historia, quien siempre defendió que en Apple debía de existir un cruce entre humanidades y ciencias.
Ya sé, como le gusta decir al sector financiero, que lo que no son cuentas son cuentos, pero es que hay cuentos (historia y cultura) que ayudan a conseguir abultadas cuentas de resultados.
Es curioso que hables de esto Alberto. El otro día estaba hablando con un familiar que precisamente me comentaba que su hija, 18 años recién cumplidos, había elegido finalmente cursar la licenciatura de historia. Ante lo cuál, yo le miré sorprendido y le dije: ¿pero qué futuro tiene eso en una sociedad cada vez más tecnológica y dominada por la economía? No pude evitarlo y leyendo tu artículo caigo en la cuenta de mi gran error. No podemos vivir de espalda a esto y centrarnos en estados financieros e indicadores única y exclusivamente. Al fin y al cabo la Economía no deja de ser una ciencia social.
Un abrazo