El Gobierno de la Nación -a través del ministro Montoro- ha anunciado una nueva subida de impuestos en 2017 como receta a los problemas presupuestarios del Estado. Cuando las empresas entran en crisis no tienen esta posibilidad. ¿Se imaginan? “Como no vendo, pues subo los precios”. No, las empresas lo que hacen es cambiar, especialmente a través de la mejor organización de sus recursos -humanos y financieros- esforzándose por encontrar alternativas que aporten valor al negocio.
Reconociendo que no todas las recetas de la empresa valen para gestionar un país, no es menos cierto que existen algunas técnicas en gestión que pueden ser aplicables del mismo modo. Por ejemplo, la racionalización de los procesos y los recursos humanos. Bajo mi punto de vista, no siempre la subida de impuestos tiene la consecuencia de una mayor recaudación. Quizás sí en el corto plazo (pan para hoy y hambre para mañana) pero no a nivel de estrategia país.
Racionalizar la Administración
Por otro lado, lo que nunca hemos intentado en serio es racionalizar el aparato administrativo, provocando un gran cambio en la gestión de los recursos internos de modo que realmente exista una productividad y efectividad administrativa ante los ciudadanos y, particularmente, hacia las empresas.
Como dice un amigo mío: “parece que no hemos tenido una verdadera crisis”, y a fe que no le falta razón en cuanto a que la crisis sufrida no ha servido para realizar cambios importantes en la Administración. A día de hoy, se hace cada vez más difícil aportar desde el sector privado los recursos necesarios para mantener a un fantasma cada vez más pesado e ineficiente. Mi propuesta es la contraria: en lugar de subir los impuestos para mantener el elefante del gasto público, debemos cambiar el tamaño (lógicamente a menor) y la eficiencia de las distintas administraciones que deberían hacer más sencilla la actividad empresarial (y no al revés).
Duplicidades, enorme y farragosa normativa, personal funcionarial poco motivado, dificultades para la movilidad geográfica, escaso control sobre la actividad de la Administración, posicionamiento superior en jerarquía de la Administración sobre el ciudadano, etc., son aspectos sobre los que nunca se ha estudiado en profundidad y sin duda podrían suponer un gran ahorro de costes para el Estado y, sobre todo, generar una mayor productividad.
Ambiente propicio
Del lado de los ingresos, falta voluntad política para entender que lo que tienen en su mano es la creación del marco óptimo para que las empresas crezcan y generen empleo, apostando por la generación de un ambiente propicio para la actividad económica que desembocaría en un mayor crecimiento de riqueza para nuestro país. Se echa en falta la imaginación constructiva en la política; subir impuestos se le ocurre a cualquiera.
Lo que es más difícil es el cambio interno, y como los gobiernos son los que promueven las normas, de momento no quieren leyes para cambiar su propio funcionamiento. Si seguimos así, como dice el refrán: “tanto va el cántaro a la fuente, que a lo mejor se rompe”, eso sí luego algunos hacen como que lloran cuando las empresas cierran o se van.
Lo cierto amigo Eduardo es que tratamos juntos con mucha frecuencia el tema de la elefantiasis administrativa de nuestro pais. Y lo hacemos por que España podría y debería ser una de las naciones más prósperas del mundo.
Uno de los pilares que sostienen esta afirmación es la creatividad y capacidad para el emprendimiento productivo sostenible de los españoles, lo cual es una realidad histórica.
Sin embargo caemos tambien históricamente en un clientelismo teratógeno, que cuando se agudiza de tanto en tanto, nos provoca duras recesiones.
Hoy vivimos una de estas épocas, en las que las estructuras administrativas, creadas para garantizar el llamado estado de derecho y el tan manoseado estado del bienestar, se han hipertrofiado para generar un monstruo. Una máquina de clientelismo que nos asfixia como nación viable. Se hipoteca el futuro de nuestra progenie para alimentar a tan infausto dragón, en la via de la deuda insostenible.
Nuestros funcionarios son gente honrada y bien avenida. Pueden y quieren ser eficientes. Los cargos de libre elección , herramienta del clientelismo desbocado descienden en España hasta niveles ridículamente bajos y lo hacen con la osadía, ignorancia y desfachatez del que campa impune en su rapiña por huerto ajeno.
Los impuestos que crecen indecentemente son un síntoma de este gravísimo mal. Todos tenemos en nuestra mano una porción de esa lanza de San Jorge para derribar a la bestia, forzando una reforma profunda de nuestro estado. Las urnas nos la brindan.
¿Seremos capaces de matar a este dragón, que no es sino una criatura de siglas multicolores? ¿ tendremos esa clarividencia histórica de sobreponernos a nuestra lacra de aceptar el clientelismo como algo inherente a nuestra cultura?
Si lo logramos, seremos esa nación libre y próspera que siempre debimos y pudimos ser.
Abrazo
Querido CarlosBer: esa figura del dragón me encanta. La pena es que yo o veo ningún San Jorge cerca capaz de derribarlo. Mientras tanto, a seguir aguantando un sistema cada vez más hambriento.
Estimado Eduardo,
tienes toda la razón en tu artículo, la subida de impuestos es “Pan para hoy y hambre para mañana”. Además siempre recae sobre los mismos.
En cuanto a la racionalización de la Administración ocurre como con la racionalización de los horarios españoles, queda muy bien hablar de ello pero nadie toma ninguna medida para hacerlo realidad.
Se necesitan acciones y menos palabrería.
El camino más rapido y sencillo a llenar la buchaca es subir los impuestos, por ende el más injusto e irracional. Me cuesta creer que la clase política y “compañia” puedan ser personas preocupadas por el bienestar de los ciudadanos y su futuro. A estas alturas tenemos muy buenos ejemplos de como otros paises copan para crecer de la mano de sus ciudadanos. Pero aquí seguimos como siempre, que se coma el marrón el trabajador ya condenado a una vida de “esclavitud” para mantener a la ineficiente clase política, a prácticamente 1 millón de colocados a dedo (funcionarios SIN OPOSICIÓN), solventes sindicalistas y alguna que otra sanguijuela oportunista. Trabajamos prácticamente la mitad del año para mantener a esos vividores y el resto para tratar de sobrevivir. Esto nos podría arrastrar al otro agujero negro, el de las pensiones y el interés de de la seguridad social en impedir que podamos planificar nuestro retiro con un mínimo de solvencia…….cosa que no les pasa a esos vividores que mantenemos.
Magnifico articulo Eduardo, la desigualdad solo es desigualdad, dependiendo de quien sea el desigual y en España, los clichés, por desgracia mandan… En la Administración deberían ya de una vez, abrir la puerta a Don Lean… Nos haría mucho bien a todos y se notaría en el progreso del país. Enhorabuena por la valentía 🙂