Cada vez conozco a más personas que les gusta la comida japonesa y que confiesan abiertamente que cuando tienen mono se escapan a Madrid pasa satisfacer el antojo. En la capital del Pisuerga existen algunos sucedáneos como el Nippon o el Desierto Rojo, con una oferta reducida de makis y niguiris, o como el Corinto o La Viña de Patxi, que una noche a la semana permiten degustar un menú pseudoriental. Pero para los amantes del pescado crudo, nos sabe a poco. Tampoco pedimos un gran dispendio, nos conformaríamos con un restaurante que apueste por la calidad de la materia prima y un buen cortador de sushi.
Nicho de mercado
Pese a que los hosteleros desconfían de que exista hueco en el mercado vallisoletano para un establecimiento japonés purista, creo que sí hay demanda para un negocio de este tipo. Como todo, conlleva unos riesgos, pero si se moderan los precios, se ofrece calidad y un servicio parecido al de los restaurantes del País del Sol Naciente como marca diferenciadora, estoy segura del éxito de la iniciativa. Los establecimientos citados anteriormente han allanado el camino para los que desconocían esta gastronomía y han conseguido educar el paladar de estos nuevos adeptos, que se convertirían sin remisión en clientes asiduos del futuro negocio, lo mismo que los que llevamos años disfrutando de los cortes precisos de un sushiman experto.
Ya sé que la complicada coyuntura económica que atravesamos no acompaña para lanzarse a nuevas inversiones, y que el sector de la hostelería está sufriendo sus efectos, pero quizás sea una buena oportunidad para posicionarse en un nicho de mercado por ahora no cubierto. Estoy segura de que un joven cocinero con espíritu emprendedor y formación en la cocina japonesa triunfaría o en su defecto una alianza con algún restaurante nipón de la próxima capital madrileña -ahora a tiro de piedra desde la puesta en marcha del AVE- que aportara su know how.
Y ustedes pensarán: “Si lo tiene tan claro, porque no se lanza ella misma”. No crean que no lo he pensado, pero me comería el margen del negocio disfrutando todos los días de sashimi.
Tienes toda la razón, que yo sepa en toda Castilla y León no existe ningún japonés auténtico y los que conozco son versiones de una cocina que intentan imitar sin éxito.
Te mando esta reflexión desde otro rincón, aquél donde el genial pintor sordo se inspiró para reflejar los paisajes de Castilla y León.
¡Qué curioso! Me alegra leer tu comentario.
Hace siete años vine de Barcelona a Valladolid y lo primero que comenté fue eso: “Cómo puede ser que en la capital de Castilla y León no haya ni un solo japonés (entonces no estaban el Nippon y el Desierto Rojo no daba comida japonesa).
Y por si también a mí me preguntaran que por qué no lo abrí yo, les diré que mi negocio no es de hostelería, y yo creo que “zapatero a tus zapatos” y el mío no me va tan mal.
Tu comentario me hace reafirmarme en mi convicción: Hay clientela para este negocio.
Gracias por participar con tu aportación.
Feliz Navidad.
Yo también me apunto. ¡Ójala alguién se anime!!! Estoy deseando comer sushi en Valladolid. ¿Será en 2011? Espero que así sea… mientras tanto nos conformaremos con lo que hay.
Yo cuando ya no me conformo y tengo un poco de tiempo, me lo preparo en casa, pero con el sashimi no me atrevo. Bueno sí me he atravido, pero no resultó; la diferencia es tan abismal que no merece la pena.
Quizás nuestro deseo se cumpla en 2011.
Gracias por tu comentario.