En el café de primera hora de la mañana, leo en la Prensa que la deuda de las comunidades autónomas aumentó un 31,7% en 2010, hasta registrar 115.455 millones de euros (el 10,9% del PIB), la cifra más alta de toda la serie histórica, según datos del Banco de España. A pesar del compromiso de estabilidad presupuestaria que se había adquirido, en los últimos años el endeudamiento de las comunidades autónomas no ha parado de crecer desde 1995. Además, en cuanto a la evolución de la deuda, ninguna comunidad autónoma logró reducir su endeudamiento respecto al pasado año. Doy un respiro profundo al ver que Castilla y León no se encuentra entre los primeros puestos, estamos en el octavo por detrás de Cataluña, Comunidad Valenciana, y Madrid, que entre las tres acumulan el 54,5% del total del endeudamiento regional, siguiéndolas Andalucía, Galicia, Castilla-La Mancha y el País Vasco.
Hago un receso en mi lectura para dar un sorbo de café y me da por pensar que nuestros gestores políticos no deben tener mucha conciencia de que nos encontramos en crisis y a un paso, o dos, de ser intervenidos por la Unión Europea.
Advertencias de Europa
Sigo leyendo, en otro diario de tirada nacional, que la Comisión Europea ha exigido al Gobierno español que garantice la reducción del déficit público prevista en 2011 y 2012 con especial hincapié en el control del déficit y de la deuda de los gobiernos regionales, exigiendo que se fije un techo de gasto. Asimismo, esta comisión recomienda reforzar el proceso de reestructuración de las cajas de ahorro corrigiendo las debilidades persistentes en su sistema de dirección y gobierno, rebajar los costes laborales mediante la reducción de cotizaciones sociales compensándolo con un incremento del IVA y, finalmente, se atreve a aconsejarnos que se establezca una política efectiva para reducir el abandono y el fracaso escolar.
¿Pero no se había intentado poner remedio a todas estas cuestiones? Me doy cuenta que no, que lo que se ha hecho hasta el momento es hablar del sexo de los ángeles y perder un tiempo precioso a la hora de poner remedio a estos problemas. Pienso que la culpa es de todos ya que nadie se enfrenta el problema de raíz, todos esperamos que sean los otros los que den el primer paso cuando la realidad es que son problemas estructurales en los que se debe lograr un consenso social. Antaño lo hemos llamado Pactos de la Moncloa, ahora bien podrían llamarse Pactos de las Regiones.
Paso hoja y leo que el Gobierno prevé que la deuda pública alcance un techo del 74,3% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2012 y que espera que a partir de 2013 el nivel de deuda empiece a reducirse. Si tomamos como referencia el comienzo de la crisis desde el año 2007, la deuda del Estado Español ha aumentado un 67,8% pasando de los 380.661 millones de euros hasta los 638.767 millones de euros en la administración central, mientras que las comunidades autónomas se ha duplicado desde los 59.827 millones de euros hasta los 115.455 millones de euros. La deuda de Estado se incrementó un 11,1% frente al aumento de las comunidades autónomas del 31,7% y las corporaciones locales experimentaron un ascenso del 2,1%. La verdad es que son cifras que dan vértigo. Y pienso, ¿pero es tan necesario gastar tanto y en tan poco período de tiempo?
Por culpa del tiempo
Finalmente, en medio de muchas fotografías casi perdida en una hoja con número par del periódico hay una noticia que dice que el paro registrado en el mes de enero no da tregua y se acerca a los cinco millones de parados. Para explicar esta caída, el responsable del instituto público correspondiente recurrió al mal tiempo que hizo en enero: “Hemos tenido que soportar las inclemencias climatológicas, que han retrasado el retorno de la afiliación de muchos trabajadores de la sector de la construcción”. Vaya por Dios, el responsable es el hombre/mujer del tiempo y yo sin darme cuenta hasta ahora.
Cierro la prensa matutina en espera del informativo televisivo de las tres de la tarde, pero decido que por hoy ya tengo suficiente información económica para meditar. Dejo 1,20 euros en el mostrador y me voy pensando cómo han afectado las decisiones económicas nacionales, influidas por las recomendaciones de la Comisión Europea y el parte meteorológico, al precio de una taza de café y su repercusión en la deuda privada de las familias españolas. ¡Me deprimo y todavía no ha empezado el día!
Estimado Juan Carlos:
Yo no he leido el periódico todavía. Reconozco que leo antes este informativo digital. Y me gusta hacer también mi reflexión:
¿Tendrá alguien la valentía de tomar las medidas necesarias, independientemente del partido al que pertenezca, para comenzar a salir de esta situación?
¿Tendrá alguien la valentía de ejecutar aquello en lo que cree pero que es “políticamente” incorrecto?
Hay mucha gente que lo dice en el café y solo ahí y que está a favor de:
1.-Copago sanitario, eso sí, racional y coherente. Esto no es café para todos.
2.-Eliminar las Diputaciones. ¿No lo pueden asumir otras instituciones?
3.-Reformular el diálogo social, el papel de los representantes de los empresarios y de los trabajadores. ¿Qué es el dialogo social hoy?
4.-Reestructurar y unificar la gestión de los ayuntamientos.
Y muchas cosas más ( vehículos oficiales, acumulación de sueldos políticos….)
Cuando la clase política está en entredicho no entiendo por qué los políticos de vocación, los que realmente creen en esto del servicio público no dan un golpe en la mesa.
Pasa el tiempo y las consecuencias del tiempo pasado son muy dificil de recuperar. Con eso de que España no es Grecia ni Portugal que tanto hemos oido nadie se cree una posible intervención…….”seguro que alguien toma una medida políticamente correcta”
Y para terminar otra reflexión: se leen unas cifras de miles de millones de euros que el ciudadano de a pie no sabe interpretar por que muchos no saben realmente lo que es el PIB ni lo que son 115.000 millones de euros. Saben leer la libreta del banco y les dice claramente que no van a llegar a fin de mes
FELICIDADES por el artículo y le animo a leer el periódico de hoy para animerle. EL R. VALLADOLID ganó ayer. Un saludo.