Un astronauta metido a funcionario

Por: Luisa Alcalde
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José Ignacio Wert, ministro de Educación, durante el Congreso El Ser Creativo, delebrado los pasados 6 y 7 de noviembre.

Aunque soy nieta, hija, sobrina y prima de profesores y maestros/as, por lo que en mi ADN alguna molécula debe estar teñida de color académico, nunca sentí la vocación de dedicarme a la enseñanza. Sin embargo, y como es fácilmente compresible, en mi casa la figura del profesor siempre gozó de un reconocimiento indiscutible y su autoridad nunca se cuestionó.

Pero hoy en día en nuestro país no sucede lo mismo y en las reuniones familiares donde coincido con mis primos que practican la enseñanza por toda la geografía española asisto a críticas indignadas hacia el asilvestrado alumnado y hacia el sistema; pero tengo que reconocer que pocas veces se incluyen a sí mismos.

Hace un par de días escuché una noticia en la televisión que afirmaba que un colegio de Cataluña había adaptado a sus aulas la docencia que se practica en Finlandia y que muchas veces se pone como sistema educativo de referencia en la UE. Desde su aplicación, habían reducido el fracaso escolar en un 18%. En la misma información, se profundizaba en algunas de las acciones que estaban llevando a cabo, como la posibilidad que tenía el alumno de evaluar al profesor en función de sus conocimientos y la forma de explicarlos, y se recordaba que en Finlandia para poder cursar estudios de Educación es preciso no sólo conseguir una nota de un 9, sino además ser sometidos a una prueba de música y a otra de empatía.

Sociedad enferma

Recordé inmediatamente algunas de las reflexiones que había oído la semana anterior en la tercera edición del Congreso de El Ser Creativo, donde uno de los temas que se abordó fue el de la docencia. “Una sociedad que pide un 8 para entrar en Veterinaria y un 5 para Educación, es una sociedad enferma”, espetó durante su intervención Nieves Segovia, presidenta de SEK, que defiende otra forma de enseñar: “el modelo educativo está agotado y el resultante del fracaso escolar no puede ser sólo el alumno”. Segovia respalda un sistema educativo personal y único para cada alumno, cocreativo, global, relevante para la vida e instantáneo.

La experta, que apuesta por dignificar la función del docente y profesionalizar la figura del profesor, aseguró que hay que dejar de preparar “a nuestros alumnos para las certezas y sí para la incertidumbre” y apostilló que la manera de que el alumno tenga capacidad “para conectar su mundo con la escuela es dándole un móvil”.

Otros ponentes señalaron que la transmisión de los conocimientos sólo desde la autoridad y sin la motivación adecuada no propicia ni las ideas y ni la creatividad. En este sentido, Jeremy Baka, Chief Creative Catalyst de la agencia de comunicación estratégica Cohn & Wolfe, recordó que en 2010 en un estudio de IBM entre sus ejecutivos para elegir la mejor cualidad de un directivo,  ganó la creatividad.

El profesor mentor

En la misma línea, Ricardo Huguet, presidente de Scientia y fundador de Invenio learn.by.doing, provocó a los asistentes preguntándonos “qué hemos hecho para que nuestros hijos entren en el sistema educativo queriendo ser astronautas y salgan queriendo ser funcionarios” y aseguró que en los colegios “existe un desajuste enorme entre las necesidades de los alumnos y el propio sistema, porque estamos exigiendo lo mismo con métodos del siglo XIX cuando el cambio fuera de las aulas es exponencial”. “Nunca hemos ido a preguntar a los clientes del sistema educativo, que son los alumnos, y eso ha provocado este abismo”, afirmó Huguet, quien apostilló: “hay que invertir más y mejor, fomentar entornos de aprendizaje estimulantes y crear la figura del profesor mentor”.

Cuando hablaban de dignificar la figura del profesor, no pude por menos que recordar a mi abuela -que dedicó una gran parte de su vida a la labor académica y lo hizo siempre desde la vocación hasta que se jubiló a los 70 años-, ser parada por la calle para recibir la gratitud y los halagos de sus antiguos alumnos a los que había ayudado a ser más capaces y sobre todo mejores personas.

Sé que en su época, el aula era una ventana abierta al mundo por la que los chavales se asomaban de la mano del maestro para comprender su funcionamiento. Sin embargo, ahora se ha producido una disrrupción entre lo que se enseña en clase y la experiencia vital de los escolares. Pero, pese a todo, algunos conocimientos transmitidos por mi abuela siguen siendo perfectamente válidos hoy en día.

De mi abuela Emilia recuerdo muchas cosas que permanecen imborrables en mi memoria, pero hoy quiero destacar tres enseñanzas relacionadas con la educación y que han conformado mi personalidad:

Fomenta la imaginación

1.- No castigues la diversión, ni las travesuras sin maldad; potencia el juego y fomenta la imaginación porque es la base de la creatividad y del aprendizaje.

2.- No dependas económicamente nunca de nadie porque evitará una sumisión que en muchos casos se volverá insoportable sobre todo si eres mujer. Tu autonomía no debe estar reñida con la capacidad de adaptación, que debe ser constante y en todos los ámbitos.

3.- No cercenes tu curiosidad infantil con el paso de los años porque te ayudará a progresar y apasiónate con lo que haces porque esa es la clave de la felicidad.

Algunas de ellas no me las trasmitió de manera explícita sino a través de su comportamiento y actitud ante la vida, de la que disfrutó hasta los 96 años.

Sé que la globalización del mundo actual ha complicado sobremanera nuestra formación para competir en un mundo complejo, pero desde mi humilde entender, creo que con que nuestros jóvenes salieran de las aulas con estas tres enseñanzas bien aprendidas contarían con una base esencial para fortalecer su posterior crecimiento personal y profesional.

2 comentarios

  1. Tanto tu abuela, como Nieves y Ricardo tienen razón, y creo que un gran problema que tenemos hoy en día es que los alumnos entran en una competición por conseguir una nota y se olvidan de crecer y formarse como personas. Entran en el mundo universitario sin pensar que les gusta solo piensan en cuanto podrán ganar o donde se podran colocar.
    Invertir en formar es la base de nuestro futuro.
    Gracias por el post, muy interesante.

    1. Querido Guillermo:

      Me alegro mucho que te haya gustado.

      Suscribo lo que dices, que en muchos casos pesa más la ambición que la pasión. Y la ambición es buena, porque uno va a trabajar por dinero en última instancia, pero lo es más saber que emplearás tu tiempo en algo que te gusta y enriquece el espíritu y te hace vivir el día a día laboral, con ilusión.

      Muchas gracias por participar en este blog.

      Un abrazo.

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