En una reciente comida con empresarios socios de Empresa Familiar de Castilla y León (EFCL), les volví a dar la matraca sobre la ausencia de la clase empresarial en las redes sociales en general y en Twitter en particular, cuando esta última es una excelente herramienta para estar informado al instante ya que funciona casi como el teletipo de una agencia de noticias, con la ventaja añadida de que además lees la información de forma muy rápida al estar limitada a 140 caracteres.
El emprendedor más joven confesó que llegó a tener su perfil en la red social del pajarito azul, pero que se borró porque pensaba que alguien podía obtener datos personales que luego tal vez utilizaría con intereses espurios. Me preguntó qué pensaba del tema y le dije que tenía toda la razón, aunque ello no es óbice para estar ausente de la Web 2.0.
Sin ser psicólogo, con Twitter te puedes hacer una idea bastante acertada sobre las creencias religiosas, afinidad política y aficiones de una persona. Basta con conectarse a su perfil, que es abierto, y hacer una lectura de los tuits, donde más pronto que tarde habrá opinado sobre temas políticos, religiosos, acontecimientos deportivos o actos culturales. Además, con los enlaces facilitados por ese internauta fácilmente puedes intuir si es de izquierdas o de derechas (odio esa clasificación, pero para el tema que nos ocupa resulta muy útil). Así, si los links suelen conectarte a noticias publicadas en El País, o antes en el desaparecido Público, es fácil entrever a qué partido vota. Por ejemplo, sigo a un político socialista de Valladolid con perfil en Twitter que siempre que incluye un link es al diario El País y, en ocasiones, también a El País, que para él debe ser La Biblia. Y al contrario, un internauta más conservador o liberal te enlazará a informaciones publicadas en El Mundo, La Razón o ABC (hay que ver qué concurrido está el espectro del centroderecha en el ámbito periodístico).
Alguien dirá que al leer sólo las noticias de los medios previamente seleccionados en nuestro perfil obtenemos información sesgada, pero ¡ay señores! es lo que hacemos siempre cuando compramos un periódico. La ventaja de Internet es que te permite echar un vistazo rápido a las webs de varios diarios de diferente línea editorial, mientras que en el quiosco sólo compramos un periódico, el que nos reafirma en nuestras creencias. En el noble arte de seleccionar la información, hace poco me dejó descolocado un joven empresario de Tecnologías de la Información al decirme que él ni leía periódicos, ni escuchaba la radio, ni veía los informativos de la televisión ni se conectaba a las webs de los medios de comunicación. “Entonces, ¿cómo estás al corriente de lo que pasa?” -le pregunté-. Y me respondió: “a través de los tuits enviados por las personas a las que sigo en Twitter, yo ya he seleccionado quién me facilita información y opinión sobre los temas que realmente me interesan y además la obtengo justo en el momento que ocurre, mucho antes de que sea procesada por los periodistas. Soy el director de mi propio medio de comunicación, que es mi perfil en Twitter”. Utilizando la expresión fina de mis sobrinos, pensé: “Mecachis, como cunda el ejemplo de este tío, ¿de qué vamos a vivir periodistas y editores?”.
Falsas apariencias
Otra forma de conocer los gustos de una persona es conectarse a las listas de quién sigue, y ahí también te puedes llevar muchas sorpresas, como por ejemplo que un directivo de prestigio esté siguiendo a Lady Gaga o cosas parecidas. De esta forma, a la imagen de ejecutivo serio y profesional se le unirá en mayor o menor medida la de hortera, que para gustos no hay nada escrito.
Y luego están los tuits enviados, que pueden acabar con la imagen -artificial- de un personaje público, como hemos visto ya muchas veces. También ocurre al contrario, pues hay personas que conozco sólo superficialmente al coincidir en actos públicos y a las que tengo mayor estima desde que leo sus tuits, pues aprecio una imaginación, sentido del humor y espíritu crítico que permanecen ocultos en una protocolaria conversación.
Visto que en Twitter nos desnudamos, aunque sea inconscientemente, ¿debemos abandonar por ello esta red social? Pues no, porque es como la vida misma: ¿cuántas veces con sólo intercambiar un par de frases con una persona has pensado, “pero mira que es tonto del culo”? ¿Debe por ello el susodicho permanecer mudo toda su vida? Pues no, viva la biodiversidad de la humanidad. Y por último, un par de consejos que me aportó Mario Tascón -@mtascon- cuando me inicié en las redes sociales: no escribas nunca nada que no dirías en público y jamás, pero jamás, te conectes a la Web 2.0 después de haber tomado un par de copas. Como soy disciplinado, le hago caso ¡y funciona!
Enhorabuena por el post y por intentar quitar un poco de hierro a ese asunto de la falta de privacidad, porque siempre que se mencionan las redes sociales aparece el miedo a la falta de privacidad, pero casi nunca se hace referencia a que para muchos significan una verdadera válvula de escape, porque funcionan en ellas casi con una doble vida, ya que les permite mostrarse como nunca lo harían en la vida real.
Hola:
Sí es cierto que en ocasiones las redes sociales sirven para que algunas personas intenten proyectar otra personalidad, pero al fin y al cabo también ocurre en la vida misma: no nos comportamos de igual forma con nuestros amigos que con nuestros familiares, o con los clientes que con los proveedores, o con el jefe que con los ‘compis’ del trabajo, o con la chica a la que deseas conquistar que con la pesada de la cola de la caja del súper, … Por ejemplo, mi mujer me dice que soy mucho más majo en las redes sociales que en la vida ‘off line’, donde me muestro más distante y frío, algo que no hago de forma premeditada.
Saludos y gracias por participar en este blog.
Muy atinado el comentario. Piensa sobre la alternativa de tener dos perfiles, uno para “ser” y otro para “estar”. Daría unas posibilidades…. No obstante twitter es una red social que no me gusta. Siempre en la vida todos con el tiempo nos acabamos arrepintiendo de algo que dijimos en algun momento de nuestra vida, y aquí queda grabado.
Hola Miguel Ángel:
Es una pena que no te guste Twitter, no me cabe duda de que escribirías unos ‘tuits’ muy interesantes. Respecto a que en Twitter podemos escribir algo de lo que luego nos podemos arrepentir; bueno, eso también pasa en la vida real, donde decimos cosas, tomamos decisiones, hacemos amistades u optamos por alternativas que luego nos parecen equivocadas. Hay que perder el miedo a Twitter, que tampoco es para tanto, a no ser que te apellides Bisbal o Carbonero.
Un abrazo y gracias por participar en este blog.