Con motivo del asesinato de Isabel Carrasco (presidenta de la Diputación de León) asistimos en Twitter a un espectáculo lamentable. Muchas cuentas de la red social con nombre y apellidos y otras muchas escudadas en el anonimato comenzaron a publicar tweets difíciles de entender en una sociedad democrática y madura. Muchas personas pusieron las condolencias que correspondían al momento, pero algunas otras se dedicaron a hacer apología de la violencia, o como mínimo, apología de la estupidez, publicando tweets que dicen muy poco de aquéllos que los pusieron.
Después comenzó una ceremonia de la confusión, ofrecida por algunos políticos y periodistas que comenzaron a criminalizar a Twitter. Vayamos por partes, Twitter es sólo el canal de transmisión de la información, criminalizarlo porque algunas personas cruzaron la línea roja que delimita el uso efectivo de la inteligencia o del cumplimiento de la ley sería equivalente a criminalizar la plaza del pueblo, el bar, el correo electrónico, el teléfono o la televisión debido a que hay gente que injuria, difama o hace apología de la violencia o el delito. El canal no puede ser responsable de que alguien comenta un delito.
Desmanes
Algunos llegaron más lejos y dijeron que había que poner coto a estos desmanes, y hasta ahí, totalmente de acuerdo. La forma de ponerles coto no puede ser bajo ningún concepto censurar o criminalizar el canal, bastaría con hacer cumplir las leyes que ya existen en la actualidad. Un ejemplo, estafar es estafar, independientemente que se haga offline u online.
Siempre he defendido la libertad de expresión, y seguiré haciéndolo, por ello censurar atenta gravemente contra ella. Pensar, aunque sean atrocidades, no es un delito, en caso contrario llegaríamos a algo parecido a lo que reflejaba la película Minority Report.
No se puede legislar en caliente, siempre tiene un componente de venganza que la legislación no se puede permitir. Hay que perseguir el delito, se cometa por canal que sea, y siempre resulta peligroso que algunos políticos aprovechen este tipo de actuaciones execrables para limitar la libertad de expresión, o que algunos periodistas por miedo a las redes sociales intenten desacreditarlas por lo que algunos individuos realizan en ellas.
No hemos de olvidar que en las redes sociales están las mismas personas que el mundo real y que si alguien en un diario escribe algo que sea susceptible de algún reproche legal, prohibamos el uso de bolígrafos u ordenadores, ya que el artículo en cuestión se ha escrito con ellos.
Estoy de acuerdo en casi todo, pero no es defendible que bajo el anonimato se pueda vejar, insultar, hacer apología de la violencia, etc. Libertad de expresión… ¡SI!, pero ¡DANDO LA CARA! y ateniéndose a las consecuencias.