Situada muy próxima al nacimiento del Río Asón, en el pequeño pueblo de Valle (Cantabria), rodeada de montañas y praderías feraces, la Torre de Ruesga preside majestuosa un cuidado jardín en el que disfrutar al sol de su coqueta terraza.
Construido en los inicios del Clasicismo, en 1610, es uno de los palacios más importantes de Cantabria. Sus monumentales torres gemelas servirían más tarde de modelo para otras casonas palaciegas. Diseñado por el arquitecto Diego de Sisnega, que había trabajado en El Escorial y en la Catedral de Segovia, su construcción se dilataría durante 5 años y costaría 12.000 reales de la época.
Reformas
Fue reformada en 1886 y todavía se conservan los maravillosos frescos que decoran los espléndidos salones comunes, pintados por el artista catalán León Criach. Es en 1997 cuando se reforma por última vez y pasa a gestionarse como establecimiento hotelero.
Decoradas con mobiliario antiguo y vetustos cortinajes, sus paredes rezuman historia y señorío, que hoy pueden disfrutar sus huéspedes y deleitarse con la contemplación de un fuego vivo en una de sus preciosas chimeneas o con la presencia imponente de su escalera de peldaños pulidos por el paso de los siglos.
Habitaciones confortables
Las habitaciones son confortables y muy espaciosas y en algunos casos su diseño abuhardillado incrementa su encanto, ya que cuentan con grandes ventanas en el tejado que permiten el paso de la luz. Los baños son amplios y correctos. Los desayunos son muy generosos y atesoran calidad, con fruta y zumo de naranja natural, yogures y repostería artesana, como los sobaos o quesadas, mantequilla y mermelada caseras, embutido ibérico y platos calientes como huevos.
La Torre de Ruesga también cuenta con un restaurante que ofrece una carta corta pero con productos de calidad, como croquetas, rabas, foie, y buena carne, entre otros platos. La bodega, con propuestas interesantes y el servicio es amable.