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Novedades rutilantes en Madrid

El brillo del lujo ilumina de nuevo la capital de España tras una larga espera por la pandemia y la desaceleración económica
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Hall del Hotel Four Seasons de Madrid.

Luisa Alcalde

El Hotel Four Seasons y el Restaurante Saddle son dos de las nuevas insignias de la opulencia en la capital del reino. Ambos hicieron una apuesta arriesgada por la monumental inversión que su puesta en marcha requería y la pandemia y su posterior crisis les pilló con el pie cambiado: el primero a pocos meses de abrir pero sin posibilidad de dar marcha atrás y el segundo recién inaugurado. Con un glamuroso montaje y tras siete años de restauración de siete edificios históricos de una misma manzana erigidos entre 1887 y 1976, la prestigiosa cadena canadiense Four Seasons ha inaugurado un hotel de lujo en pleno centro de Madrid, con doble fachada a las calles Sevilla y Alcalá. La inversión destinada al Centro Canalejas contempla, además, 22 viviendas exclusivas y la apertura de una galería comercial de 15.000 metros cuadrados distribuidos en tres plantas, con tiendas de las firmas más importantes, restaurantes, mercado gastronómico y un parking subterráneo.

Nada más atravesar el umbral del hotel, el Four Seasons embelesa con la elegancia demostrada en la restauración en el antiguo patio de operaciones de la en su día sede del Banesto, donde una gran vidriera en el techo, los vetustos mostradores de mármol verde y las columnas y barandillas originales dan la bienvenida al huésped.

Las 200 habitaciones del hotel, de las cuales 39 son suites, poseen vistas a la calle Sevilla, Alcalá o a un patio interior con jardín vertical. Su decoración sin estridencia está basada en materiales nobles, donde destacan los muebles hechos a medida de manera artesanal y el aislamiento de sus ventanas para facilitar un descanso perfecto. Muy amplias, de 45 metros cuadrados la menor, poseen techos altos y colores neutros. Un cuidado vestidor da paso al baño de mármol en blanco y negro, con ducha y bañera y amenities de Hermes. El mueblebar, bien surtido con productos de calidad. También posee una suite Royal, de 400 metros cuadrados, que fue el antiguo despacho de Mario Conde, el polémico ex presidente de Banesto, y conserva algunos detalles históricos.

Los desayunos se pueden degustar en la habitación o en el vestíbulo, abierto al público para tomar un café o un cóctel. El hotel se completa con un spa de 1.400 metros cuadrados distribuidos en cuatro pisos, con gimnasio bien montado; y el Restaurante Dani.

Sin duda la apertura hotelera más elegante de una de las más prestigiosas cadenas que gestiona 700 establecimientos en todo el mundo, y al que se le acaba de unir el renovado Hotel Mandarín Oriental Ritz. Madrid, desde luego, apuesta por ser una referencia del lujo en Europa.

Brasserie Dani García

Uno de los mayores alicientes del nuevo restaurante del laureado cocinero Dani García es su ubicación en la azotea del lujoso Hotel Four Seasons, por su panorámica espectacular del skyline de Madrid, desde donde se puede disfrutar de una maravillosa vista de la cuadriga que corona el edificio del Banco Bilbao de la calle Alcalá. El correcto servicio y un carta divertida con platos que pueden gustar a la mayoría de los comensales, como mandan los cánones de un restaurante de hotel, como la Tortilla con cebolla caramelizada y queso azul de búfala, la Hamburguesa Rossini o los Calamares a la andaluza; y con algunos platos icónicos del marbellí, como el Tomate nitro, completan la experiencia gastronómica. También se pueden degustar ostras y caviar para empezar la velada y seguir con una selección de platos de atún.

Con entrada independiente por la calle Sevilla, el estudio de decoración Martin Brudnizki Design firma esta apuesta vintage con colores verdes y bronce, donde destaca la barra central, con una fuente llena de mariscos excelsos.

Saddle, Esplendor académico en busca de impronta

En el mismo establecimiento que ocupó el mítico Jockey desde 1945 hasta 2012, con una selecta clientela que iba desde hombres de Estado a estrellas de Hollywood como Ava Gardner o Frank Sinatra, abrió sus puertas en octubre de 2019 Saddle (en inglés silla de montar), y tras su incipiente rodaje y su obligado parón con el confinamiento, obtuvo su primera estrella Michelin en la pasada edición de la guía roja. El clasicismo académico de su carta y menús se complementan con un montaje suntuoso en un espacio que difiere bastante del anterior local.

Con una superficie de 1.400 metros cuadrados, lo primero con lo que se topa el cliente es el Lobby Bar, un área de mesas bajas antes de atravesar la barra que da paso al comedor principal. En este espacio, se puede disfrutar de un buen cóctel y una oferta más casual, con un horario amplio de 12,00 horas a 2,00 de la madrugada. Los reservados se encuentran diseminados entre la planta baja y la superior, a la que también se puede acceder mediante ascensor. 

El comedor principal, coronado por una claraboya que le otorga una gran luminosidad, se asoma a un jardín presidido por una opulenta chimenea de mármol, en un alarde de oxímoron estético. A lo largo de su decoración clásica diseñada por la firma de interiorismo Studio Gronda, se diseminan las mesas sin agobios de espacio y con vistas a la cocina a través de un cristal. Esta amplitud permite el movimiento sincronizado de su bien entrenado equipo de sala y el discurrir de los infinitos carros de panes, quesos y destilados, sin olvidarnos de las mesas móviles de apoyo para rematar más de un plato delante del comensal, como mandan los cánones de la cocina académica de sala recuperada para la ocasión.

Adolfo Santos, formado en Santceloni y Lakasa, firma una sucinta carta que apuesta por el minimalismo, que en muchos casos se brinda en formato de medias raciones. La falta de impronta que destilan los platos de técnica perfecta pero sin emoción, se compensa de alguna manera con el espectacular montaje y el lujo. Sabroso el Tartar de gamba roja de Garrucha y sus corales al ajillo; novedosa las Angulas con yema curada y bilbaína emulsionada, de aroma excesivo a vinagre; perfecto en ejecución y punto de cocción el Lenguado Meuniére a la brasa; y de intenso sabor el Pato azulón con sauternes, manzana y spaëtzle. En los postres, correcta la Tarta fina de manzana. Para los que se decantan por los lácteos en vez del postre, imprescindible el carro de quesos.

La suntuosidad también caracteriza su imponente bodega de 1.400 referencias, 48 de las cuales se pueden disfrutar por copas, y galardonada con un Best of Award of Excellence de Wine Spectator.

Cocina china e italiana

Si su fin de semana es largo y quiere darle un contrapunto más sobrio sin perder la autenticidad de sus citas gastronómicas, apueste por una visita a dos de las cocinas más populares en el mundo, pero no por ello menos atractivas: la china y la italiana.

Sin el montaje de China Crown, pero con especialidades reseñables como el Chill crab o el Bogavante al wow con salaste satay, el restaurante de cocina china contemporánea Soy Kitchen ofrece una buena variedad de dim sum y de gyozas, como Xialong bao de gamba, el Moku bao o la Gyoza verde con verduras y camarón y la Gyoza de rabo de toro rellena con berenjena ahumada.

Su cocinero Jong Ping Zhang, más conocido como Julio, es un experto en el manejo del wok y sus verduras de temporada son excelentes. Los cócteles también merecen la pena y la bodega contiene alguna rareza para investigar. Ubicado en el barrio de Chamberí, posee un espacio confortable con cocina vista.

En el plano de los italianos, a La Piperna la podríamos calificar como auténtico napolitano con una carta bastante extensa, donde destaca sobre todo su pasta artesanal pero en la que también se aprecian algunos entrantes antológicos como la Parmiggiana di Melezane con berenjenas y sala de tomate, de genuino sabor casero; o las bien elaboradas Flores de alcachofas. Los primeros destacan por sus platos de pasta memorables como los Tortellini caseros de picota con salsa de tomate horneado y pesto casero de mortero, los Ravioli rellenos de espinacas y queso fresco con espuma de espárragos verdes, panceta crujiente y trufa de verano y los Paccheri al Ragut Napolitano, con una salsa cuya cocción que oscila entre 15 y 18 horas. En los segundos deje espacio para la carne o el pescado. Espere a ser recomendado, porque los platos fuera de carta también son especiales. En los postres, los Cannoli siciliani, deliciosos, y el un poco cargado de licor.

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