¿Es posible elaborar vino sin contar con bodega propia? La respuesta es sí. Pero cuando se trata de producir 30 referencias en 7 denominaciones de origen sin poseer una sola instalación en propiedad, entonces hablamos del triple salto mortal en el mundo del vino. El protagonista de esta historia es Javier Rodríguez, un enólogo vallisoletano que constituyó junto a su esposa la sociedad Rodríguez Sanzo hace 11 años.
Perteneciente a una estirpe familiar con orígenes en Rueda (Valladolid) vinculada al mundo vitivinícola desde hace 2 siglos, este enólogo ha decidido volar sin ataduras, lo que le permite desarrollar numerosos proyectos allí donde ve suelos y viñedos atractivos y con potencial. Por ello, no sólo carece de instalaciones propias en ninguna de las zonas donde elabora, sino que incluso mediante renting compra sus barricas, éstas sí propias y nuevas, que renueva cada tres años. “De esta manera evitamos la tentación de utilizarlas durante más tiempo”, apostilla.
Ese espíritu nómada y aventurero le impulsó a empezar el proyecto por donde otros lo culminan: los mercados exteriores. “Mi trayectoria profesional se desarrollaba fuera de España, por lo que conocía mejor el mercado exterior que el doméstico. Además, fuera están acostumbrados a valorar las cosas por calidad y precio y en nuestro país somos más marquistas, aunque eso ahora está cambiando. Por eso, como no contábamos con marca, pensamos que sería más fácil abordar la exportación con un buen producto”, asegura. De hecho, en la actualidad el 90% de las 800.000 botellas que elabora se destinan Alemania, su principal mercado, Suiza, Japón y EE UU, por orden de importancia, y una decena de países más, entre ellos España.
Viñedo propio
La fórmula de trabajo de Rodríguez Sanzo es apoyarse en bodegas que tienen capacidad sobrante, con las que alcanza acuerdos plurianuales. “Ellos rentabilizan su estructura y nosotros trabajamos de forma variable. Aunque nos supone una inversión en adaptación, porque muchas de ellas no están preparadas para elaborar vinos de alta gama, nos compensa”, asegura el empresario.
La que sí tiene la empresa es viñedo viejo propio, en torno a 80 hectáreas, mientras que el resto de uva procede de cepas de viticultores con los que mantiene acuerdos a largo plazo.
Zonas
La compañía vitivinícola tiene en Rioja el punto fuerte de su producción, donde son accionistas de la bodega Sendero Royal y donde su vino más representativo es Lácrimus Crianza. Le sigue Rueda, donde trabaja en la producción de siete vinos en tres zonas distintas y donde Rodríguez destaca Viña Sanzo Verdejo Viñas Viejas, “el más equilibrado de nuestros blancos”, matiza. En Toro, una zona “por la que apostamos decididamente porque creemos en sus posibilidades, en su viñedo y en su excelente relación calidad-precio”, elabora el Damalisco Crianza, y en Ribera del Duero su tinto más emblemático es Valsanzo Crianza.
Además, en El Bierzo y en Toro elabora sus vinos top, con el nombre de Terras de Javier Rodríguez, los más unidos a los conceptos de biodinámica y terruño. Y este año han lanzado su primer Rías Baixas, denominado María Sanzo.
Respecto al empleo de la biodinámica, el enólogo apunta que no son “talibanes de esta práctica, pero sí compaginamos tareas que realizaban nuestros ancestros con las técnicas más vanguardistas. Somos técnicos y hemos constatado que efectivamente funciona. Todo aquello que tiene justificación científica y demostrada, que es el 90% de la biodinámica, lo aplicamos”, precisa.
Facturación
Aunque en España sus vinos no están entre los más conocidos, la revista especializada Vivir el Vino le nombró Mejor Bodega de España en 2013. La facturación de la compañía alcanza los 2,5 millones de euros.
Después de recorrer muchas zonas, Rodríguez asegura que Castilla y León tiene “el mejor viñedo de toda España”, aunque apunta que falta profesionalización en el campo. Y apostilla, “nuestra empresa tiene los vinos con la mejor calidad-precio de toda la región”.
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