Resembrar Castilla y León

Por: Alberto Cagigas
Mientras que los servicios y la industria despegan, a la vez debemos poner el fo
Mientras que los servicios y la industria despegan, a la vez debemos poner el foco en optimizar la agricultura, que por razones obvias es un negocio que no se puede deslocalizar.

España nunca ha tenido clara su política económica, en qué queremos destacar como país desarrollado. En una legislatura se pone el foco en el turismo, en otra en las energías renovables o en la construcción con multimillonarias inversiones en obra pública y ahora le toca el turno a la industria. Como apunta con acierto José Miguel Isidro Rincón, presidente de EFCL y del Grupo Europac, “cuando oigo hablar de reindustrialización del sistema productivo español, siempre digo que lo que hay que hacer es industrializar. No se puede reindustrializar lo que nunca estuvo industrializado”. ¿Cuál será la próxima ocurrencia? Y mientras andamos distraídos diseñando volátiles planes para dinamizar uno u otro sector según el capricho cambiante del gobernante de turno, obviamos actividades estratégicas como la agricultura.

Para los urbanitas como yo, el campo constituye un precioso escenario por el que recrear la mirada mientras viajas o el marco de algunas de las mejores novelas españolas del siglo XX, como las escritas por Miguel Delibes. Y poco más. Ignoramos, sin embargo, el alcance de su repercusión económica, de la que sólo nos damos cuenta cuando se publican anualmente los datos macro de la evolución de nuestra economía. Así, el sector agrario representa en torno al 5% del PIB regional, más del doble que en España y 5 veces su peso en la economía de la UE. Nos guste o no, somos, por lo tanto, una zona agraria.

Además, hay otras cifras que sorprenden por sus magnitudes. Por ejemplo, en nuestra región existen más de 70.000 beneficiarios de las ayudas de la PAC, que destina cada año a nuestra región un importe superior a los 1.100 millones de euros (si fuese una empresa, por volumen de negocio sería la séptima de nuestra comunidad autónoma). Por eso, mientras que los servicios y la industria despegan, a la vez debemos poner el foco en optimizar la agricultura, que por razones obvias es un negocio que no se puede deslocalizar.

En la actualidad, nos encontramos en plena revisión de la PAC que se aplicará entre 2021-27 -con unos presupuestos comunitarios que destinan al campo el 39% de los fondos de la UE, con alrededor de 60.000 millones al año-, por lo que es una buena ocasión para chequear un sector tan estratégico para nuestra comunidad autónoma.

 

Profesionalizar el campo

En este contexto, la Consejería de Agricultura y Ganadería pilotada por Milagros Marcos se ha marcado el objetivo de profesionalizar el sector -no puede ser que estén más atentos a los boletines de ayudas que a rentabilizar y modernizar los cultivos-; rejuvenecer el campo con la incorporación de 5.000 jóvenes hasta 2020 en una región donde casi un tercio de las explotaciones está gestionado por agricultores de más de 65 años y afectada también por una alta tasa de paro juvenil; incorporar a más mujeres a esta actividad, algo tan fundamental para fijar población en los núcleos rurales; enlazar la agricultura con la demanda real de nuestra potente industria agroalimentaria -sorprende saber que algunas empresas se ven obligadas a importar cereales o patatas porque lo producido aquí no se ajusta a sus necesidades-; aumentar la renta agraria para dignificar este oficio y hacerlo más atractivo; promover la investigación y la innovación, a lo que se han visto obligados a acometer algunos empresarios agroalimentarios que se encuentran con proveedores del sector primario alérgicos a la tecnología; e impulsar las exportaciones para reducir los riesgos de la demanda interna, entre otras medidas.

El reto es tan apasionante como complicado, porque se debe de luchar contra un cambio de mentalidad anclada en remotos siglos. Del éxito de esta estrategia dependerá pasar de un campo pesaroso y decadente, a un sector profesionalizado, dinámico y atractivo a la inversión. Imagínense lo que dan de sí 1.100 millones de euros anuales si se les pone a trabajar de forma productiva y eficiente. ¿Reindustrializar Castilla y León? Sí, pero también resembrar la mentalidad de los agricultores para optimizar todo el potencial del campo, que es muchísimo.

1 comentario

  1. Estimado Alberto,
    Sin ánimo de querer quitarte razón en tus argumentos, creo que es bueno recordar que hace aprox. 35 años España tenía un plan industrial (la reconversión industrial) que transformó de manera profunda el sector secundario.
    Ese plan se ejecutó con dureza y determinación, obligado por el entorno mundial y la mejora de la competitividad.
    En la actualidad el contexto es diferente, aunque hay razones de peso para poner en marcha otro plan. Lo único que tenemos es un concepto (Industria 4.0) con tímidas acciones, multitud de estudios e informes, autodiagnosticos, pero vacío en sus políticas a medio plazo, y por supuesto nada que se parezca a una verdadera política de “neoreconversión industrial” que elimine lo no competitivo y refuerce lo competitivo.
    Sobre el sector agrícola, 100% de acuerdo en todo, la profesionalización de la gestión es la verdadera “reconversión agrícola” necesaria para reducir su dependencia de las subvenciones.

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