El Velar es un espectáculo y esto es así desde que, con la llave en el bolsillo, nos aproximamos al más joven socio del exclusivo club Range Rover: los tiradores de las puertas que permanecían escondidos salen al estilo de muchos prototipos de salón. El espectáculo continúa con un diseño muy aerodinámico y unas muy grandes ruedas que trasmiten sensación de fortaleza y dinamismo.
Una vez en el interior, la impresión de un salto hacia el futuro permanece. El fabricante ha apostado por las pantallas, por 3 en concreto: una en la zona de instrumentación, entre el velocímetro y el cuentavueltas, una segunda posicionada en la parte superior del salpicadero y una tercera en la parte baja de la consola central. Con una definición de televisión último grito, estas pantallas y grafías muy cuidadas nos permiten regular todo con la punta de los dedos.
El motor de la versión probada (cuyo precio es de 64.050 euros) es un cuatro cilindros diésel de 240 CV, que parecía algo pequeño a la vista del tamaño y peso del Velar (1,9 toneladas). Pero estábamos equivocados. Cuando salimos de parado hay una cierta apatía en el bajo régimen del motor pero las prestaciones, aceleraciones y recuperaciones son buenas y en modo Dynamique empuja con ganas. El cambio es suave y agradable.
Excepcional comodidad
Pero lo que más huella nos ha dejado es la excepcional comodidad que ofrece. Da igual las irregularidades, tanto en asfalto como fuera de él. Y si subimos en una versión con suspensión neumática, es una maravilla: el verdadero lujo es eso. Los técnicos de la firma británica nos demuestran de forma muy evidente que confort y un buen comportamiento rutero no son incompatibles. El conjunto trasmite una formidable sensación de seguridad. Se domina literalmente la carretera cualesquiera que sean las condiciones del asfalto o meteorológicas (parte de la toma de contacto la hicimos bajo una tormenta).
También se desenvuelve bien por el campo. Una eficaz trasmisión integral permanente, ayudas electrónicas tanto para ascender como descender y, sobre todo, el sofisticado sistema Terrain Response para adaptar los reglajes en función de la dificultad encontrada le permiten pasar por una zona de nieve, de barro o arena como se espera de un verdadero Range Rover. Y el All Terrain Progress Control permite mantener una velocidad constante, entre 3,6 y 30 km/h, sin necesidad de que el conductor deba preocuparse de acelerar o frenar, sólo de dirigir el vehículo por donde desee para evitar los obstáculos.
Trasmite al volante un elevado agrado de conducción que le acerca a las sensaciones de una berlina. Y en cuanto a comodidad, tras la experiencia del Velar, cualquier otro SUV nos parece casi incómodo. El más joven de los socios del club Range Rover es un gran chico, un good boy, con todos los honores.