Rafa García y Raúl Tamayo son 2 viñadores que comparten proyecto en Ribera del Duero, en el que trabajan con viñedo propio familiar. Su filosofía pasa por un intervencionismo mínimo, tanto en viñedo como en bodega.
“Intentamos respetar al máximo el origen, los suelos y entornos en los que cultivamos uva, respetando la biodiversidad de las viñas”, apunta Raúl Tamayo, viticultor y enólogo.
Poseen 4 hectáreas repartidas en 9 viñas diferentes en la localidad burgalesa de Nava de Roa, donde se localizan parcelas como Acediano, El Espaldón, El Cerral, El Torrubio o La Médica, que integran un mosaico de pequeñas viñas que apenas superan la hectárea de terreno en el caso más extenso. Las cepas más jóvenes tienen en torno a 30 años, mientras que Acediano, el más longevo, supera los 70 años.
Vinos con carácter
Los suelos tienen vocación vitícola. “Esto es más importante de lo que en principio parece, pero si se pretendes elaborar vinos con carácter y profundidad es totalmente necesario, puesto que los suelos pobres son en los que el viñedo se tiene que esforzar para sacar lo mejor y esto conlleva una menor cantidad de uva en el viñedo, pero mayor personalidad”.
Una de las particulares de este proyecto es que no clasifican los vinos por el tipo de crianza, “puesto que la diferencia de vinos viene dada por el origen de la uva, no por el tiempo de barrica”, señala Tamayo, quien añade: “para nosotros lo realmente importante es que el vino se muestre en plenitud en diferentes fases y que tenga capacidad de envejecimiento. Elaboramos vinos donde mostramos la singularidad de cada parcela; en el caso de Naluar, es lo que podríamos denominar un vino de pueblo, que acapara pequeños majuelos desperdigados. No hay 2 añadas iguales y por lo tanto no queremos ir en busca de elaborar 2 vinos iguales y repetitivos. Creemos en el trabajo en el viñedo y buscamos en la bodega el reflejo de la añada en nuestros vinos. Lo único que podemos es interpretar lo que nos ofrece cada año la naturaleza”.
Producción de 17.000 botellas
La previsión de producción para 2023 es de casi 17.000 botellas, repartidas en 9.900 para Naluar; 4.500 botellas de Naluar El Espaldón; y 2.500 botellas de Acediano. García y Tamayo tienen alquilada una zona en una bodega de Piñel de Abajo (Valladolid).
Defender lo auténtico
“Nuestra idea es crecer en valor con los vinos que elaboramos, por lo que la producción apenas varía, pues dependemos de la generosidad de cada año. Sí que hemos observado que cada vez nuevos países se interesan por nuestros productos, fruto de las recientes puntuaciones obtenidas por críticos internacionales, como los 95 puntos Parker a Acediano 2020, y 96 de Tim Atkin y 17,5 puntos de Jancis Robinson a Acediano 2019, precisamente por defender lo auténtico y autóctono de Ribera del Duero”, puntualiza el viticultor.
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