Acaba de comenzar 2013. Gran parte de las conversaciones en estos pasados días navideños han girado en torno a lo de siempre: la crisis. He escuchado frases del estilo a: “lo mal que están las cosas”, “lo que queda por venir”, “aún no hemos tocado fondo”, “los políticos sólo recortan en lo nuestro”, “nos tenemos que ir fuera”, “los bancos siguen igual”, etc.
Después de 5 años de lamentos y quejas por doquier, desde esta tribuna me permito compartir con ustedes mi reflexión sobre cómo pienso que empresarios y empresas deben afrontar el presente año.
Para ello, déjenme que recurra a una expresión taurina que le escucho a menudo a mi amigo John: “hay que recibir todas las mañanas a puerta gayola”. Cada vez estoy más convencido de que, de una vez por todas, los que tenemos la fortuna de trabajar en algo con potencial de transformar las cosas y de aportar valor añadido, debemos de centrarnos en lo que depende de nosotros, en aquello que está en nuestra mano conseguir. Si esperamos que otros nos resolverán las cosas, estaremos descentrándonos de nuestro trabajo y desperdiciando energía. Además, tan importante como lo anterior, lo es la manera en que lo hagamos; desde una actitud positiva siempre será más sencillo mejorar.
Pasemos a un quinto plano, la prima de riesgo, la volatilización bursátil, el cambio euro/dólar y otras tantas cuestiones sobre las que no tenemos capacidad de acción y sobre las que tanto hemos venido hablando; y centremos nuestro esfuerzo en mejorar nuestras empresas, en cambiar aquéllo que sí depende de nosotros, en mejorar los procesos internos, en motivar a nuestros equipos, en analizar la estructura de costes, en gestionar mejor el stock, en analizar otras alternativas financieras, en modular nuestra estrategia y en cientos de detalles que pueden hacer que nuestra empresa perviva a los constantes bombardeos de un entorno hostil que, si bien es cierto que nos afecta, no nos impide tratar de mejorar los aspectos que dependen de la diaria gestión empresarial.
Sin querer parecer un optimista ridículo, concluyo: afrontemos 2013 con pasión, determinación y valentía: a ‘puerta gayola’, ¡allá vamos!
Amigo Eduardo, ante esta batalla cotidiana que deviene de ser empresario en España hoy; me identifico con el enfoque del excéntrico Coronel de caballería aerotransportada del magnífico Apocalypse Now de Coppola, cuando resume en su frase ” me sobran huev.. para hacer surf aquí y se lo voy a demostrar” y mantiene el tipo con su tabla en la cresta, bajo la lluvia de morteros enemiga que arrasa la playa.
Llorar no sirve.
Abrazo
Estimado Carlos: me encanta el símil; me recuerda a otro que escuché hace poco sobre el respeto y admiración de la sociedad prehistórica hacia sus cazadores porque eran los que llevaban la comida al pueblo….Eduardo
Estimado Eduardo, buen propósito para el año en curso. Llevas toda la razón. El pesimismo se ha adueñado de nosotros porque la crisis nos ha conmovido y nos sigue removiendo los cimientos de una economía y de una actividad empresarial que estaba asentada sobre cimientos de falta de valor añadido. La crisis nos ha puesto ante una realidad innegable: hay que ser dueños del destino propio, ser la causa primera y final para alcanzar las metas, asumir la responsabilidad de emprender generando valor y empleo. Sin subvenciones y ayudas estatales. Es un cambio de paradigma que supone riesgo, pero la vida la empresa es riesgo, riesgo y más riesgo.
Gracias por tu comentario querido Salvador. El cambio comienza por uno mismo. Es ridículo obligar a que cambien los demás, sobre todo cuando no lo hacen (políticos) y sin embargo permanecer inmóviles cuando en nuestra mano está hacer cosas. Eduardo
Gracias por el ánimo insuflado a la tropa empresarial y emprendedora.
Un abrazo.
Mientras no nos quedemos en los “medios de la plaza”…, como hacen muchos…
Un abrazo
Estimado Javier, ahí está la clave: no quedarse en medio de la plaza mirando al tendido sin hacer nada. Gracias por tu comentario.
Lo complicado es realizar una buena faena cuando lo que sale de detras de la puerta son unas castas privilegiadas de políticos, sindicalistas, banqueros y estomagos agradecidos, los cuales viven en otro mundo totalmente distinto al del españolito de a pie.
Mientras dichas castas sigan manejando los hilos y dilapidando el dinéro público, los trabajadores no dejarán de perder derechos y los empresarios de verselas moradas para mantener su negocio, de los emprendedores ni hablo pq en este país es ser un suicida.
Un buen amigo mio me decía hace ya unos 10 años que España era un país de chiringuitos y que lo mejor era emigrar. Yo no le creía y la situación de España era bastante buena entonces, pero miren ustedes que sabio era dicho amigo.
Querido amigo: estoy de acuerdo contigo en tu aseveración relativa a las “castas” y que hay que emigrar. A veces no hay otra salida, cierto es. Pero a pesar de las castas, siempre estará algo en nuestras manos por lo que podamos luchar. Ejemplo: ni Rajoy ni Merkel pueden oponerse a que cambie los escaparates de mi comercio o que cambie de proveedores. A esto me refiero en el artículo; el entorno entorpece, pero hay resquicios que dependen de nosotros. Gracias por tu comentario
Creo que tiene razón. Tenemos que hacerlo nosotros y por nuestros propios medios. La pregunta es: ¿Cómo empezamos? ¿Cómo puede un jóven universitario, recién titulado, con ganas de comerse el mundo, hacer algo aquí y ahora?
Estimado amigo: si yo fuese un recién titulado español lo primero que haría sería irme fuera a aprender perfectamente el ingles. Con ello al menos uno no se muere de hambre. Si quieres trabajar por cuenta ajena lo más lógico es irse fuera. Si quieres montar una empresa, aquí se puede hacer a pesar de los pesares. La pena de muchos jóvenes es 1) que no suelen saber idiomas y 2) las ataduras personales que pueden más que las ganas de trabajar. Gracias por tu comentario