Las redes sociales y los comportamientos que se producen en ellas no me dejan de sorprender y éste es para mí uno de sus principales alicientes.
Tengo varios amigos que tienen perfil en distintas redes. Muchos son periodistas y comunicadores. También directivos y algún que otro empresario, éstos son los menos, la verdad. Pero podríamos decir que a los primeros nos va en el sueldo. El uso que suelen hacer los expertos en comunicación de estos zocos de diversidad y conversación está directamente vinculado con su ámbito profesional. Por ese motivo, la mayoría cuida, incluso mima, su presencia en el Social Media. No se lo toman a la ligera, porque saben de la importancia que tiene la imagen que proyectan de ellos y la perdurabilidad de todo aquello que queda por escrito.
Relaciones virtuales
Hay incluso quien atesora un buen número de relaciones virtuales, debido en gran parte a una dinámica actividad propiciada en su propio blog, buen criterio a la hora de elegir las noticias que enlazan o al poner el foco en aspectos formativos y de reciclaje profesional que se derivan de estudios a los que tienen acceso y por su participación en distintas conversaciones y foros. Su frenética presencia les genera un número nada desdeñable de seguidores, en donde aun así yo valoraría más su aspecto cualitativo que cuantitativo.
Sin embargo, esta intensa vida virtual se traslada con cuentagotas a la real y yo bromeo con ellos, porque es una pena que sus contactos y seguidores se pierdan la empatía que derrochan al natural y que por mucho que nos esforcemos no se traslada con la misma intensidad en nuestros tuits o en nuestros artículos. Ellos me rebaten con el gran mal de nuestros días: la falta de tiempo.
Contenidos frívolos
Luego hay otros que compaginan su actividad de comunicadores con el dominio de algún hobby o un deporte o incluso con el conocimiento amplio sobre el apasionante mundo de la gastronomía y la sumillería, por ejemplo, y que escriben en medios especializados sobre estos temas. Sin embargo, no son partidarios de difundir este tipo de contenidos en redes sociales por considerarlos frívolos o snob.
No puedo por menos que contradecirles y rechazar ese exceso de celo o de prudencia; porque para mí el contenido propio y original es una de las grandes satisfacciones que nos ofrece Internet. Cuando leo alguno de sus artículos me apena que no utilicen el amplificador que aportan las redes sociales para compartir con sus seguidores textos con un estilo muy personal, con esa impronta de autenticidad que les hace únicos y les diferencia del resto.
Por eso, a veces me pregunto si la prudencia con la que actuamos en las redes sociales no será excesiva y estemos desvirtuando en cierto sentido la realidad, ya que en el día a día la espontaneidad imprime una frescura que reprimimos en la vida virtual.
Luisa,
Buena reflexión. Cuando se llega a los medios sociales se llega con miedo sin saber muy bien que hacer, que decir o para que utilizarlo. Cada uno lo enfoca de una manera diferente y es verdad, que en muchos casos se pierde la espontaneidad por miedo a exponernos. En cualquier caso, opino que los perfiles más seguidos no son precisamente los más políticamente correctos, si no que utilizan las redes con varios objetivos: cuentan su vida, cuentan sus intereses, opinan y se exponen, algunos, con bastante gracia.
Un saludo,
Hola, Almudena. Gracias por tu aportación, que además tiene mucha razón. Efectivamente, algunos de los perfiles más seguidos son provocadores, e incluso irreverentes. Muchos bastante simpáticos, otros sin embargo, forzados. Y luego están los que son usados para una doble vida que poco tiene que ver con la real, pero eso daría para otro post.
Un saludo.