Ya conocen ese refrán español que dice “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
Pues bien, hay muchos tipos de presunción, pero yo hoy quiero centrarme en 3 porque convivo con ellas y me resultan desde patéticas a sangrantes.
Empezaré por las sangrantes:
1.- Presumir de cómo regateo:
Cuando viajo a los países del tercer mundo y ahora muchos de ellos potencias emergentes, y acudo a los mercados, costumbre que realizo habitualmente, observo y, a veces practico, la técnica del regateo que básicamente consiste en llegar a obtener un precio justo tanto para el vendedor como para el comprador, que en ese momento se fija mediante la ley de la oferta y la demanda. Les confesaré que hay que ser muy hábil y aún así muchas veces resulta agotador.
Por el contrario, en los países desarrollados, hace tiempo que se olvidó esa conducta. Sin embargo, desde que comenzó la crisis se ha vuelto a retomar la antigua usanza, lo que en muchos sectores ha llevado a bajar los precios drásticamente para poder sobrevivir, como ha sido el caso de la publicidad en los medios de comunicación.
No hay duda de que la moderación de los costes ha venido marcada por una economía en recesión donde todos hemos pasado a ser más pobres, pero una cosa es conseguir un precio más justo acorde a los tiempos y otra bien distinta es cebarse con la debilidad de la coyuntura para atornillar hasta el último extremo.
Y más cuando se trata de un medio de comunicación, donde la crisis también se llevó por delante los departamentos estancos y la información fluye con facilidad desde el comercial o gerencial a la redacción, lo que acentúa el riesgo de que nuestro agresivo regateo sea conocido por todos y correspondido por un trato igualmente cicatero.
2.- Presumir de retrasar los pagos:
Esta es otra práctica que se generalizó con la crisis por los graves problemas de tesorería de muchas empresas. Sin embargo y pese a que la situación va mejorando poco a poco y estar vigente una Ley que obliga al pago a un máximo de 60 días, lo habitual es su incumplimiento, incluso por la propia Administración.
Pero una cosa es que la morosidad se haya instalado en nuestras vidas y otra es asistir atónita a cómo alardean algunos directores financieros de retrasar los pagos sine die asfixiando a sus proveedores no tanto por la necesidad de cash, como por el placer masoquista de aumentar el sufrimiento del otro, y a mayor gloria de su experiencia financiera.
Y suscribo lo del punto anterior. De esas prácticas perniciosas es mejor no fanfarronear y menos delante de periodistas.
Además, señores, hace ya mucho que los tiempos han cambiado y en cualquier clase de management lo primero que se enseña es que es preciso considerar a nuestros stakeholders como aliados y no como enemigos, porque entre otras cosas, esa táctica nos hará ganar competitividad.
Terminaré por la patética.
3.- Presumir de lo bien que comunico:
Esta conducta no tiene nada que ver con la crisis económica o quizás sí, porque nos ha forzado a la necesidad de contar lo que hacemos bien para que se nos conozca mejor y consecuentemente vender más.
Y contaré una anécdota. Hace unos días, un director de comunicación de una compañía industrial me confesaba que había aconsejado a su jefe tomar unos cursos de portavocía para mejorar su exposición en público y le contestó de manera despreciativa que él ya dominaba este tema, cuando con dificultad si sabe conjugar una oración de relativo y la empatía brilla por su ausencia.
Menos mal que esta manera de presumir de algunos ejecutivos solo la practican con sus directores de comunicación y que la timidez -que no la falta de conocimientos- les impide alardear de sus dotes de orador ante la Prensa.
Luisa, muy de acuerdo en todo lo que has comentado.
Yo añadiría un punto más:
4.- Presumir de lo bien que defraudo a Hacienda y me dejan.
Hola, Antonio, ese cuarto punto que sugieres creo que daría pie a un serial de post. 😉 Gracias por tu comentario. Feliz viernes!!