En la pasada entrega de los VIII Premios Castilla y León Económica, un momento, entre todos los discursos que se pronunciaron, me impactó. A la hora de agradecer el premio de Honor, Tomás Pascual Gómez-Cuétara, presidente de Calidad Pascual, parafraseando a Unamuno, dijo que él, como el resto de los premiados, se merecía el reconocimiento.
Y debo reconocer que aquella manifestación de merecimiento a mí me encantó (y por los aplausos que se escucharon creo que a más personas).
Sana autoestima
Y me encantó porque reconocer que somos merecedores de aplausos, elogios, reconocimientos, premios o cualquier tipo de valoración positiva que hacen de nosotros me parece un síntoma de alta autoestima, en el sentido más sano. Y me encantó porque pocas veces nos paramos a pensar qué hacemos bien y porqué merecemos lo que tenemos.
Muchas veces confundimos el ser modestos o humildes con infravalorarnos. Y nos empequeñecemos. Pensamos que reconocer nuestras virtudes o méritos es pecar de soberbia. Y nos empequeñecemos.
Pecar de soberbia es manifestar una superioridad en comparación con otros, con el objetivo de que los demás lo sepan o de despreciarlos. Pero saber valorar y reconocer que hacemos ciertas cosas bien (como aceptamos que otras hacemos mal), me parece un gran ejercicio para nuestra autoestima.
Espiral autodestructiva
He visto a muchas personas infravalorarse, no saber o no poder o no querer ver que hacen cosas estupendamente y poner todo el foco en sus errores o en lo que no les gusta de sí mismos. Y así meterse en una espiral autodestructiva, en la que nada de lo que tienen o hacen parece tener valor y si lo tiene, pensar que no lo han merecido. Y he visto a mucha gente hundirse en barrizales, lastrados por el peso de su falta de autoestima, revolcarse en su propio fango y no querer salir.
Por eso estas líneas de agradecimiento y reconocimiento a Tomás Pascual Gómez-Cuétara por mostrar en público una conducta que deberíamos realizar las personas más a menudo con nosotros mismos y deberíamos animar a los demás a hacerlo. El ejercicio de mirar qué hacemos bien y cuánto de bueno tenemos.
Os animo a que, durante un minutillo de nada, miréis a vuestro alrededor y penséis qué habéis hecho bien últimamente y qué cosas buenas tenéis cerca. Y después pensar cuánto habéis hecho por ello, porque seguro que es mucho.
Y que una vez reflexionado sobre ello os digáis: “lo he logrado (o lo tengo) porque me lo merezco. Porque yo lo valgo”.
Enhorabuena! Has sabido explicar perfectamente la diferencia entre autoestima y soberbia. Sigue así.
Gracias por tus palabras y ánimos, querid@ desconocid@
Enhorabuena! Un buen artículo para ayudarnos a reflexionar.
Hoy, eres tú el que lo vales!
Saludos
Gracias por tus felicitaciones Ana!! Saludos.
Muy buena Félix está reflexión.
Que difícil es ver esa línea que separa el ser modestos o humildes con infravalorarnos. Ese minuto “de nada” de reflexión, sin duda ayudará a verla más clara.
Gracias por tus palabras Sara. Ya sabes, a pararse cada día ese “minuto de nada” para ver nuestras cosas buenas.
¡Por supuesto que Tomas Pascual se merecía el premio!, yo no había coincidido anteriormente con Tomas y desconocía su valía, pero cuando oí por su boca explicar lo que realmente debe ser un empresario, pensé para mí: “ojala hubiese muchos como él”, su valor social y humano debería hacernos reflexionar.
Saludos.
Gracias por tu comentario Juan Manuel, como bien dices nos hizo reflexionar para bien. Saludos
Muchas gracias! Son tan pocas las veces que me digo: “me lo merezco” y es verdad y no en pocas ocasiones.
Pues ya sabes Celia, ¡¡a decírtelo más veces!! Muchas gracias por tu comentario.
Pues ya sabes Celia, ¡¡a decírtelo más veces!! Muchas gracias por tu comentario.
La verdad es que me ha encantado el artículo. Considero que el couching es primordial para la salud mental de la gente.