Luisa Alcalde
Cuando traspasas el umbral de estos selectos hoteles, te envuelve una atmósfera de tiempos pasados. Son lugares fascinantes que te cautivan al instante para embaucarte en un viaje asombroso por distintos pasajes y espacios cargados de crónicas y leyendas
En ese mágico periplo puedes convertirte en una de las muchas celebridades que han pernoctado bajo sus vetustos techos. Los establecimientos elegidos poseen el sabor añejo de un gran vino, la decoración inmemorial de sus antigüedades y el ambiente secular de sus huéspedes legendarios.
¿Quién de ustedes no se ha sentido alguna vez como un rey al dormir en una cama con dosel, como un alto mandatario al sentarse en un escritorio del siglo XVIII o como una celebridad al tomar un cóctel en un piano-bar? Pues ése es el tesoro que esconden los hoteles seleccionados, que atraen con la fuerza de un imán para convertir nuestra vivencia en inolvidable.
Jerusalén
Con categoría de 5 estrellas, el Hotel King David es la mejor opción que ofrece Jerusalén (Israel) para respirar el ambiente de este legendario establecimiento protagonista de numerosas cumbres políticas y acuerdos que han marcado el devenir del siglo XX en esta zona del planeta.
Originario de 1931, el vetusto complejo ha sido testigo del paso por sus longevas estancias de multitud de personajes ilustres y famosos, como Nixon, Mandela, Liz Taylor, Gregory Peck o Madonna, entre otros. Aunque ha conservado su decoración antigua tanto en áreas comunes como en habitaciones, lo que le otorga un sabor genuino, ha dotado a sus estancias del confort necesario en la actualidad, no en vano se trata de uno de los hoteles más lujosos de Israel.
Cuenta con gimnasio, peluquería y una piscina exterior desde donde se puede observar una magnífica panorámica de las murallas renacentistas de Jerusalén y de la ciudad vieja, que también se tiene desde las habitaciones, amplias, con muebles de calidad y terraza. El hotel posee además un bar de cócteles y un restaurante especializado en carnes. En 1946 fue, tristemente, noticia de alcance internacional ya que un atentado terrorista, perpetrado por la organización clandestina judía Ezte, destruyó los siete pisos del ala sur del hotel que en esa época albergaba el Gobierno Civil del Mandato Británico de Palestina, el Cuartel General del Ejército y la División de Investigación Criminal, causando la muerte a más de 90 personas.
Cartagena de Indias
Intramuros y con vistas al mar se sitúa el Hotel Convento de Santa Clara, construido en el siglo XVII en pleno casco histórico de Cartagena de Indias en el caribe colombiano, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Con categoría de 5 estrellas, este edificio histórico se ha convertido en el establecimiento más elegante de la ciudad. Entre sus joyas, el claustro que acoge un trocito de floresta tropical con fauna y flora autóctona, incluidas unas ranas silvadoras y un colorido tucán. En una de sus alas se sirve el desayuno bufé, magnífico sobre todo por sus frutas y zumos tropicales. En otro pasillo se pueden degustar especialidades de la cocina francesa con fusión cartagenera que ofrece su restaurante principal, o si se prefiere algo más frugal, como unos ceviches, hay otro rincón gastronómico menos formal.
Con 122 habitaciones y 17 suites, las estancias son amplias y habitualmente están situadas frente a la piscina. Si la planta es la cuarta, se puede gozar de una buena panorámica sobre el mar Caribe y ver la que fuera la morada del genial escritor colombiano Gabriel García Márquez, que vivió allí sus últimos años.
Machu Pichu
El verdadero lujo del Beldmon Sanctuary Lodge es su ubicación frente a la puerta de entrada al parque Machu Picchu (Perú), considerado como una de las 7 nuevas maravillas del mundo. La ciudad perdida e inexplorada por los conquistadores españoles se cuela por las ventanas de este espléndido hotel construido hace varias décadas pero renovado en 2001, que guarda un agradable ambiente colonial muy acorde con la vegetación selvática que rodea el complejo.
Con 30 habitaciones, su exclusividad está asegurada, al igual que el placer único de pasear Machu Picchu al amanecer cuando aún no han subido los miles de visitantes que inundan las laberínticas callejuelas de esta bellísima ciudadela inca. La reducida dimensión de sus baños decorados en mármol contrasta con la amplitud de sus habitaciones, algunas con acceso a la azotea superior. Las zonas comunes se extienden al hall, restaurantes y bar, donde se puede degustar un pisco sour -un cóctel considerado bebida nacional- a media tarde para ver morir el día en las cumbres del Huayna Pichu.
Benarés
En Benarés, edificada a orillas del río Ganges en honor del Dios Siva, una de las ciudades más antiguas del mundo, habitada desde hace más de 3.000 años y la capital más sagrada de la India, se construyó a finales del siglo XVIII lo que daría origen al Hotel Nadesar Palace. Levantado en honor de la diosa Nadesari, cuyo templo se ubica frente al palacio, es un oasis de paz en una de las ciudades más caóticas del planeta, porque a Benarés se la ama y se la odia, te atrae y te repugna, te hipnotiza y te zarandea, te fascina y te atormenta, te apacigua y te quebranta.
Por eso, se hace más necesario si cabe un remanso de sosiego, donde tomar aliento tras el impacto diario de esta urbe donde habita demiurgo de la India, el principio activo de este mundo que conjuga el fervor espiritual con la inmundicia humana. Con solo diez suites, decoradas con la colección de arte del maharajá, el Nadesar Palace ha garantizado la exclusividad a huéspedes tan ilustres como la Reina Isabel II de Inglaterra o el Dalai Lama.
Cataratas Victoria (Zambia)
El mayor atractivo del Royal Livingstone es que permite a sus huéspedes disfrutar de una de las 7 maravillas naturales del mundo casi en exclusividad, porque al alojarse en este lujoso hotel de estilo colonial se tiene acceso directo a las Cataratas Victoria, lo que posibilita saborearlas en horas en las que apenas hay visitantes.
Así, en soledad uno puede imaginar lo que sintió el doctor Livingstone cuando las descubrió en 1855 y las puso el citado nombre frente al mucho más poético -el humo que ruge- dado por los nativos de Zambia. Ese rugido se cuela por las habitaciones construidas en edificios coloniales distribuidos dentro del Parque Nacional Mosi-Oa-Tunya, plagado de monos que intentan robar los alimentos en el desayuno. Unas vallas electrificadas en la ribera del río impiden el acceso de otros visitantes más peligrosos, como cocodrilos e hipopótamos. Las estancias se sitúan frente al río Zambeze, el cuarto por su longitud de todo el continente africano y el más largo de los que desembocan en el Océano Índico, cuya enorme masa de agua se precipita por el cortante desfiladero formando una permanente nube de lluvia que se eleva muchos metros.
Río de Janeiro
Si hay una ciudad imprescindible cuando se viaja a Brasil, ésa es sin duda Río de Janeiro, porque se encuentra esparcida por una de las bahías más bonitas del mundo con una orografía espectacular, caracterizada por agudos promontorios boscosos denominados morros, como el Pan de Azúcar o el Corcovado, un lago interior y sus preciosas playas de Copacabana, Ipanema y Leblón.
Uno de los mejores lugares para alojarse es el Hotel Copacabana, situado en uno de los arenales más famosos del planeta que le da nombre. Inaugurado en 1923, su construcción se inspiró en el Negresco de Niza y en el Carlton de Cannes y es considerado una joya neoclásica. Perteneciente al Grupo Orient Express, ha resistido a la presión inmobiliaria gracias a que fue declarado Patrimonio Artístico y Cultural del país. Con categoría de 5 estrellas lujo, sus 225 habitaciones y 7 suites han acogido a famosos como Edith Piaf, Marlene Dietrich, Ava Gardner, Brigitte Bardot, Janis Joplin, Humphrey Bogar u Orson Welles.
Sus estancias son confortables y decoradas con mobiliario clásico de calidad. Destacan sus baños, que conservan el encanto de los azulejos de influencia portuguesa de principios del siglo pasado. El hotel cuenta con spa, gimnasio y una gran piscina exterior.
Cracovia
La antigua sede de los canónigos de Cracovia (Polonia), el único edificio gótico de la calle enclavado entre palacios renacentistas, acoge el Hotel Copernicus, que rezuma historia por sus paredes en forma de frescos de la Edad Media y del Renacimiento.
Construido en el siglo XIV y renovado en 1998, debe su nombre a su morador más ilustre, Nicolás Copérnico, cuya imagen preside la recepción del establecimiento y su logotipo hace referencia a la teoría heliocéntrica que desterró la idea de que la tierra era el ombligo del universo, dando lugar a una nueva era. Sus apenas 30 habitaciones, de las que ocho son suites, se distribuyen alrededor de un patio interior logrado tras la unión mediante una cúpula acristalada de dos espacios adyacentes, bajo la cual se sirve el desayuno.
El hotel cuenta con una piscina climatizada y una sauna en los sótanos bajo una bóveda de medio punto, además de un pequeño gimnasio. Una de las principales ventajas de este coqueto establecimiento es su ubicación privilegiada dentro del casco histórico en una de las calles más antiguas y con mayor encanto de Cracovia que une el Castillo de Wawel y la Catedral con la Plaza Mayor.