El otro día asistí a una charla informal entre un reducido grupo de empresarios que hubiera hecho las delicias del Valle-Inclán más esperpéntico. Estábamos hablando de la maraña burocrática que afecta a las empresas españolas, cuya actividad, según los expertos, está regulada por cerca de 100.000 normas y además deben de estar atentas al casi millón de páginas de boletines oficiales publicadas cada año en este glorioso sainete conocido como España.
Nuestros estajanovistas políticos compiten entre sí con una frenética actividad legislativa promovida por 18 parlamentos (el español más los 17 autonómicos), a la que habría que añadir la producida por los 8.122 ayuntamientos de nuestro país. Cada Administración defiende con uñas y dientes sus competencias y regula sobre todo lo que se le ponga a tiro con un paroxismo que termina afectando a la competitividad empresarial, ya que en España los costes administrativos representan casi el 4,5% del PIB, cuando en los países nórdicos rozan el 1,5%. Nuestros gobernantes (nacionales, autonómicos, provinciales y municipales) parecen ignorar que una mayor regulación y carga administrativa reduce la productividad de la economía real pese a los numerosos informes que advierten sobre la lacra del papeleo.
Casos reales
Pero veamos casos reales. En la citada conversación, estos empresarios expusieron hechos que parecían sacados de El Club de la Comedia. Así, uno nos comentó que acababa de desarrollar una infusión con 2 elementos naturales (menta y manzanilla, o compuestos similares) que es calificada como alimento ecológico en unas regiones mientras que en otras tiene consideración de medicina, por lo que para su comercialización debía pedir autorización a Sanidad.
Otro, que posee una compañía de transporte de viajeros, nos confesaba preocupado que en algunas líneas de autobuses que atravesaban 3 ó 4 regiones era imposible cumplir con las normativas de todos los territorios “porque el servicio sería inviable o tendría que cobrar a los pasajeros un precio más caro que si vuelan en business class a Nueva York”.
Otro tercero dijo que su caso era más sangrante. Este dueño de una funeraria con presencia en casi toda España apuntaba que si una persona fallece en una región limítrofe con otra, puede ocurrir que el finado tenga que permanecer en el tanatorio 24 horas antes de su traslado al camposanto, cuando ese mismo viaje en dirección contraria no requiere de esa espera. Se producen situaciones tan disparatadas que una persona fallecida en Ágreda puede ser llevada a Ponferrada, a casi 500 kilómetros de distancia, en el mismo día por encontrarse dentro de una comunidad autónoma; mientras que si el cadáver está al norte de Madrid, a escasos kilómetros de Ávila, debe permanecer en el tanatorio un día entero antes de iniciar el que será su último periplo. Hay que tener paciencia hasta cuando eres un fiambre.
Por eso, no es de extrañar que el cuarto empresario que estaba presente, un veterano industrial con varias factorías tanto en España como en el extranjero, terminara la conversación diciendo: “a mí me resulta más fácil montar 5 fábricas en 5 países diferentes que en 5 comunidades autónomas españolas”. Parecía una hipérbole, pero todos le creímos a pies juntillas.
En la cuenta de PyG debería aparecer una nueva línea que se denominara Gastos Burocráticos. 17 comunidades, 17 reinos de Taifas en muchas ocasiones y falta de coordinación legislativa entre ellos. A menudo incluso competencia. La unidad de mercado en España es una de las necesidades que clama al cielo si queremos que nuestras empresas realmente sean competitivas.
Ergo… ¿votamos por eliminar las competencias legislativas de las CC.AA.? Y en ese caso, ¿cómo justificarían su sueldo nuestros políticos autonómicos? La solución sería convencerles de lo obvio: que son mucho más útiles cuando no regulan nada. Para convencerles propongo pagarles el doble a cambio de asumir un compromiso: no hacer nada. Y si lo hacen bien… ¡el triple!
Y nos saldría mas barato
Muy buen articulo. Describe la realidad española, es decir, las zancadillas que pone la administración a las empresas sin ninguna logica.