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Mercedes-Benz SLK 250 CDI, ¿es posible mezclar agua con aceite?

Pasa de 0 a 100 kilómetros por hora en 6,7 segundos, alcanza los 243 km/h y no consume más que 4,9 litros a los 100 kilómetros de media
El Mercedes SLK tiene una estética inspirada en su hermano mayor el SLS AMG.
El Mercedes SLK tiene una estética inspirada en su hermano mayor el SLS AMG.

Si hay 2 elementos que se pensaba tan imposibles de mezclar como el agua y el aceite era el de roadster y diésel. Que un descapotable de 4 plazas adopte una mecánica diésel ya no nos extraña. Esos motores generalmente tranquilos y bien insonorizados resultan asumibles para rodar tranquilamente en una buena carretera o en autopista a 2.000 rpm.

Pero con un coche como el Mercedes SLK, con una estética inspirada en su hermano mayor el SLS AMG, eso es sport en la sangre. Y ya se sabe, el sport transpira octanos, es decir, gasolina. Y, sin embargo, es el logo 250 CDI el que vemos en el maletero de nuestro SLK de pruebas. Esto quiere decir que bajo el capó está el 4 cilindros 2.2 que mueve habitualmente a los Clase C y E. Como en estas berlinas ofrece 204 CV a 4.200 rpm  y 500 Nm de par desde 1600 rpm. Una potencia que permite, con la ayuda del cambio 7G-Tronic Plus, pasar de 0 a 100 km/h en 6,7 segundos, alcanzar los 243 km/h y no consumir más que 4,9 l/100 km de media.

Apretamos el botón Start y el motor se despierta. Con el techo retráctil aún sobre nuestras cabezas, el 4 cilindros se muestra discreto a pesar de algunos gruñidos lejanos que no dejan ninguna duda sobre el tipo de combustible que consume. Pero aunque la temperatura exterior está en los 10 grados y caen algunas gotas de lluvia, accionamos un mando oculto en la consola y el techo desaparece en el maletero en 20 segundos para que podamos saborear el espíritu del roadster que sólo se debe capotar (como indican los ingleses) cuando llueve mucho.

Con el motor aún frío en las arrancadas impuestas por el sistema Start&Stop, el diésel se deja notar. En cuanto salimos a la carretera el primer pisotón sobre el pedal del acelerador nos muestra que si bien bajo el capó no hay ningún V6 sino un modesto 4 cilindros de 204 CV, su par motor de 500 Nm nos va a dar muchas satisfacciones.

Pero nos tienta meternos en una carretera más tipo montaña. Y el SLK se adapta perfectamente a este marco. La dirección hidráulica es un verdadero regalo, comunicativa y precisa. Si tenemos el paquete Sport podemos incluso endurecer la amortiguación tocando un botón. Por supuesto, el consumo no resulta tan reducido como anuncia la marca, pero los 10 litros en conducción muy dinámica nos permiten pensar que los 7 litros de media reales son una cifra alcanzable sin problema.

Entre turismo y sport, el  SLK 250 CDI se orienta al paseo sin por ello renunciar a calentar las cubiertas de vez en cuando.

Santiago de Garnica

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