El Mini nació para la ciudad, el Countryman para escapar de ella. Esta segunda generación ha crecido 20 centímetros en longitud (ahora mide 4,29 metros), 3 centímetros más en anchura y una mayor distancia entre ejes, lo que se traduce en un habitáculo con más espacio para los ocupantes y un maletero con 100 litros más de capacidad (450 en total).
En el interior, los acabados, sin alcanzar el nivel de perfección de un BMW, han progresado de forma espectacular hasta el punto de poder compararse con los mejores compactos o con rivales como el Audi Q2. Nos reencontramos con el ambiente Mini al tiempo que algunos aspectos relacionados con la conectividad han progresado, sobre todo gracias al Mini Connected, un asistente de movilidad personal que entre otros servicios nos proporciona la hora óptima de salida en función de las informaciones de tráfico disponibles.
Otra novedad en este campo: el Mini Find Mate, una herramienta integrada en el sistema de navegación que nos permite localizar diversos objetos a condición de que se les equipe previamente con una baliza. La señal nos llega a nuestro smartphone.
Todas las plazas son amplias. En el plano práctico hay que resaltar la funcionalidad de la banqueta trasera, de serie deslizable longitudinalmente 13 centímetros y con los respaldos abatibles en partes e inclinación del respaldo regulable.
Por cierto, ¿quién no se ha sentado en el reborde del maletero para cambiarse los zapatos o las playeras? Al menos eso han pensado en Mini y así nos proponen en opción el Picnic Bench, un práctico soporte acolchado que se apoya en el umbral del maletero para sentarnos con cierta comodidad.
En ciudad se desenvuelve bien, pero no es el Mini capaz de introducirse en cualquier hueco o girar en cualquier calle. Y en carretera no tenemos esas sensación de agilidad inmediata que se espera de un Mini, ese tacto de kart. Las suspensiones, sin perder efectividad, han ganado claramente en confort y la dirección es más comunicativa. Y poco ruido pues el motor diésel de la versión probada, el Cooper D con 150 CV de potencia, es silencioso.
Este diésel 2 litros de 150 CV está perfectamente a la altura en cuanto a prestaciones y eso que ya ha de mover una masa importante. Respecto a los consumos, el Countryman Cooper D se ha mostrado en la prueba comedido con una media de 6,5 litros, con una conducción en general a ritmo elevado.
El Mini Countryman ha crecido tanto que ha pasado de ciudadano a compacto con cierto carácter de SUV. Para amantes de la nieve o del campo, son recomendables las versiones 4×4.
El precio de partida del Countryman Cooper de gasolina (136 CV) sale por 27.800 euros y si es All4 (tracción total) por 30.000 euros que es el precio de la versión probada, el Cooper D con solo tracción delantera. Y el Cooper SD Countryman ALL4 y cambio automático, con 190 CV, por 37.600 euros.