De mi grupo de amigos íntimos, tengo la satisfacción de que sus hijos, después de una excelente formación académica tanto en Castilla y León como en el extranjero y el aprendizaje de idiomas, han conseguido un atractivo empleo que satisface sus primeras aspiraciones laborales en un competitivo mercado que abordan con el ímpetu y las inagotables fuerzas propias de la juventud.
El único problema es que todos han encontrado trabajo fuera de Castilla y León, la mayoría, cómo no, en Madrid, con lo que mi ámbito social más cercano refleja a la perfección los fríos datos estadísticos que demuestran que nuestra comunidad autónoma es una mina de talentos, de la que se benefician otros territorios. Un tema muy grave, pues con nuestros presupuestos, con nuestros impuestos y con nuestras inversiones ayudamos a otras regiones a ser más competitivas al quedarse con nuestros cerebros más cualificados.
Séptima región con mayor tasa de fuga de talentos
Según un estudio del pasado año, Castilla y León es la séptima región española con mayor tasa de fuga de talentos, una posición alarmante en una comunidad autónoma que sufre una ¿inexorable? despoblación y un progresivo envejecimiento de sus habitantes y, por supuesto, de sus trabajadores, ya que casi cuatro de cada diez personas en edad de trabajar en nuestra región tienen hoy entre 51 y 64 años. Si nuestros jóvenes cualificados emigran a otros territorios, será imposible revertir esta tendencia que nos empobrece y vacía de la vitalidad necesaria para dinamizar el desarrollo económico de esta tierra.
Otro informe publicado el pasado año destaca que el perfil del emigrante de Castilla y León es el de una persona joven, con estudios universitarios y una alta cualificación, que trabaja por cuenta ajena y que generalmente no retorna a su lugar de origen, debido, entre otras causas, al desajuste entre la oferta de trabajo y el nivel formativo de la población. Esta sobrecualificación es el resultado de que ni las empresas castellanas y leonesas resultan atractivas para estos licenciados, pese a las dificultades que tienen para buscar profesionales pues no encuentran candidatos para cerca de 13.000 empleos; ni las universidades ajustan su oferta formativa a las cambiantes necesidades del tejido empresarial. Para agravar aún más el problema, el citado estudio señala que quienes llegan a Castilla y León procedentes de otros territorios presentan un nivel educativo inferior al de los castellanos y leoneses que se van y además las personas con titulación universitaria tienden a emigrar más que los que sólo tienen estudios de ESO o FP. Es decir, nos descapitalizamos de talento en cantidad y en calidad.
Soluciones a través de la colaboración
Hasta aquí el diagnóstico de un problema tan grave que requiere buscar soluciones a través de la colaboración entre empresas, universidades y administraciones públicas. A vuela pluma, habría que empezar a trabajar ya en mejorar la imagen de Castilla y León entre los jóvenes como una zona atractiva para su desarrollo profesional (ahí tienen ahora el caso de Andalucía y más en concreto de Málaga); estrechar la relación entre el mundo empresarial y el universitario para ajustar la formación académica a los perfiles con mayor demanda y de paso dar a conocer entre los jóvenes el desconocido tejido empresarial de nuestra comunidad autónoma; impulsar transiciones sensatas de la etapa formativa a la laboral mediante la FP y la Universidad Dual; fomentar el emprendimiento; aprovechar el auge del teletrabajo tras la pandemia para que esos empleados cualificados puedan ejercer su labor incluso en poblaciones pequeñas, de las que andamos sobrados, y cuyo estilo de vida se ajusta a las nuevas tendencias de la sociedad; o aumentar las deducciones y subvenciones para la contratación de esos perfiles, entre otras iniciativas.
Por cierto, los hijos de mis amigos, de momento, no piensan regresar a Castilla y León para vivir. Tal vez nunca vuelvan, como mucho para visitar, esporádicamente, a unas familias mermadas por una secular emigración.
Castilla y León Económica
Quizá sí regresen, Alberto. A cobrar su jubilación como tantos otros que han retornado, dinero que, una vez más, saldrá de las arcas de nuestra región. Es decir, balance económico más que negativo