Pues sí, me gustaría ser sueco, y no por complejos físicos propios del landismo más rancio, aquél en el que nuestro Alfredo Landa perseguía a las diosas nórdicas de rotundos cuerpos por las playas españolas en esas entrañables películas rodadas en los 70, sino por la sociedad que han sido capaces de construir entre todos. Asistí la semana pasada a la conferencia de Mauricio Rojas, un chileno que fue diputado en el Parlamento de Suecia en la Legislatura 2002-08, dentro de una jornada de EFCL en la que nos expuso las medidas adoptadas por nuestros vecinos vikingos para superar su brutal crisis de los años 1991-93. Y les han funcionado a tenor de los datos: es el único país con superávit fiscal en la UE de los 15 (0,3%), frente al -8,5% de España en 2011; su deuda pública se sitúa por debajo del 38,4%, frente al 68,4% de la española; y posee la tasa de empleo más alta de la UE con el 84% de la población, por el 61,6% de la nuestra, entre otros guarismos.
¿Y qué hicieron para reinventarse? Mauricio Rojas intentó explicarnos en su conferencia algunas de las medidas desarrolladas por los suecos, que son de una lógica aplastante, aunque más de uno pensamos que serían imposibles de aplicar en esta España de opereta. Con lo fácil que resulta copiar lo que funciona; pero no, aquí los políticos prefieren perder el tiempo y los escasos recursos en inútiles debates con los que la clase extractiva de rentas (según el feliz término apuntado por César Molinas) intenta justificarse el sueldo.
Siempre con el consenso como bandera -Rojas reconoció que durante su estancia en el Parlamento sueco se llegó a aburrir por esa cultura del acuerdo, “mientras que los latinos preferimos la confrontación”-, los suecos diseñaron políticas a largo plazo en las áreas estratégicas del país (servicios sociales, innovación, sistema de pensiones) que se han mantenido gobierne quien gobierne. No como en la cortoplacista España, donde ya he perdido la cuenta de las reformas en la Educación, por poner sólo un ejemplo. Más cosas que hicieron nuestros vecinos nórdicos: reducir al mínimo la clase funcionarial; equiparar la normativa laboral de los empleados públicos con la que rige el mercado privado; introducir la libertad de elección de los servicios públicos (escuelas, hospitales), con lo que fomentan la competitividad; crear un sistema de pensiones separado del presupuesto estatal para evitar que se convierta en una carga inasumible en épocas de crisis; premiar el retraso en la jubilación; establecer pensiones variables según la sostenibilidad del sistema, de forma que no garantizan una cantidad fija para toda la vida con el fin de estimular el ahorro de los ciudadanos a lo largo de su vida laboral; bajar los impuestos al trabajo y reducir el nivel de los subsidios por paro; limitar las prestaciones por el desempleo en el tiempo y exigir contraprestaciones a los beneficiarios; imponer la transparencia a todos los servicios públicos; y aprobar el copago por atención sanitaria y por medicinas (según Rojas, los suecos van al médico 3 veces menos que los españoles y no es por un tema de salud), entre otras medidas.
Conciencia colectiva
Esas iniciativas van mucho más allá de las cifras ya que los suecos han conseguido crear una cultura ciudadana en la que los contribuyentes consideran los recursos públicos como algo propio, por lo que exigen eficiencia en su gestión, denuncian el malgasto y la ineptitud, tienen tolerancia cero con los casos de corrupción y fomentan la responsabilidad del individuo dentro de la sociedad. No les voy a decir que Suecia sea el paraíso (ahí está el magnicidio sin resolver de Olof Palmer o los casos del maltrato a las mujeres, el racismo y la permisividad a la extrema derecha denunciados por el periodista Stieg Larsson y que le sirvieron de inspiración para escribir la trilogía Millennium), pero ha demostrado tener la madurez y la inteligencia suficiente para superar una aguda crisis y situarse 2 décadas después como uno de los países más prósperos del planeta pese a tener una reducida población y escasos recursos naturales. ¿Será España capaz de copiar ese éxito? Mauricio Rojas no se atrevió a pronosticar nuestra evolución, aunque terminó su conferencia con las fotos de las multitudinarias manifestaciones contra los planes de ajustes y de la Diada de Cataluña. Se admiten apuestas.
Estimado Alberto. No apuesto porque sé la respuesta y eso es hacer trampa
Hola Miguel Ángel, ojalá no fuera tan clara la respuesta.
Un abrazo.
Hace una décadas pronostiqué la enfermedad que en estos momentos estamos padeciendo (dirán que es fácil decirlo ahora),, no soy conocedor de ninguna parte de Europa, ni de los sistemas de gobierno, pero soy una persona que vive, observa, y sobre todo piensa. Que bonito es reconocer que hay sociedades “menos vividoras” que han evolucionado social y cultural mente, ¿donde estábamos nosotros en esos momentos…?. Nadie se encargó de decir al país, lo que desde siglos se sabe, lo de los “siete años de riqueza y despilfarro, trae otros tantos de pobreza y miseria”.” todo país (pueblo) que olvida su historia, está condenado a volver a vivirla”, “cuando las barbas de tu vecino veas pelar hechas las tuyas a remojar”. “El que come y deja, dos veces pone mesa”, etc.., es tan rico el refranero FUENTE DE EXPERIENCIA Y SABIDURÍA.
Un saludo.
Hola Julián:
Pues sí, el refranero español es toda una fuente de sabiduría, incluso para los temas económicos. Somos un pueblo viejo con una larga historia donde se ha visto de todo, y lo que nos queda.
Saludos y muchas gracias por participar en este blog.
Buenos días.
Yo sé la respuesta ¡si,yo!.
La respuesta es… “salvese el que pueda y el que venga despues que arree”.
Una pena, pero si lo piensas bien, que otra cosa podemos hacer, solucion: sobrevivir.
Hola Benjamín:
O como dicen algunos: el último, que apague la luz.
Saludos y gracias por participar en este blog.
Mucho me temo que la solución sieca aquí no funcinaría nunca; va contra nuestros principios más ancestrales. No nos olvidemos que estamos en un país que ha encumbrado a los amigos de lo ajeno (pensaba en Luis Candelas o el Tempranillo….que tienen museo propio)
ISABEL
Hola Isabel:
Al menos habría que tener la valentía de intentarlo.
Un abrazo.