Pocas ciudades en España se han transformado tanto en los últimos años como Bilbao. Un cambio trascendental que ha venido de la mano del arte y la arquitectura -no en vano la construcción del museo de Guggenheim marcó un antes y un después en la imagen internacional que proyectaba la capital vizcaína, lo que sirvió como polo de atracción del turismo internacional-; la desaparición del terrorismo, lo que dulcificó la idea de urbe peligrosa y violenta; y la recuperación medioambiental de la ría Nervión, que convirtió la negrura de sus aguas y sus márgenes, incluidas sus industrias, muchas de ellas en proceso de reestructuración, en un urbanismo amable con amplios parques y espacios habitables, a lo largo de la regeneración de sus riberas fluviales.
Ahora es un verdadero placer recorrer sus calles y sus elegantes avenidas del centro, de animado ambiente comercial; disfrutar del diseño señorial de sus edificios próximos al Guggenheim, al puente de Calatrava o a la torre de Iberdrola; sentir el ritmo auténtico de barrios de inspiración inglesa como el de Irala, cuyas casitas de colores construidas por los arquitectos Federico Ugalde y Enrique Epalza le han dado el sobrenombre del Notting Hill de Bilbao; o adentrase en las Siete Calles, el casco viejo que conforma el núcleo originario de la ciudad.
Cocina en miniatura
Y es precisamente por ese barrio con solera, por donde hay que perderse para disfrutar del deleite de la cocina en miniatura, no sin antes acercase a comer unas excelentes ostras en El Puertito, o probar algún buen pincho en las barras del Indusi o de El Globo. Como aperitivo a las Siete Calles, se puede pasar por el Mercado de la Ribera, considerado el mercado cubierto más grande de Europa, donde además de la venta de productos de temporada, hay una zona dedicada a la gastronomía y es aconsejable inspeccionar su oferta y, por su puesto, saborear algunas opciones de su enorme variedad de gildas en Casa Loren.
En el Casco Viejo, la disyuntiva se presenta en cada calle, al no saber qué elegir ante la abultada oferta, y no digamos en la Plaza Nueva, en la que el nivel de concentración es aún superior, y donde destacan Víctor Montes, Charly, Sorginzulo, por nombrar sólo unos pocos.
Parrilla
Para una comida más reposada centrada en la carne, Amaren es una opción muy acertada. Este templo de la carne de buey, en el centro de Bilbao, está considerado como uno de los mejores restaurantes del mundo especializados en parrilla, por la prestigiosa lista World´s 101 Best Steak Restaurants.
En un ambiente sofisticado, la oferta de carnes de vacuno y la calidad de sus cortes es muy interesante y conforma el núcleo de su carta; aunque también se puede saborear chistorra a la brasa, pimientos de huerta, alcachofas de Tudela de temporada a la parrilla, boletos salteados, cocochas de bacalao a la parrilla con pil pil de hongos, atún rojo salvaje o lomo de bacalao a la parrilla, entre otras muchas opciones. En este templo de la carne, el servicio es atento y profesional.
Clasicismo
Para disfrutar de una excelente ubicación en el centro de la capital vizcaína y del confort de un establecimiento de 5 estrellas, el Hotel Carlton es una magnífica elección. Se trata de un elegante edificio construido entre 1919 y 1926, por el arquitecto de origen vasco-inglés, Manuel María Smith Ibarra, en estilo segundo imperio francés, con disposición triangular y sus característicos ángulos achaflanaos.
En su interior, donde sobresale el esplendor de su clasicismo y el hall central, cubierto de su emblemática vidriera emplomada por la que se cuela la luz, las habitaciones se disponen a lo largo de seis plantas y resultan muy confortables, con todas las comodidades necesarias en el siglo XXI. También cuenta con su restaurante Artagan, parking y varios salones para organizar eventos.