Por mi profesión, asisto a numerosos actos y jornadas en las que uno o varios ponentes exponen sus reflexiones y luego habitualmente hay un turno de preguntas.
Dependiento de la organización, este espacio para las preguntas está abierto al público o por el contrario está regulado mediante la fórmula de escribirlas en unas tarjetas, que luego son leídas por el moderador y así se evitan situaciones incómodas por un lado y por otro, se sintetiza el número de cuestiones.