Hace un par de semanas me llamó Paco Somoza, un conocido arquitecto artífice de una gran parte de la restauración del casco histórico de Zamora, ciudad a la que profesa pasión, y no es para menos, ya que tras su intervención ha sido recuperada para el disfrute de todos como una joya del románico urbano tachonada de otros atractivos como sus murallas, su paseo fluvial y sus edificios modernistas.
Somoza me avanzaba que me iban a telefonear de Siete60, una consultora que ofrecía servicios de abogacía, gestoría y diseño gráfico para convocarme como invitada especial a la Segunda Velada de Jóvenes Empresarios de Zamora. Confieso que me honró que hubieran pesando en mí y me suscitó un impaciente interés.
Cuando Adrián Domingo, uno de los responsables de Siete60, se puso en contacto conmigo, me explicó que ante la falta de actividad del asociacionismo empresarial local, ellos habían decidido movilizar a jóvenes emprendedores y autónomos en estas veladas. Se trata de una iniciativa, que se celebraba por segundo año consecutivo con vocación de continuidad, y que tiene el objetivo de aglutinar las inquietudes, anhelos y proyectos de estos muchachos de entre 20 a 30 años que en la mayoría de los casos ya habían puesto en marcha sus propios negocios, para compartirlas a través del networking que genera el encuentro.
Éxitos y fracasos
Como se pueden imaginar me encantó la idea y acepté encantada asistir a la reunión. Domingo me pidió una intervención distendida que ahondara en mensajes motivadores con una visión global. Yo les expliqué de manera sintética y de forma muy personal el periplo de Castilla y León Económica durante estos veinte años de existencia y cómo habíamos conseguido consolidar un medio de comunicación en plena tormenta perfecta. Les hablé de los éxitos y de los fracasos y desde la humildad les di algunas claves que a nosotros nos habían servido a la hora de emprender y otras tantas características que a mi modo de ver debe tener un empresario.
Sin apoyos públicos
Sin ningún apoyo público, los precursores del encuentro habían contactado directamente con los emprendedores a los que habían invitado asumiendo todos los costes de la organización (invitaciones, photocall, cóctel y su posterior cena, en la que se exigía etiqueta). De tal forma, que cuando llegué me sentí gratamente sorprendida por la asistencia de casi 40 jóvenes con sus mejores galas que hacían networking en un encantador ambiente y que luego escucharon atentamente mis explicaciones.
Reconozco que me causó admiración la iniciativa y constaté con mucho agrado que a estos jóvenes que han decidido apostar por crear riqueza y empleo en Zamora -una provincia que a simple vista carece de atractivos para emprender-, no les hacía falta mucho impulso, ni mensajes estimulantes. Ellos tenían ideas, energía e imaginación suficiente para convertir en fértil una tierra dura. Y lo más importante, talento para mediante la acción conseguir grandes metas.
Les confieso que la que salió absolutamente motivada de la charla fui yo.
Cada vez más nos damos cuenta, sobre todo en las ciudades pequeñas, cómo hay talento y ganas suficientes ,pero que en muchas ocasiones hacen falta apoyos institucionales para relanzar dar el pequeño empujón, justo lo necesario para conseguir convertir en movimiento el pensamiento. Gracias Luisa por impulsar estas iniciativas