Una vez consolidada la recuperación económica, al menos eso espero, llega la hora de volver a poner el foco en aspectos cruciales para nuestro crecimiento, como es la inversión, tanto privada como pública, en I+D+i y fomentar la vocación por el emprendimiento innovador, porque como dice el periodista y escritor Walter Isaacson, autor entre otros libros de la aclamada biografía de Steve Jobs, “la innovación se produce cuando caen semillas maduras en tierra fértil”.
Con la pasada recesión, la estrategia de las empresas y la política de las administraciones públicas se volvió cortoplacista con el objetivo de cuadrar las cuentas para reducir los números rojos. Ese escenario está, en general, cambiando al aumentar los ingresos tanto de los negocios al registrar mayores ventas en un mercado reactivado como de los gobiernos al incrementar su recaudación vía impuestos y tasas. Por eso, es el momento de recuperar la apuesta por la I+D+i si queremos registrar un crecimiento sano y dejar de depender de actividades más maduras, con menores márgenes y crisis cíclicas.
Alianza empresas-universidad-gobierno
Como señala acertadamente Isaacson, tiene que haber una tierra fértil para que florezca la innovación, donde es imprescindible el abono proporcionado por la alianza empresas-universidad-gobierno (en nuestro caso, Junta de Castilla y León). Los centros universitarios tienen que fomentar el talento y el espíritu innovador de sus alumnos, lo que en Stanford denominan “una sana indiferencia por lo imposible”; las empresas deben poner en valor esas ideas en el mercado para generar nuevos negocios, porque como dice Larry Page, fundador de Google, “con inventar algo no ayudas a nadie, lo que hay que hacer es ponerlo en el mundo, producirlo y ganar dinero con ello para poder financiarlo”; y la administración pública debe de ser tenaz en su apoyo económico a la I+D+i ya que como afirmó allá por 1945 el científico Vannevar Bush en un informe para el Gobierno de EE UU “los avances en la ciencia, cuando uno les da un uso práctico, suponen más empleo, mayores salarios… y más tiempo libre para recrearnos, para estudiar, para aprender a vivir sin los trabajos pesados y soporíferos que han sido la losa del hombre común durante las épocas pasadas”.
En otro brillante párrafo, apunta: “un país que dependa de otros para acceder a los nuevos conocimientos en materia de ciencia básica mostrará lentitud en su progreso industrial y debilidad en su posición competitiva en el comercio mundial”. Insisto, ese informe fue escrito hace 70 años.
Patentes
Castilla y León debe de recuperar el pulso de la I+D+i, que se ha debilitado en los últimos años al descender el número de empresas innovadoras, la participación del sector privado en el gasto en I+D y la inversión en gasto tecnológico, a la vez que el número de patentes se mantiene por debajo de la media nacional. Frente a este panorama algo desolador por los efectos de la crisis, les confieso que una de las mayores sorpresas de los Premios Castilla y León Económica a lo largo de los últimos 8 años es que la categoría al Producto Más Innovador se ha mantenido como la que registra mayor número de candidaturas (casi el 30% del total en la pasada edición). Ese porcentaje refleja que pese a la reciente sequía se mantiene una tierra fértil para la innovación ávida de volver a ser abonada por la inversión público-privada.