Lo dejó bien claro el burgalés Ricardo García, vicepresidente ejecutivo de Benteler para la Región Sur de Europa, en su discurso como Premio de Honor de Castilla y León Económica al Mejor Directivo: lo peor no es formar a los trabajadores y que se vayan a otra compañía de la competencia, lo nefasto es no formarles y que se queden.
En una economía globalizada, por mucho que las grandes potencias vuelvan a aplicar políticas proteccionistas que ya parecían olvidadas, y con unos mercados hipercompetitivos con escasos márgenes en el negocio, la supervivencia de las empresas depende de las personas, de sus directivos y empleados. Que no nos confundan con la Industria 4.0, la robótica, la economía colaborativa, el Big Data, la inteligencia artificial o los social media; hoy, más que nunca, lo que marca la diferencia son los recursos humanos, porque la tecnología se puede comprar inmediatamente, pero optimizar e implicar la materia gris de una empresa es una labor a largo plazo.
Por eso, en el IV Foro Guadarrama organizado el pasado mes de junio en el Hotel Villa Magna de Madrid, que se ha consolidado como el encuentro más importante entre los empresarios de Castilla y León y de la capital de España para buscar sinergias, abordamos como tema principal la innovación en la gestión del talento y en la formación, ya que con tanta revolución digital y tecnológica en las organizaciones corremos el riesgo de olvidarnos del factor humano.
Diversidad
En la actualidad, las plantillas de las empresas se caracterizan por una mayor diversidad cultural y religiosa, la progresiva e imparable llegada de la mujer a los puestos de responsabilidad y la convivencia de hasta 4 generaciones (baby boomers, Generación X, millennials y Generación Z). Todo ello acompañado de la irrupción de las redes sociales, los portales de empleo y la transformación digital. Por eso, la actual gestión de los recursos humanos conlleva una complejidad impensable hace una década.
Al igual que a las empresas se les exige agilidad para amoldarse a los trepidantes cambios del mercado, a los profesionales se les demanda talento líquido (otra vez el feliz término acuñado por el sociólogo Zygmun Bauman), es decir, que sean versátiles, con una gran capacidad de adaptación y con la habilidad de abordar nuevas funciones y procesos con solvencia y rapidez. Ya nadie, sobre todo los más jóvenes, puede aspirar a ganarse la vida haciendo siempre lo mismo ni a trabajar durante décadas en la misma compañía.
Optimizar el talento
Otra tendencia en la gestión de las plantillas, cada vez más extendida, es la tecnología People Analytics, donde se aplica el Big Data para optimizar el talento de los empleados al utilizar los datos para acertar en el diagnóstico y la toma de decisiones del Departamento de Recursos Humanos e incluso prever el futuro comportamiento de los operarios y directivos.
Ante este escenario, el desafío para las empresas de Castilla y León, como me confesó recientemente el fundador de una compañía tecnológica con sede en nuestra comunidad autónoma, es ser lo suficientemente atractivos para captar y retener el talento en nuestra tierra, sin que sea absorbido por ese cercano agujero negro llamado Madrid, que seduce a un elevado porcentaje de nuestros cerebros. Para evitar esta descapitalización de recursos humanos, las compañías castellanas y leonesas también deben de innovar en la gestión de las personas, una tarea mucho más compleja que adquirir tecnología.