En la afortunadamente recuperada Apertura del Curso Económico de Castilla y León, celebrada el pasado mes de septiembre en la Feria de Valladolid y en la que colabora Castilla y León Económica, José Luis Bonet, presidente de la Cámara de España, afirmó que las instituciones camerales dispondrán de cerca de 400 millones en 6 años para mejorar la competitividad de la pymes, una cantidad nada despreciable en una coyuntura con severas reducciones de los fondos destinados a apoyar al tejido empresarial debido a los ajustes en las administraciones públicas.
El también presidente del Grupo Freixenet (501 millones de facturación), a quien admiro por su postura crítica ante el proceso independentista catalán frente al aborregamiento de sus acobardados y pancistas colegas que han perdido el otrora famoso seny, apuntó que las cámaras quieren ser protagonistas del progreso de España, algo que ahora no pueden hacer porque se encuentran atadas de pies y manos (esto último lo digo yo).
Desde que el desatinado ZP eliminara a finales de 2010 la obligatoriedad de la cuota cameral que pagaban las empresas -en ese momento representaba el 57% de los 18,6 millones del presupuesto con el que se nutrían las 14 instituciones de nuestra región-, navegan a la deriva porque todavía no se ha desarrollado un marco legal completo y definitivo en las comunidades autónomas que defina su naturaleza.
Por eso, en el mismo evento Pilar del Olmo, consejera de Economía y Hacienda de la Junta, apostilló: “tenemos la obligación de desarrollar la ley de Cámaras de Comercio”. Y es que la medida zapateril, ejecutada sin consultar a las partes afectadas, fue un tiro de gracia para estas instituciones en plena crisis económica, lo que conllevó al ajuste de plantillas, una drástica reducción de sus presupuestos, la quiebra técnica de algunas de ellas y se puso en peligro la existencia de otras con cargas financieras al acometer elevadas inversiones con una previsión de ingresos que luego no se cumplió al desaparecer las citadas cuotas.
Vaya por delante que no estoy a favor de la cuota cameral, pues las empresas ya soportan bastante presión fiscal y además hemos visto cómo al tener garantizados unos ingresos anuales fijos se cometían despilfarros en viajes y regalos, pero otro asunto es que eliminaran esas asignaciones sin dar una alternativa dejándolas al albur. Por el contrario, soy partidario de que las instituciones camerales compitan aprovechando todo su inmenso potencial en áreas como la formación, el asesoramiento en mercados exteriores y el respaldo a emprendedores, que se conviertan en unas empresas de servicios competitivas, con unas plantillas motivadas con retribución variable por objetivos. Lamentablemente, ahora son un híbrido pues intentan sobrevivir con una gestión privada pero están tuteladas por las Administraciones autonómicas, algo propio de una economía bolivariana que tantos adeptos tiene entre los emergentes políticos populistas.
Las cámaras tienen infraestructuras, conocimiento útil para el tejido empresarial y pueden dar un apoyo muy necesario a las pymes. Dejemos que compitan en un mercado libre para que se desarrollen las más eficientes y desaparezcan las que están mal gestionadas, pero con las mismas reglas de juego que la iniciativa privada. De lo contrario, estaremos manteniendo con vida de forma artificial a unas instituciones zombies.
Sea. Ojalá.
Aunque lo dudo: esa solución tampoco la quieren los bolivarianos de dentro, tan acostumbrados a vivir del presupuesto como los de fuera, que los mantienen ahí.
Un saludo cordial.
Como muestra, un botón. Del Instituto Nacional de la Mujer.
Título de la convocatoria
Subvención nominativa a Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios y Navegación de España Ley PGE 2016.
Importe total a conceder
360.000,00 €
Me vale.