Quienes vamos con frecuencia en el AVE de Valladolid a Madrid a primera hora de la mañana, nos solemos encontrar con muchos directivos y empresarios conocidos y no exagero si afirmo que en alguno de esos vagones se registra la mayor concentración de ejecutivos por metro cuadrado de nuestra región.
Al principio pensé que ese ajetreo demostraba el dinamismo de nuestros hombres de negocio, que van a la capital de España para conquistar una parte de ese gran mercado o que se trasladan a la T4 para coger un avión con el fin de ampliar su cartera de clientes internacionales.
En eso estamos la mayor parte de los viajeros mañaneros, pero desde hace años observo un fenómeno que cada vez me inquieta más: varios van para no volver, es decir, para trasladar la sede de sus empresas a Madrid.
Los datos están ahí y son irrefutables: en el período 2014-17 nuestra región registró un saldo negativo de 140 empresas en los cambios de domicilios sociales dentro del territorio español, siendo en 2017 la quinta región (incluyendo una Cataluña que espanta la actividad económica) con más pérdidas de empresas.
Además, en este sonrojante ranking, Castilla y León fue en 2017 la segunda región española (cómo no, por detrás de Cataluña) con mayor saldo negativo entre la facturación de las empresas captadas y las ventas de las fugadas, con un importe que supera los 468 millones. Lejos de corregirse esa tendencia, a lo largo de 2018 se ha mantenido el traslado de los cuarteles generales de las compañías castellanas y leonesas a otras plazas.
¿Cuáles son las causas de ese éxodo?
Santiago Aparicio, presidente de Cecale, lo dejó claro en una de sus intervenciones públicas: la elevada presión fiscal y las numerosas inspecciones en Castilla y León. ¿Y a dónde van esas empresas? Pues la mayor parte a Madrid, que en 2017 captó hasta el 55% de las sociedades exiliadas de nuestra tierra. ¿Y por qué se marchan a la región vecina? Pues aparte de su dinámico mercado, por contar con generoras ventajas fiscales en impuestos sobre el patrimonio, actos jurídicos documentados o sucesiones y donaciones, tal como también explicó el presidente de los empresarios de Castilla y León. Una tesis que comparte Empresa Familiar de Castilla y León (EFCL) en uno de sus informes: “hay que tener muy en cuenta la disparidad de tratamiento fiscal al contribuyente entre comunidades autónomas, especialmente las limítrofes, lo que además de discriminación entre ciudadanos puede generar no sólo la pérdida de potenciales inversiones en nuestra región, sino incluso la deslocalización fiscal de contribuyentes e inversores”.
Éstos son los principales motivos que argumentan los empresarios en los estrechos pasillos del AVE cuando les pregunto por la razón de la mudanza de su sede social.
El efecto de esa emigración empresarial es demoledor sobre nuestra economía al trasladarse los centros de decisión, expatriarse personal con una elevada cualificación y perderse ingresos vía tributos con los que se financia una parte de nuestras administraciones públicas y servicios sociales, además de reducir el dinamismo empresarial.
Se presta mucha atención, y recursos, a apoyar a los emprendedores, intentar aumentar el tamaño de las empresas consolidadas, abordar nuevos mercados internacionales, potenciar la I+D+i o relanzar el mercado laboral, mientras que pasa desapercibida o se ignora esta silente desbandada de empresas.