Con más de millón y medio de habitantes distribuidos entre sus grandes rascacielos posados sobre su franja costera, el patio trasero decorado con suburbios y su casco viejo, que tras una profunda restauración ha recuperado casi en su totalidad su antiguo esplendor, Ciudad de Panamá se ha convertido en destino inevitable para viajar desde allí a Bocas del Toro, el paraíso caribeño del país centroamericano.
Sin embargo, la capital cuenta con una oferta propia de interés turístico, donde destaca una visita al Canal (de la que ya dimos cuenta en esta sección con anterioridad), una de las mayores obras de ingeniería de la historia y que recorre prácticamente la ruta terrestre que Cristóbal Colón inició siguiendo el consejo de los indios Chiriquís, pero que finalmente descartó concluir, perdiendo así la oportunidad de descubrir el paso a la Especiería y al Mar de Sur en 1504 y dejando este honor a Vasco Núñez de Balboa que en 1513 fue el primer europeo en avistar el océano Pacífico.
Casco histórico Patrimonio de la Humanidad
Y por supuesto, su casco histórico, de origen colonial, y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Empieza a construirse en 1673, para trasladar Panamá Viejo, que se abandona tras el saqueo y destrucción provocada por el pirata inglés Henry Morgan, y que es considerada la más antigua de las capitales de tierra firme en el Pacífico, fundada por el conquistador Pedro Arias de Ávila en 1519.

Cuidadosamente restaurada, ha dejado atrás años de decadencia para lucir ahora en todo su esplendor, con bellos edificios dieciochescos y decimonónicos y alguno que otro colonial, y también conserva seis iglesias de las 8 originales, tras 2 incendios sufridos en el pasado. Un paseo sin prisa por sus calles empedradas y sus recoletas plazas, saborear un buen cóctel en una de sus agradables terrazas al atardecer o visitar alguno de sus museos o la tienda del famoso sombrero Panamá -una delicada obra de artesanía hecha a mano de paja toquilla (carludovica pálmata), originaria de Ecuador, que popularizó el presidente estadounidense Roosevelt en su visita al Canal- son algunos de sus atractivos.

Rodeada de mar, con una orografía singular sobre cayos e istmos y volcada sobre el Pacífico, destaca también en el ámbito musical y gastronómico, con una oferta cosmopolita para atender a visitantes de todo el planeta, pero sobre todo estadounidenses y canadienses en temporada alta (de noviembre a marzo), que vienen buscando el calor del trópico. Pero también muchos extranjeros de negocios que acuden a esta urbe, considerada paraíso fiscal, que además acoge las sedes de varias multinacionales.
Panorama gastronómico
El panorama gastronómico es rico y variado, con una representación de cocinas de todo el mundo y por supuesto con especialidades propiamente panameñas como la Cantina del Tigre, un restaurante situado en el número 25 de la lista Latin America’s 50 Best Restaurants y que es famoso sobre todo por sus variados ceviches (de camarón, pulpo, pescado o combinado) y otras especialidades como el Tartar de Kampachi y tomate rosa con albahaca o Aguachile de langostinos. Entre sus platos principales, destacan los pescados de lonja al carbón, como la Corvina a la meuniére, de suave sabor y delicada textura; el Pescado frito afro, con salsa de curry, mostaza, cebolla y ajíes acevichados, el Tamal de arroz con langostinos o la Lengua de res ahumada, berro, cebolla encurtida, mayonesa de ajo y cilantro.
Sobresale su amplia carta de cócteles de autor y su curiosa carta de vinos, con caldos poco frecuentes, incluso con referencias del enólogo berciano Raúl Pérez.
Decoración alternativa y estilo industrial
De decoración alternativa y estilo industrial, el restaurante presenta 2 espacios, uno con un llamativo mural de un tigre y la barra de coctelería, donde suena buena música latina alejada del reguetón, y otro donde se ubica la terraza y la cocina vista. Para acceder, se atraviesa un pasillo donde se proyectan imágenes sugerentes de la selva, mientras se escuchan evocadores cantos de aves exóticas muy envolventes.
Para ver la franja costera desde las alturas, una opción interesante es Azahar, un sofisticado restaurante situado en el piso séptimo del Hotel Yoo Panamá & Arts Tower, con una carta completa que alterna cocina asiática con italiana y una buena selección de combinados.
Puestos del Mercado de Pescado
La ciudad de los rascacielos de América Latina también muestra opciones gastronómicas más económicas como las de los puestos del Mercado del Pescado, al lado del puerto pesquero, que lo abastecen diariamente de buen producto, con platos de mar a contenido precio, en un entorno de mesas corridas y ambiente informal. Una buena recomendación de los autóctonos es fijarse en el color del aceite en el que se fríe el producto para evitar que los pescados y mariscos frescos se malogren por ese esencial detalle. Para hacer bien la digestión, un paseo por toda la cinta costera de casi cinco kilómetros es muy agradable para disfrutar de la vista del Pacífico y de la arquitectura de sus rascacielos, con el Casco Viejo al fondo.

Una opción adecuada para pernoctar, precisamente por su buena ubicación y para llenarse de océano desde sus habitaciones con vistas, es el Hotel Intercontinental Miramar. Aunque sus estancias precisan de una actualización, el establecimiento ofrece piscina, gimnasio, spa y un excelente bufé de desayuno.