La mayor desigualdad social vendrá por la educación

Por: Alberto Cagigas
Estamos en una comunidad autónoma privilegiada ya que Castilla y León obtiene lo
Frente a las personas independientes tanto en lo económico como en lo social gracias a sus propios méritos, veremos una generación cuya única aspiración será que la Administración cubra sus necesidades básicas a consta de renunciar mansamente a sus libertades.

Soy producto de un sistema universitario público que gracias a una beca me permitió estudiar fuera de mi ciudad natal, pero con la consiguiente presión de que si mis notas no eran buenas, me quedaba sin la ayuda y por lo tanto tenía que abandonar la carrera ya que nuestra ajustada economía familiar no podía afrontar los gastos derivados de mi estancia en otra urbe. O sacaba las calificaciones adecuadas o me iba para casa. En una etapa de la vida en la que uno se puede despistar con suma facilidad, aquella exigencia fue muy oportuna para centrarme en lo que era mi oficio: estudiar para obtener el mejor expediente académico posible (un reto muy asumible en la Facultad de Ciencias de la Información, dicho sea de paso).

Sistema educativo

En los últimos años, asisto con estupefacción cómo nuestro sistema educativo se está volviendo menos exigente con el esfuerzo de los estudiantes, por no hablar de las diferentes enseñanzas que se imparten en este reino de taifas que se ha convertido España (luego se sorprenden del auge de los nacionalismos, pero ése es otro tema). Esta falta de obligaciones de los alumnos solo conduce a crear, como diría Antonio Escohotado, un hombre-masa que “abraza a los sumo alguna utopía, que le descarga de aceptar la realidad con una combinación de rencor y simpleza”. En definitiva, carne de cañón para integrarse en las huestes de un populismo que gana adeptos incluso en las sociedades que creíamos desarrolladas.

En una reciente conversación con un amigo con varios hijos, me comentaba alarmado que las aulas estaban perdiendo progresivamente valores como la autoridad de los profesores, la importancia de exigir y de evaluar, la necesidad del esfuerzo y premiar y destacar a los mejores alumnos. Ante esta situación, algunos progenitores optan por matricular a sus vástagos en colegios privados y enviarles al extranjero al menos una vez al año para que aprendan a desenvolverse solos. Y eso que estamos en una comunidad autónoma privilegiada ya que Castilla y León obtiene los mejores resultados de España en el Informe PISA, situándonos en calidad educativa a la altura de Corea del Sur y por encima de Estados como Irlanda, Países Bajos y Alemania. No quiero pensar cómo será en otras regiones.

Jóvenes adocenados

Este fenómeno tiene como consecuencia más dramática que ahonda las desigualdades sociales al encontrarnos ante una generación compuesta mayoritariamente por jóvenes adocenados cuya única aspiración será vivir del Estado y otra compuesta por muchachos educados en el sacrificio y que aspiran a competir en un mercado globalizado. Los primeros son firmes candidatos para engrosar las listas del paro o para encadenar trabajos inestables pobremente remunerados; mientras que los segundos, un grupo cada vez más reducido, desarrollarán ambiciosas carreras profesionales o liderarán negocios.

Ante estas circunstancias, resultará muy difícil que de una familia humilde salga un vástago con una trayectoria exitosa porque se han quedado, tanto en el hogar como en el sistema educativo público, con escasas referencias sobre valores como el arrojo o el tesón. Su vida será más cómoda, pero estará castrada. Frente a las personas independientes tanto en lo económico como en lo social gracias a sus propios méritos, veremos una generación cuya única aspiración será que la Administración cubra sus necesidades básicas a consta de renunciar mansamente a sus libertades. Y ese fenómeno restará competitividad a nuestra economía.

8 comentarios

  1. Comparto plenamente su opinión. En los años 50 y 60, la universidad tenia un aspecto muy importante de “palanca social” es decir el hijo de un obrero podía ser medico o ingeniero, a través de becas y de esa manera lo denominado actualmente “cadena de pobreza” afortunadamente se rompía.

    El desmantelamiento de las universidades laborales que proporcionaban una formación académica y profesional de primer orden, tampoco ha ayudado mucho

    Triste, bastante triste.

  2. Muy real este artículo, lo suscribo en su totalidad. Igual que tu soy del 67 y hemos vivido este profundo cambio principalmente en los valores, lo que solo nos puede traer desgracia en un futuro no muy lejano. Suelo leer tus interesantes artículos y opiniones, y en este dejas entrelíneas una de las cuestiones más graves que está sucediendo en este país y que nos está llevando al traste, aunque sin meter el dedo directamente en la llaga. Hay cuestiones obvias en las que parece que a los medios les cuesta expresarse, y decir sin miedo lo que realmente muchos pensamos. Se ha evolucionado para bien en muchas cuestiones, lo que nos ha proporcionado mucho bienestar; pero en educación y en otras tantas realmente ha ido a peor. Hay temor en pronunciarse claramente sobre relacionar otros tiempos con cosas buenas, parece que eso hoy no “queda bien”. Seguiré leyendo tus atractivos artículos. Quizás sea en otra ocasión.
    Atentamente

  3. Comentario atinado, Alberto.
    Considero que las posibilidades de estudiar, aprender y titular no se miden, hoy día de forma general, por el poder del dinero. En estos momentos menos aún que en etapas anteriores, ya que las ayudas son cada vez mayores. Aunque es preciso reconocer que somos muchos los que salimos de familias rurales muy humildes gracias a las becas de los años 60 y 70 y a nuestro esfuerzo, tesón y ayuda de nuestras familias.
    Ya hemos pasado de la etapa de dedicación a la escolarización total y estamos en la etapa de la calidad educativa. Resulta difícil que un alumno que quiera estudiar, seguir un título de FP o Universitario, con esfuerzo y tesón, no lo consiga pues ayudas va a encontrar. Otra cosa diferente es lo que ocurre con determinados alumnos, para los cuales estar en el Instituto o la Universidad es un derecho que les tiene que otorgar la sociedad y que ellos no tienen que poner nada de su parte.
    Los mensajes que se transmite a la juventud actual nada tienen que ver con el esfuerzo, la ilusión por avanzar, la lucha y satisfacción por el logro conseguido; más bien son mensajes de pasarlo bien, ser feliz en el momento, no preocuparse por el mañana, que me lo den mis padres o el estado, tengo mis derechos. Todo esto les acompaña a las aulas y el profesorado, hoy día mejor preparado que nunca, tiene problemas para conectar con ese tipo de preocupaciones; los mensajes que manda el profesorado son diferentes a los que espera recibir el alumnado. Hemos creado una sociedad sin virtudes (no sólo sin valores), egoísta y relativista y estamos recogiendo los resultados.
    El problema mayor es que resulta muy difícil volver atrás. La globalización de los medios de comunicación y redes sociales tienen mucho poder y siendo un gran beneficio para unos, resulta muy negativo para otros.
    Considero que es necesario un cambio profundo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con una eficaz utilización de las redes sociales y, especialmente, un cambio social de calado hacia el esfuerzo, el trabajo, el respeto, la ayuda a los más necesitados a través de acciones políticas de verdad.
    saludos cordiales.

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