Uno de los ensayos con mayor éxito del último año es La españa vacía, del joven escritor Sergio del Molino, en el que reflexiona de forma poliédrica sobre el fenómeno de la despoblación en el interior de nuestro país. En esta sangría de habitantes, agravada por la pasada crisis económica, tenemos el dudoso honor de ser la región de España con el mayor descenso de población según los últimos datos oficiales de 2015 al perder 24.533 personas y situarnos en poco más de 2.447.000 almas.
Pero lo peor está por llegar, ya que según las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE), Castilla y León también será la comunidad autónoma con mayor descenso poblacional en los próximos 15 años al perder más de 262.000 ciudadanos hasta quedarnos en alrededor de 2.190.000 exiguos habitantes.
La proyección del citado organismo oficial es desoladora y refleja el mayor reto que tenemos como sociedad para los próximos lustros en una lucha que ya muchos empiezan a dar por perdida. ¿Cómo hacer atractivo para vivir un territorio despoblado, envejecido y disperso?
En un mundo globalizado, donde la movilidad de las personas se ha intensificado de forma exponencial gracias a las compañías áreas low cost y los alojamientos económicos ofertados en las plataformas basadas en la economía colaborativa, ¿cómo podemos competir para atraer a otras personas y, sobre todo, cómo podemos retener a nuestros jóvenes con más talento? Y sin necesidad de salir al extranjero, ¿cómo podemos compensar la atracción que suscita un mercado tan dinámico como Madrid -de hecho, su población aumentará en más de 330.000 personas en los próximos tres lustros-?
Actividad económica
Pese a tener unos óptimos parámetros en educación, sanidad, comunicaciones, seguridad, servicios sociales y una calidad de vida muy difíciles de encontrar en otras partes del mundo, somos incapaces de cortar la hemorragia poblacional, tal vez porque no ponemos el foco en lo que realmente funciona en las zonas del mundo más vigorosas: la actividad económica. Sólo aumentaremos habitantes si existe un hábitat que respalda de verdad a las empresas, sobre todo en una región rural como la nuestra, se facilitan las condiciones para que los jóvenes accedan al mercado laboral, los directivos desarrollen su carrera profesional, los expatriados regresen a una tierra que antaño les negó el pan, los emigrantes viajen a unos pagos donde se les brinda nuevas oportunidades para rehacer su vida, los emprendedores inicien la complicada aventura de poner en marcha un negocio y los empresarios aumenten el tamaño de sus compañías. Si no hay una economía productiva dinámica, seremos incapaces de evitar la despoblación, lo que significa también el fin del Estado de Bienestar que disfrutamos como privilegiados.
Por ejemplo, el sector asegurador afirma que las pensiones ya dejan de ser sostenibles en Castilla y León, aunque se mantienen porque el modelo español se basa en la caja única, debido al paro, la baja natalidad, la despoblación, el envejecimiento y la elevada esperanza de vida.
Sin empresas que generen riqueza y empleo, la huida será inexorable y sólo quedarán ruinas desperdigadas en un ancestral paisaje deshabitado.
Pues totalmente de acuerdo. La editorial Everest cerró sin que nadie hiciera caso a sus empleados cuando nos debían ya un año de salarios. La familia propietaria arrasó la caja durante años (lo han dicho dos jueces, no yo). No pisarán la cárcel y han dejado 300 empleados en la ruina.
Yo, particularmente, veo mi esperanza en una gran ciudad, ya que aquí nadie me ofrece un empleo. Que no me hablen de despoblación, que tuve dos hijos aquí y me los tendré que llevar conmigo.
Totalmente de acuerdo contigo en que sólo una potente actividad económica y la implantación de industrias en las zonas rurales nos puede salvar de una despoblación galopante.
Soy de Tierra de Campos y me temo que sé de lo que hablas; incluso soy bastante pesimista al respecto; me da la sensación que hace años que ahí perdimos el tren.
Estas preguntas tan abiertas que lanzas son muy peligrosas. Imagina que algún político las leyera, entendiera y pretendiera dar solución. Sólo se le ocurrirá una cosa: dilapidar más (ellos lo llaman “ponerse a trabajar”). Y ahí radica la fuente del problema. Es un alivio que de momento sólo exista el libro pues, mientras no salga la película, corremos poco riesgo de que se enteren. ¡Que nadie se lo cuente, por favor!
Este problema no es nuevo…ni en CYL y en otras regiones.
En cualquier caso se debe de analizar hacia donde queremos ir, seguir manteniendo miles de localidades…sin opciones de supervivencia, o potenciar localidades de tamaño medio para que permitan retener a la población.
Desde mi punto de vista, es mucho mas críticos que haya provincias que terminarán estando desiertas (incluidas las capitales) a que haya zonas rurales que pierdan población.
“Sólo aumentaremos habitantes si existe un hábitat que respalda de verdad a las empresas” No puedo estar más de acuerdo. Sobre todo en el “de verdad” más allá de anuncios grandilocuentes seguidos de condicionamientos inalcanzables. Gran artículo Alberto