De EE UU admiro, entre otras cosas, su capacidad para atraer a los emprendedores con más talento del mundo y su eficaz ecosistema que dinamiza el potencial de esos espíritus inquietos gracias a tener un competitivo sistema educativo en sus universidades, incentivos fiscales para estimular la innovación, instrumentos financieros como el capital riesgo para apoyar los proyectos más atrevidos y la fuerte tolerancia al fracaso. En la actualidad, el empresario de moda en ese país es Elon Musk, fundador de PayPal, Tesla, SpaceX o Hyperlood, quien lleva camino de revolucionar la industria de pagos por Internet, los coches eléctricos, los viajes al espacio o el transporte de pasajeros.
Lo curioso de este visionario emprendedor es que nació en Pretoria (Sudáfrica), luego vivió en Canadá y al final eclosionó, por algo será, como gran empresario en EE UU. También tienen orígenes extranjeros otros 2 de los empresarios más disruptivos del siglo XXI, como son el fallecido Steve Jobs, fundador de Apple y cuyo padre biológico era sirio; y Jeff Bezos, promotor de Amazon, cuyo padrastro es cubano y su familia procede de la localidad vallisoletana de Villafrechós.
Premios Semilla Empresarial
Pensaba en la capacidad del pueblo norteamericano para captar a los mejores cerebros del mundo al proporcionarles una sociedad idónea para desarrollar todo su ingenio mientras escuchaba la exposición de los 31 finalistas de los II Premios Semilla Empresarial, organizados por la revista Castilla y León Económica, Fuescyl y la Consejería de Educación, en los que se distingue a los mejores proyectos empresariales presentados por jóvenes con edades comprendidas entre los 17 y los 27 años. Para mi sorpresa, entre los ponentes de esta edición, que deben de explicar su negocio en menos de 3 minutos al estilo elevator pitch, había varios estudiantes de ambos sexos cuyo origen familiar era asiático o latinoamericano.
Desconozco la historia personal de estos vástagos de inmigrantes, qué empujó a sus padres a abandonar sus países y porqué recabaron en Castilla y León. Lo que sí sé es que sus intervenciones me entusiasmaron porque estos chavales aspiran a montar su negocio y a desarrollar un proyecto con su esfuerzo en un país que anestesia a una parte de la inmigración más pícara con subvenciones y coberturas sociales, lo que provoca que un considerable porcentaje de esa población solo esté pendiente de beneficiarse de las ayudas públicas en vez de intentar labrarse un futuro basado en el esfuerzo y el trabajo.
La ilusión de estos muchachos, sus ganas de buscarse la vida por sus propios medios, su desenvoltura para explicar su empresa, su irritante juventud, su espíritu inconformista, sus anhelos de prosperar en nuestra sociedad y su dinamismo me hizo recuperar la confianza en el futuro de una comunidad autónoma con una población envejecida y desgastada.
Felicitemos en público a esas familias inmigrantes y al sistema educativo por haber inculcado el espíritu emprendedor entre estos jóvenes y destaquemos su ejemplo para tener más chavales como ellos. Pero eso sí, hay que facilitarles el ecosistema idóneo para que no se desanimen en su titánico empeño y para que prosperen y enriquezcan esta exánime región, cuya sangría poblacional ya alcanza proporciones bíblicas al perder más de 23.000 habitantes en el último año.