Industria europea del automóvil, ¿autodestrucción programada?

Por: Santiago de Garnica, periodista experto en automoción
La directiva de Bruselas que marca 2035 como fecha final para la venta de coches de combustión obliga a los fabricantes a realizar elevadísimas inversiones
Automoción.
Bruselas penaliza con elevadas multas a los fabricantes que, en el conjunto de sus ventas, superan límites de emisiones de CO2.

La industria del automóvil europea está en una situación complicada. La directiva de Bruselas marcando 2035 como fecha final para la venta de coches de combustión ha obligado a los fabricantes a realizar elevadísimas inversiones en la alternativa del vehículo eléctrico. Además, para ayudar, Bruselas penaliza con elevadas multas a los fabricantes que, en el conjunto de sus ventas, superan límites de emisiones de CO2.

Y, por si fuera poco, la política de Bruselas y declaraciones como la de Teresa Ribera, vicepresidenta de Competencia y Transición Justa y Limpia de la Comisión Europea, o el descontrol de las Zonas de Bajas Emisiones, han llevado a crear una situación de incertidumbre absoluta al consumidor, que alarga la vida de sus coches, más contaminantes, y se resiste a cambiar a vehículos nuevos. Y luego se quejan del parque automovilístico envejecido.

La acción política hoy no podría ser más nociva, ya que las últimas cifras provisionales indican una disminución de casi el 6% a nivel europeo en las matriculaciones de nuevos coches eléctricos en 2024. La cuota de mercado también está en descenso, disminuyendo un 1% hasta el 13,6%, lejos del fuerte aumento necesario para cumplir los estrictos objetivos de CO2 en los próximos años. El automóvil es la segunda inversión más importante de una familia y con esto no se juega. Y el consumidor no quiere unos coches eléctricos que, si bien pueden cubrir las necesidades de determinados usuarios, para otros muchos no resultan, hoy por hoy, válidos.

Liderazgo de China en baterías

Al tiempo, China lidera la fabricación de baterías y las marcas europeas han tenido que recurrir a la tecnología de firmas del gigante asiático para poder subir al carro del vehículo eléctrico, una dependencia que convierte a la del petróleo en un juego de niños. Y, al tiempo, las marcas chinas, no sólo de vehículos eléctricos, sino también de combustión, entran en el mercado europeo con unos precios muy competitivos.

Y Bruselas de pronto despierta y pone el parche, arma de doble filo, de los aranceles a las importaciones. Ola Källenius, al frente de Mercedes-Benz Group AG y ahora también de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), señala que “hasta cierto punto es comprensible que la UE deba proteger su mercado interior y su economía contra actores que no respetan las normas de la OMC, pero la experiencia también muestra que las posibles guerras comerciales no salen victoriosas. Las medidas proteccionistas no son necesariamente la mejor solución”.

Pero lo que es más grave, Källenius advierte que la industria europea del automóvil puede perder hasta 16.000 millones de euros en capacidad de inversión “ya sea pagando multas, reduciendo la producción, asociándose con competidores extranjeros o vendiendo vehículos eléctricos con pérdidas”.

No hay tiempo para informes

La situación es muy grave. Sigrid de Vries, directora general de ACEA, indica que ya “no hay tiempo para informes: el diálogo estratégico debe ahora generar un impacto real basado en las recomendaciones de Draghi. Tenemos que pasar de un enfoque basado en sanciones a un enfoque impulsado por el mercado y la demanda para la transición”. Y añade: “como prioridad inmediata, la acción de la UE para abordar las agobiantes multas por incumplimiento de las normas de CO2 para 2025 para vehículos ligeros es una acción esencial para mantener la competitividad de nuestra industria”.

Tenemos la tormenta perfecta: fabricantes europeos debilitados por elevadas inversiones y multas; un mercado en el que reina temor e incertidumbre que lleva a una baja en la demanda de coches nuevos en general y eléctricos en particular; dependencia hoy por hoy de China en cuanto a suministro de baterías; y una ofensiva de modelos chinos cada vez más próximos a los estándares demandados por los usuarios europeos, diseñados por ex de las marcas del Viejo Continente captados con ofertas económicas irresistibles. Resultado: todo perfecto para que el gigante asiático se haga, a precio de saldo, con el control de la industria europea del automóvil.

Parece que Bruselas lo ha hecho perfecto para cargarse una industria europea independiente del automóvil hasta el punto que uno se pregunta si realmente es lo que querían. Si es así, lo han hecho muy bien.

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