Después de lanzar su nueva etiqueta deportiva N-Line con su i30, Hyundai ofrece ahora este planteamiento, pero menos radical, en su SUV Tucson. En cuanto al aspecto, esta versión N-Line destaca notablemente con parachoques rediseñados y una parrilla frontal oscura y con malla. Las llantas oscuras de 18 ó 19 pulgadas, así como las carcasas de los retrovisores exteriores y el alerón trasero en negro brillante acentúan más su estilo deportivo, al igual que sus faros con borde negro.
En el habitáculo, obviamente hay asientos deportivos. Están decorados con las iniciales N y con pespuntes rojos al igual que en el volante. Para completar el aspecto deportivo del interior, el sello N-Line también incluye pedales de aleación y una palanca de cambios forrada en cuero con costuras rojas. El equipamiento es más que completo y la calidad tiene un nivel excelente: en ambos apartados no tiene nada que envidiar a rivales más caros e incluso puede suceder a la inversa, que éstos sí tengan algo que envidiarle.
Pero N Line no es un sello meramente estético. Hyundai también ha modificado la configuración de la dirección, así como el chasis. Los muelles de suspensión se caracterizan por una rigidez incrementada en un 5% en la parte trasera y un 8% en la delantera.
Bajo el capó los motores disponibles son, en gasolina, los 1.6 litros GDi con 132 CV y T-GDi de 1.6 litros con 177 CV. Y en diésel, los híbridos ligeros 48V (cuentan con etiqueta ECO) de 1.6 litros CRDi con 115 CV; CRDi de 1.6 litros con 136 CV; y la versión probada, el CRDi de 2.0 litros con 185 CV y 400 Nm de par. Esta hibridación ligera se traduce en ayuda al empuje y una reducción de consumos en torno al 10%. Con cierto cuidado hemos estado en una media de 7,1 litros a los 100 kilómetros.
Es un coche que trasmite buenas sensaciones al volante, que afronta las curvas con un aplomo, una agilidad en curva que sorprende a la vista de su tamaño pues hablamos de 4,48 metros de largo y 1,64 metros de alto. Va bien asentado, la dirección permite trazar las curvas de forma precisa y el tacto de frenada está muy logrado. Además, el nuevo cambio automático de ocho relaciones tiene una respuesta rápida. Para salir del asfalto contamos con cuatro ruedas motrices, bloqueo de diferencial central y control de descenso: aquí se vuelve a situar por delante de otros rivales, pero no podemos olvidar que es una versión más pensada para el asfalto.
El precio de esta versión, en torno a los 40.000 euros, está plenamente justificado si tenemos en cuenta lo que nos ofrece el modelo. En cualquier caso, tenemos otras variantes del Tucson, casi por la mitad de este desembolso.
Santiago de Garnica