Castilla y León respira vino por norte, sur, este y oeste. Buena prueba de ello son, no sólo todas sus zonas acogidas a denominaciones de origen y otros marchamos de calidad, sino otras comarcas, menos conocidas desde el punto de vista vitivinícola, que de tanto en tanto nos sorprenden con interesantes proyectos. Un ejemplo es la bodega Fuentes del Silencio, constituida en 2013 en el pueblo de Herreros de Jamuz, al sur de la provincia de León, por iniciativa del matrimonio formado por Miguel Ángel Alonso y María José Galera, con el objetivo de volver a poner de relieve la vitivinicultura de la comarca, casi extinta, y de recuperar con ella la vida rural y también algunos de los viñedos más viejos de la zona.
Se trata del primer proyecto vitivinícola que se emprende en el Valle del Jamuz, una bodega con vocación de elaborar vinos de pago, singulares y con sabor a su territorio, que además tiene el firme propósito de contribuir a fijar a la población rural de la zona y de recuperar la viticultura en un territorio que cuenta con un interesante patrimonio de viñas entre los 80 y 100 años de edad. Desde junio de 2019, Fuentes del Silencio forma parte de la asociación Grandes Pagos de España, que engloba a productores de vinos de calidad con viñedo propio de todo el país.
Esencia del territorio
En el equipo desde el principio, los enólogos Marta Ramas y Miguel Fisac trabajan “para recrear la esencia del territorio y crear vinos singulares, ligados al origen y capaces de expresar las características de los viñedos de los que proceden”, señala Alonso, fundador y director general de Fuentes del Silencio.
La bodega ha realizado un minucioso estudio del suelo y su composición y ha contado con la colaboración de la empresa de Silicon Valley Biome Makers, con los que han obtenido interesantes conclusiones acerca del bioma presente en sus fincas. El estudio realizado avala que el viñedo de Fuentes del Silencio se puede calificar como auro terroir, debido a que contiene bacterias y levaduras que intervienen en los procesos de formación del oro, y que también están presentes en la elaboración de los vinos de Fuentes del Silencio, “aportando un carácter extraordinario. No en vano, sobre esos mismos suelos se asentó la mina de oro más importante del Imperio Romano”, sostiene el fundador.
El pueblo de las fuentes
La bodega se ubica en el municipio de Herreros del Jamuz, cuya gran cantidad de reservas de agua provocan que fuese conocido en el pasado como ‘el pueblo de las fuentes’, legado popular que inspiró el nombre de la bodega. Su producción en 2019 alcanzó las 34.400 botellas, repartidas entre sus diferentes marcas: los tintos Las Jaras (22.000 botellas), La Quintas (9.600 botellas), La Gándara (1.500 botellas) y el blanco Mataperezosa (1.300 botellas). En la actualidad, tiene presencia en EE UU, Canadá, Reino Unido, Alemania, Suiza y Australia, entre otros, “y en continua búsqueda de nuevos mercados”, detalla Alonso.
Situándose en el Valle del Jamuz, uno de sus aspectos diferenciales ha de ser necesariamente su ubicación en un territorio casi olvidado para la vitivinicultura en España, pero además “nuestro patrimonio vitícola, el terroir con el que trabajamos y nuestro equipo humano”, aclara su fundador y director general.
Fuentes del Silencio posee 24 hectáreas en 120 parcelas a los pies del Monte Teleno, viñas viejas plantadas en una conducción casi extinta (por la dificultad de labor que conlleva) conocida como vaso rastrero. Todo su viñedo es ecológico desde que el proyecto echó a andar y la elaboración es artesanal, utilizando levaduras propias y prescindiendo de tratamientos de síntesis y reduciendo la incorporación de sulfitos al final del proceso.
Suelos extraordinarios
“Podemos decir sin miedo que tenemos unos suelos extraordinarios e inusuales, que conservan trazas de oro y metales pesados, además de una gama excepcional de levaduras y bacterias que intervienen en el proceso de formación del oro, pero también dotan al viñedo de unas características singulares y nunca vistas en otros territorios”, asevera Alonso.
El reto principal de la bodega es no sólo la recuperación de las viñas centenarias del Valle del Jamuz y de las variedades ancestrales de la región como mencía, gran negro, alicante bouschet, palomino y doña blanca, sino también “desarrollar una economía colaborativa para promover el trabajo en una zona rural actualmente deprimida”, precisa su propietario. Fuentes del Silencio colabora con el ampelógrafo José Vouillamoz en la identificación y caracterización genética de variedades ancestrales en la comarca, con el objetivo de determinar cuáles son idóneas para la elaboración de vinos singulares.
Bodega boutique
“Nuestra vocación es la de ser una bodega boutique y nuestra propuesta de valor se basa en la recuperación del viñedo en el valle y la reactivación de la zona en términos sostenibles, queremos ser reconocidos como la bodega de referencia y pionera del Valle del Jamuz, elaboradora de grandes vinos, recomendados por clientes en todo el mundo”, resalta Alonso.
Las instalaciones de Fuentes del Silencio se ubican en el casco antiguo de Herreros de Jamuz, en casas rehabilitadas que respetan los materiales de construcción originales con piedra y adobe. Para adaptarlas a este nuevo uso se han llevado a cabo trabajos artesanales y respetuosos con la construcción original, del mismo modo que esa filosofía artesana se contempla en el viñedo y la elaboración de los vinos: poca intervención, máximo respeto por la materia prima. También cuenta con una bodega tradicional leonesa esculpida en la roca, un espacio recuperado y que se destina a catas y encuentros sociales.
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