Recientemente, con motivo del funeral de Adolfo Suárez hemos podido ver juntos a los ex presidentes de España. Quisiera aprovechar esta tribuna para realizar una reflexión sobre el papel que juegan y que, bajo mi punto de vista, deben jugar en esta nuestra empresa llamada España.
El hecho es que en muy contadas ocasiones les hemos visto juntos. González, Aznar y Zapatero, sin entrar en terminologías políticas, han sido protagonistas de la historia de nuestro país, con altas responsabilidades e importantes decisiones en sus respectivos mandatos. Conocen el histórico de España, conocen nuestras debilidades y nuestras fortalezas, tienen un agenda internacional muy importante, han vivido situaciones muy difíciles y además se encuentran en plenitud de facultades físicas. Sin embargo, ¿por qué su papel en la vida política de España es tan mínimo?
Bajo mi punto de vista, nuestros ex presidentes están muy mal aprovechados. Podrían aportar mucho más de lo que hacen ahora (es decir, tendente a cero). Entre otras cuestiones seguramente podrían servir de punto de encuentro en tantas y tantas cosas que nos separan a los españoles, podrían asesorar a los gobiernos de turno a través de su conocimiento y experiencia previa, podrían ser garantes de una estabilidad social y política que en estos momentos está más que en duda, podrían contribuir a acordar una línea básica común en los temas estratégicos para los ciudadanos. Sin embargo, ahí los tenemos, en fundaciones de no sé qué, dando conferencias o, como en esta ocasión, los mostramos en los funerales de Estado.
Tomemos nota de lo que hacen otros países, como EE UU. Nixon, Carter y Clinton sin ir más lejos, realizaron numerosos viajes internacionales y gestiones importantes de mediación.
Pienso que en España deberíamos institucionalizar esta figura del ex presidente y determinar qué papel activo deben jugar en pro del país y sus ciudadanos. Debemos reconocerles un papel más relevante en la práctica política mucho más allá que el Consejo de Estado. Pero mucho me temo que existen muchos intereses en que este debate no se abra. Así que, hasta otro funeral.