Cuando por razones de exceso de trabajo, u otras diversas, debo permanecer encerrada y esto implica salir poco y apenas disfrutar del ocio, llega un momento en que necesito una válvula de escape, lo que atañe también al ámbito gastronómico. Entonces en esos casos, intento visitar Madrid o Barcelona para abrir mi mente y seducir mis papilas gustativas con otras sugerencias. Y suelo buscar lo opuesto o lo que resulta complicado, si no imposible, de encontrar por éstas nuestras latitudes. Sin ir más lejos, hace un par de días, tuve el placer de regresar a Sudestada, un restaurante regentado por un argentino, que paradógicamente es un maestro dentro de la gastronomía oriental. Y el hecho de que aborde recetas de diversos países del sudeste asiático no le resta ninguna calidad a sus elaboraciones, en las que suelen primar los sabores rotundos y auténticos.
Esta sinfonía de sabores sorprendentes de platos platos vietnamitas, chinos, indios y tailandeses es explicada de manera diligente por el equipo de sala para que se pueda disfrutar en toda su intensidad tanto de la materia prima como de la forma en que deben mezclarse las guarniciones y las salsas. Es muy recomendable empezar por uno de sus innumerables cocktails, desde la caipiriña de la casa, su excepcional mojito hasta su refrescante gin-tonic. Para seguir es aconsejable el menú degustación, que recoge una gran parte de la carta y permite hacerte una idea de las distintas cocinas que se dan cita en Sudestada.
El disfrute gastronómico comienza por los Nem tom, rollitos de primavera vietnamitas, que se degustan enrollados en lechuga y menta, con salsa ad-hoc; prosigue con unos Dim sum rellenos de carne y unas Samosas indias, que pueden intensificar su picante con una salsa de acompañamiento. Muy sabrosas las brochetas de pollo. Uno de los platos más espectaculares es el Curry rojo de carrillada de ternera, antológica fusión que uno no se puede perder. Mención aparte merecen los postres, con algún guiño a la cocina japonesa, como en el sutil Té verde sólido.
Además del mimo en las elaboraciones que se percibe en todos sus platos, Sudestada seduce también por sus precios contenidos -incluso en la reducida pero acertada carta de vinos- y su amable servicio de sala. Por poner una pega, su local no muy bien insonorizado resulta demasiado ruidoso cuando el comedor está muy lleno.