El Servicio de Estudios Económicos de Castilla y León (ECOVAEstudios) presentó este miércoles las conclusiones resultantes del Observatorio Agroalimentario 2022 de la región, donde se puso de manifiesto que “es uno de los sectores más importantes y clave del tejido productivo de Castilla y León”.
Con este punto de partida, Juan Carlos de Margarida, director de ECOVAEstudios, alerta sobre el “incremento de la incertidumbre a causa de la sequía a nivel mundial, que está pasando factura a muchos productores agrícolas y ganaderos, y que junto con el impacto de una desbocada inflación que lleva a la pérdida de pymes en el sector hace crecer la tensión de la cadena alimentaria con una posibilidad, cada vez más certera, de entrar en una recesión e, incluso, en una estanflación”.
Pequeñas empresas de gran tradición familiar
De Margarida focalizó su análisis en que la realidad del sector agroalimentario pasa por tener “pequeñas empresas de gran tradición familiar, aunque a raíz de la pandemia existe una tendencia a la concentración, lo que hace reducir el número y aumentar el tamaño”. Asimismo, añadió: mención “tanto el nivel de formación de los trabajadores como el volumen de negocio ha mejorado, aunque todavía no lo suficiente, creciendo en ventas y presentando un sector con altas fortalezas”.
Las variables analizadas por el Observatorio han mostrado que “la región tiene materias primas con alta calidad y que sus productos son muy bien valorados tanto dentro como fuera de nuestras fronteras; aunque la atomización del sector y la existencia de empresas con escasa cultura de gestión hacen que se encaminen hacia un progresivo abandono del campo y una distribución cada vez más fuerte que desestabiliza y debilita al productor”.
En cuanto al posicionamiento de las empresas agroalimentarias de Castilla y León, De Margarida aseguró que en los últimos años “han tenido que hacerse más eficientes, ajustar su rentabilidad adaptándose, en definitiva, para competir en un mercado turbulento exigente con la calidad de los productos y precios”. Y es que algunos de los retos del sector agroalimentario pasan por “incrementar el tamaño de las empresas, la digitalización para mejorar la productividad y la creación de nuevos cultivos, así como la necesidad de un relevo generacional al objeto de fijar población. Todo ello para lograr disponer de un sector resiliente y competitivo que pueda potenciar sus fortalezas y oportunidades”.
Formación
Para cumplir con estos nuevos objetivos “es fundamental la formación y especialización, base primordial en el sector para la internacionalización y la innovación”. Por ello, “es necesario potenciar el sentido de pertenencia de los jóvenes al mundo rural y el orgullo de ser valedores de la subsistencia alimentaria de la sociedad siendo determinante el posicionamiento, sin reparos, de los gobiernos autonómico y nacional, así como del resto de instituciones y asociaciones empresariales que son necesarias para afianzar y potenciar el futuro socioeconómico de Castilla y León”.
De Margarida concluyó que el sector agroalimentario “es estratégico para Castilla y León siendo determinante para fijar población y crear riqueza, por lo que es necesario valorar y proteger el esfuerzo que supone para agricultores, ganaderos y productores surtir de productos el mercado para hacer llegar al consumidor los productos básicos con los que sobrevivir en el día a día a un precio competitivo. Y todo ello contra una multitud de adversidades como la sequía, la inflación, la guerra, o el proteccionismo internacional”.
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