Leo en un informe que en 2016 más de 1.140 empresas desaparecieron en Castilla y León, una cifra ligeramente superior a la del pasado año. Y qué quieren que les diga, pues me parecen pocas. Me explico. Pese al ímprobo esfuerzo que han realizado empresarios y autónomos para mantener sus negocios abiertos en estos turbulentos años, siguen vigentes algunas prácticas que atentan no solo contra la gestión empresarial, sino también contra el sentido común. Por no hablar de alguno de los imberbes emprendedores, adoctrinados por la embaucadora propaganda pública para ser llamados a convertirse en los nuevos Amancio Ortega de España, cuando no todo el mundo puede ni tiene actitud para crear una compañía. Estos temerarios dilapidan en apenas unos meses todo el capital obtenido de las incautas tres F: Family, Friends and Fools.
Uno es incapaz de entender cómo pueden sobrevivir algunos negocios en una coyuntura hipercompetitiva como la actual. Os escribo desde la experiencia de casos ocurridos en los últimos años, porque este editorial, aunque os sorprenda, está basado en hechos reales. Desde el proveedor al que le exiges constantemente la factura porque tienes que cerrar los datos del trimestre (¿cómo piensan cobrar si no emiten las facturas?), hasta el potencial proveedor que tarda semanas en enviarte un presupuesto (y no se trata de las obras de ampliación del Canal de Panamá, sino de un simple pedido), hasta los que te incrementan las tarifas de forma desproporcionada con la excusa de que la recuperación de la economía española es sólida.
Cultura del silencio administrativo
O ese otro con el que intentas comunicarte para hacerle una consulta sobre el precio de un servicio o producto y no te devuelve la llamada hasta pasadas varias semanas, eso si hay suerte, porque, aunque cueste creerlo, la cultura del silencio administrativo, tan en boga en algunos santuarios del sector público, también ha calado en la iniciativa privada.
Uno tampoco da crédito cuando al intentar captar un nuevo proveedor para diversificar riesgos se encuentra con que te pide más garantías para empezar a trabajar con él que un Banco a un constructor. También me irritan, y mucho, los clientes y proveedores en los que te ves obligado a hacerles de secretario debido a su congénito despiste. A esas cándidas ánimas debes de recordarles varias veces la hora y día de una reunión o los plazos acordados para que cumplan con un compromiso.
En fin, que más que una secretaria necesitan una madre en el despacho. O esos otros que nunca te devuelven una llamada ni te contestan el WhatsApp porque siempre andan muy liados. Deben de pensar que el resto de los mortales andamos todo el día tocándonos los … sobacos.
Bares
Otro fenómeno que he observado en los últimos años es que cuando alguien quiere montar un negocio en nuestro país acaba instalando un bar/cafetería -en eso sí somos una potencia mundial-, una frutería o una panadería/repostería. En mi barrio han eclosionado como setas, cuando carecemos de otro tipo de comercios. Y la verdad, me cuesta calcular cómo pueden cuadrar la caja a fin de mes debido a la fuerte competencia por metro cuadrado. Ni comprando cada vecino una tonelada de pan y otra de frutas me salen las cuentas.
Luego esos incompetentes argumentan que se vieron abocados a cerrar sus negocios por tener mala suerte. Qué va, la suerte es que por fin hayan desaparecido del mercado. Dichosa mortalidad empresarial.
Yo también me he topado con “nuevos” empresarios que adolecen de casi todos los criterios de empresa tal y como los entendemos los que llevamos muchos años en esto, y en ese desconocimiento y escasa aptitud, y también actitud, se producen estas malas prácticas que Usted comenta. Pero antes estas prácticas pongamos enfrente las de tantas empresas consolidadas, grandes y medianas, que se saben todos los trucos, argumentos, artimañas y demás para elevar sus beneficios a costa de subcontratados, clientes y trabajadores, para apretar hasta la extenuación a los proveedores, sobre todo si son pequeños, para evadir ó prolongar los trámites de reclamación ante sus clientes, sobre todo si son pequeños,…. etc etc
De todo hay en la viña del Señor, Sr Alberto, con la diferencia de que la mayoría de medianas-grandes empresas cuentan con los apoyos que no pueden disponer los más pequeños.
Alberto no puedo más que suscribir lo que dices en tu artículo y Felicitarte por abordar este tema, y tambien desde la realidad del día a día, solo me queda añadir dos temas:
1.- Que hacemos desde la Administración para ayudar a los Autónomos y Pymes. Analizando los contratos la mayor parte de los mismos han sido asignados a grandes grupos.
2.- Y donde esta la Calidad del Servicio exigido….. hay una competencia “brutal”, el todo vale y el único criterio de decisión es el precio, podría poner ejemplos donde si el precio del mercado es de 100 se lo ha llevado una empresa que lo hace por 30. Claro no va ha ganar dinero, por este servicio, tienen otras líneas de negocio,…….lo que logran es cerrar empresas y dar un servicio pesimo.GRACIAS