Mi primera imagen de Dubrovnik permanecerá imborrable en mi retina. Hay veces que los astros se confabulan para convertir un instante en mágico. Y éste fue uno de ellos. Una luna naranja casi llena dibujaba una alfombra plateada, en uno de los mares más apacibles que jamás he visto, que se extendía justo hasta debajo de mi balcón en el Hotel Excelsior (sin duda, el mejor alojamiento). El sonido dulce de las aguas del Adriático acompañará siempre mi recuerdo de una ciudad de cuento de hadas que muestra orgullosa sus piedras doradas impregnadas de tortuosa historia. Su imponente muralla medieval permanece intacta y me recreo en el juego de retroceder en el tiempo para imaginarme como una aristócrata de la poderosa República de Ragusa, sin rival en los siglos XV y XVI -a excepción de la Serenísima (Venecia)-, por su relación de privilegio con el Imperio Otomano.
La perla del Adriático te seduce con el simple reflejo de sus viejas piedras pulidas, con cada empinada escalera de sus numerosos callejones, con sus puertas amuralladas, con sus rincones más escondidos… pero sin duda son sus verticales y orgullosas murallas, quizás las mejor conservadas del Mediterráneo, el elemento arquitectónico que más se identifica con esta ciudad de postal. Es imprescindible recorrer el paseo de ronda para impregnarse de Adriático y observar el mar de tejados completamente renovados tras la guerra de los 90, y descubrir también la urbe decadente entre huertos y patios.
El perfume a azahar e higueras destila seducción en la noche primaveral de Dubrovnik e invita a una cena romántica en alguna de sus encantadoras terrazas para concluir la velada escuchando jazz en directo. En la gastronomía de esta preciosa ciudad croata destaca el pescado y el marisco y se enorgullecen de cocinar los mejores calamares del mundo. Algunos restaurantes recomendables son Nautika, seguramente el más caro de la ciudad, pero con buena materia prima, y una vista impagable de la muralla y el Adriático; Proto, de la misma cadena que el anterior, pero más moderado en precios; y Arsenal, con una preciosa terraza sobre el puerto antiguo, aunque sin demasiado despliegue culinario.
Bellos paisajes, cruel historia
Para ampliar la visión de algunas de estas ex repúblicas comunistas, es aconsejable recorrer Croacia y acercarse a las vecinas Bosnia-Herzegovina y Montenegro. El viaje hasta Mostar atraviesa un paisaje pleno de flora mediterránea que desciende hasta la misma orilla de la costa dálmata de belleza casi hiriente, salpicada de islas como las feraces Elafiti, que se disfrutan desde la sinuosa aunque bien asfaltada carretera que sigue el curso del río Neretva de aguas cristalinas.
La presencia del Imperio Otomano ya se percibe en el precioso pueblo de Pocitelj y posteriormente en Mostar, con sus altivos minaretes del casco antiguo, y donde los estragos de la última guerra fraticida de los Balcanes se observan a cada paso con edificios ametrallados y restos de obuses. En su cementerio musulmán casi todas las lápidas marcan 1993 como año de la muerte, lo que da fe del genocidio cometido en Bosnia-Herzegovina donde murieron 100.000 personas y se desplazaron casi un millón.
Hacia Montenegro, el territorio más meridional de Croacia se estrecha y se extiende a lo largo del idílico valle de Conable donde la vegetación aparece exuberante y destacan sus altivos bosques de cipreses. Ya en Montenegro, la costa recibe el nombre de los fiordos del Mediterráneo, porque sus verticales y frondosas montañas emergen de apacibles bahías salpicadas de pueblos cuyas construcciones llegan hasta la misma orilla del mar. Muy aconsejable la vista de las localidades de Kotor, con una impresionante muralla veneciana de 4,5 km de longitud; y Budva, pequeño pueblo pescador también amurallado, donde se puede ver pasar el tiempo en una coqueta terraza encima de una playa de guijarros blancos.
Hola, trabajo para un programa de TV que mezcla gastronomia y viajes y estoy intentando localizar algún chef español que trabaje en Dubrovnik (si es catalan mejor pq es para la TV catalana). ¿Has conocido alguna allí? Gracias.
Hola, no he conocido a ningún chef español, pero te puedo facilitar el teléfono del restaurante Nautika (385 20 77 12 29) porque en él había una camarera española muy amable, que me recomendó algún otro restaurante, y seguramente podría facilitarte esa información.
Espero que te sirva, un saludo.