Dehesa de los Canónigos ha realizado una fuerte apuesta por el enoturismo en los últimos meses, un área con la que la bodega de Pesquera de Duero (Valladolid) pone en valor la arquitectura histórica y el patrimonio medioambiental de su finca. Así, en los últimos 3 meses de 2017 sus instalaciones recibieron a cerca de 400 visitantes, una cifra que Iván Sanz Cid, director gerente de la empresa, prevé triplicar en cada trimestre de 2018.
La bodega se asienta sobre una propiedad de 500 hectáreas en las que se encuentran diferentes ecosistemas, entre los que sobresalen 200 hectáreas de pinar, que suponen “un importante pulmón verde para la parte más occidental de la Ribera del Duero”, además de 60 hectáreas de viñedo certificado ecológicamente y otros cultivos que “forman un conjunto de gran importancia natural y paisajística”, comenta Sanz Cid. Esta masa forestal se conserva en perfecto estado desde hace más de 100 años y cuenta con grandes árboles que destacan por su porte, con más de 20 metros de altura y 80 centímetros de diámetro.
Asimismo, este ecosistema mediterráneo ubicado en la margen derecha del río Duero, que también cuenta con encinas, sabinas, pino resinero y quejigos, sirve de cobijo para abundante fauna y produce piñas, madera y setas. En los próximos meses, la bodega inaugurará un huerto ecológico con el fin de ofrecer experiencias gastronómicas armonizadas.
Edificio del siglo XIX
A este entorno de gran valor medioambiental se suma el edificio que alberga la bodega, una construcción de mediados del siglo XIX que ha sido conservada por la familia propietaria de Dehesa de los Canónigos para mantener su valor histórico y patrimonial. Entre las actuaciones realizadas recientemente, sobresale la inversión de un millón de euros en la remodelación de la sala de elaboración.
Se trata de una antigua nave agrícola con más de 200 años de historia, que cuenta con muros de adobe de unos 80 centímetros de espesor que se han mantenido vistos, ya que son el reflejo de la arquitectura original de la bodega. Además, durante estas obras se ha descubierto un pozo destinado a fresquera o pequeña despensa subterránea, que podría datar del siglo XIX, cuando la finca era propiedad del Cabildo de la Catedral de Valladolid.
Con esta remodelación, realizada con fondos propios, Dehesa de los Canónigos pretende también mejorar el proceso de vendimia una vez la uva llega a la bodega. Así, se ha mantenido el método de selección manual con la instalación de una mesa que garantiza la máxima calidad de los racimos empleados para la vinificación, así como una desgranadora y un nuevo sistema de remontado.
“Es una inversión en I+D basada en la eficiencia energética y la reducción de la huella de carbono, para lo que hemos tenido muy en cuenta la sostenibilidad ambiental de los procesos”, apunta Sanz Cid, que añade que los depósitos de acero inoxidable de la sala son de inferior capacidad que los anteriores para realizar microvinificaciones más exhaustivas por parcelas y tipo de suelo.
En varios idiomas
“Nuestro objetivo es que los visitantes sientan la Dehesa, vivan su historia, conozcan el viñedo y el proceso de elaboración de los vinos, los prueben y disfruten a través de la diferentes modalidades de visita que ofrecemos”, detalla el director gerente de Dehesa de los Canónigos, que añade que la oferta de enoturismo de esta emblemática bodega se ha adaptado a todo tipo de público, desde los recorridos más básicos a otros más elaborados con catas para expertos, que varían según la época del año y se realizan en castellano, inglés, francés, alemán, ruso y chino, entre otros idiomas.
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