¿Cuál es el oficio más viejo del mundo?

Por: Alberto Cagigas
Congreso de los Diputados.
Congreso de los Diputados.

De las reformas estructurales que debíamos afrontar al principio de la crisis, una de las que aún queda pendiente es la de adelgazar una administración pública diseñada en una época de bonanza que garantizaba ingentes ingresos a la maquinaria burocrática, engrasada sobre todo por la burbuja inmobiliaria. Eso se acabó hace ya casi 5 años y apenas se ha hecho nada para adaptarnos a la nueva situación económica, en la que se ha desplomado la recaudación destinada a la estructura administrativa. Los demás han hecho los deberes a la fuerza: el sector financiero se ha concentrado y, por fin, ha creado el banco malo para absorber los activos tóxicos procedentes del negocio del ladrillo, las empresas se han amoldado a la nueva demanda al desaparecer en este período más de 210.000 sociedades mercantiles y las familias se han apretado el cinturón reduciendo su consumo y aumentando el ahorro. Entonces, ¿a qué espera la Administración?

Muchos expertos consideran que el drama de España es no haber tenido una situación económica más grave para haber sido intervenida hace tiempo, como Irlanda, Grecia y Portugal. De esta forma, desde Bruselas se nos hubiera impuesto una reforma que nuestros pusilánimes gobernantes se resisten a aplicar: reducir la Administración Pública. A la hora de escribir estas líneas aún no se había decidido sobre una posible intervención suave de nuestro país, pero todo apunta a que será efectiva a lo largo de este mes en un Estado como el nuestro donde la agenda política se antepone a la económica, y así nos va.

Casta elitista extractiva de rentas

Los mercados financieros internacionales y las agencias de calificación no se creen la solvencia de España, pese a las ayudas del Banco Central Europeo y de la UE, porque aún no se ha metido el bisturí en una gigantesca administración pública que fagocita recursos, debilita las economías domésticas al tener necesidad de subir la presión fiscal y reduce la competitividad de las empresas al inmiscuirse en la actividad productiva. Los otros países apestados de la UE sí lo han hecho gracias a las condiciones impuestas por la intervención. Por ejemplo, Portugal está a punto de despedir a 40.000 empleados públicos temporales, Grecia redujo el número de ayuntamientos de 1.034 a 355 y eliminó a cerca de 25.000 cargos políticos municipales e Irlanda suprimió otros 23.500 empleos públicos. Por contra, en España apenas se han tomado iniciativas en este sentido, dándose la paradoja -por definirlo de una manera suave- de que Alemania, con 80 millones de habitantes, sólo tiene 150.000 políticos, mientras que para administrar 47 millones de españoles son necesarios 445.000 políticos. Y luego alguno se ofende cuando se les califica de casta elitista extractiva de rentas -según la perspicaz definición de César Molinas- o se les avisa de que por ese camino corremos el riesgo de salirnos del euro y volver a niveles de la España de los años 50, como advirtió, entre otros autores, el prestigioso economista vallisoletano Luis Garicano. No hace mucho, la prensa alemana publicó que España no puede permitirse “17 regiones funcionando como estados independientes, con todos los organismos multiplicados por 17, con 200 embajadas, 50 televisiones regionales en pérdidas, 30.000 coches oficiales o 4.000 empresas públicas que emplean a 520.000 personas, creadas para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos sin control ni fiscalización”.

En el último libro de Ha-Joon Chang, profesor de Economía Política del Desarrollo en Cambridge, y que sigue la estela de Stiglitz y Krugman a la hora de dar palos hasta en el cielo del paladar a un capitalismo salvaje y ultraliberal, reproduce un chiste que, no sé porqué, me recordó a la situación de España. 

“Varios profesionales debatían sobre cuál era el oficio más viejo del mundo.
Dijo el médico: -Dios creó a Eva a partir de una costilla de Adán. El oficio más viejo es el de médico.
Dijo el arquitecto: -No es verdad, lo primero que hizo fue crear el mundo del caos. Es lo que hacen los arquitectos: crear orden en el caos, luego nuestro oficio es el más viejo.
El político, que escuchaba pacientemente, sonrió y les preguntó: -Ya, pero ¿y quién creó ese caos?”.

2 comentarios

  1. Me alegra haber leido la radigrafía hecha a la “situación real” en que nos encontramos, ya es hora que alguien haga este periodismo con cifras, situaciones, y escenarios facil mente comprovables. Despues de esto ¡que!, los creadores del caos, van a consentir (por las buenas) que les hechen del sillón, si son ellos los que “en democracia” crean, dictan y usan a su conveniencia, las reglas del juego.
    Lo de repartir las dos bicicletas, nada de nada, por que bicicletas tengo yo.
    Si me permite, en estos momentos el número de políticos se ha incrementado (con las redes sociales) “cuarto poder” en varios millones, lo bueno o lo malo, en que no cobran.
    De todas las formas ¡mi enhorabuena!, hay que seguir en esa línea.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información sobre la protección de datos:
· Responsable de los datos: Ediciones La Meseta, S.L.
· Finalidad: Enviar un comentario
· Derechos: Tienes derecho a acceder, rectificar o suprimir los datos, así como otros derechos como es explica en la política de privacidad.
· Información adicional: Puedes consultar la información adicional y detallada sobre la protección de datos aquí.

Noticias relacionadas

Firma del protocolo.
Leer más

simplifica@jcyl.es

Por: Alberto Cagigas, director de Castilla y León Económica
El pasado mes de octubre, la Consejería de la Presidencia de la Junta de Castilla y León firmó…
Digitalización.
Leer más

Recursos cada vez menos humanos

Por: Alberto Cagigas, director de Castilla y León Económica
Visito una enorme fábrica de un líder agroalimentario de Castilla y León y me quedo sorprendido por su…
Ir al contenido