Debido a las peticiones de varios asistentes al acto de la entrega de los IV Premios Castilla y León Económica-ForoBurgos, reproduzco un extracto del discurso de la apertura del evento.
Buenas tardes a todos y gracias por vuestra presencia:
Os quiero dar las gracias no sólo por vuestra presencia, sino también por vuestra supervivencia. Si estáis en esta sala es porque vuestras empresas, vuestros negocios, se mantienen aún abiertos, y la tarea no es sencilla, porque sólo en los nueve primeros meses de 2010 han desaparecido de Castilla y León un total de 782 empresas, un 20% más que en el mismo período del pasado ejercicio. Este año, por lo tanto, la crisis, lejos de aminorarse, es más aguda. Fijaros bien en el dato, en sólo nueve meses han cerrado 782 empresas, lo que nos da una media de casi 87 empresas al mes, o lo que es lo mismo, casi tres empresas al día. Según esa media, este lunes, tres empresarios habrán dejado su actividad. A este dato hay que añadir que en los últimos doce meses cerca de 4.300 autónomos han abandonado su actividad en Castilla y León.
Y ¿qué pasará en 2011? Pues según las previsiones del Estado y de la Junta, en 2011 la economía de Castilla y León crecerá un 1% y la de España un 1,3%. Este alza es muy pequeño para volver a recuperar el pulso empresarial y para generar empleo, pero se trata del escenario más optimista; porque el Fondo Monetario Internacional rebaja esa cifra a la mitad al prever que la economía española sólo crecerá el 0,7%. Por eso, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, recomendó recientemente al Gobierno que tenga listo un Plan B para asegurar los objetivos de déficit, en caso de que no se alcancen las previsiones de crecimiento incluidas en los Presupuestos Generales.
La incertidumbre está ahí; y el propio Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta, reconoció ante los periodistas que esta amenaza existe. Los políticos están preocupados porque tal vez tengan que improvisar un Plan B. Entiendo su temor; ya que las empresas no sólo hemos aplicado un Plan B, sino que hemos tenido que diseñar un Plan C, un Plan D, un Plan E, un Plan F y así hasta casi agotar el abecedario.
En la actual coyuntura, los planes estratégicos y las previsiones empresariales viven en el reino de la papelera. Lo malo de 2011 no es que volvamos a tener una economía estancada, lo malo es que tal vez volvamos a asistir a un duro ajuste en las inversiones públicas que paralizará el motor de nuestra economía.
Hace justo un año celebramos la entrega de la tercera edición. ¡Hay que ver lo que hemos cambiado! Como dijo el poeta Pablo Neruda, “la misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Y es verdad.
Hace justo un año, Caja de Burgos deshojaba la margarita de las fusiones, hace justo un año la Junta contaba con un presupuesto mayor que el que tiene para 2011 y hace justo un año los empresarios todavía queríamos creer que los brotes verdes iban a inundar el secarral de nuestra economía. En un sólo año, todos hemos tenido que cambiar para poder enfrentarnos a una crisis sin precedentes.
Al principio, los gurús económicos, de los que se dice que fueron creados por Dios para no dejar en mal lugar al hombre del tiempo, nos dijeron que la crisis tendría forma de V, luego que W y más tarde que L. Pues yo la veo como una I latina mayúscula, una enorme recta vertical, porque la caída ha sido espectacular y no hay visos de que repunte. También podríamos hablar de una crisis Ñ; así, a lo español, porque en esta crisis se ha tratado a los ciudadanos como a niños; y las ñoñas medidas adoptadas ni de coña han servido para enderezar la economía.
Con el peor panorama económico posible, todavía hay intrépidos que se atreven a sacar nuevos proyectos adelante. No los tildo de locos, porque nosotros somos uno de ellos. Eso sí, espero que nos nos pase como a un dictador africano, que dijo: “estábamos ante el abismo, y dimos un paso adelante”…
No quiero terminar mi discurso sin volver a agradecer vuestra presencia en este acto y, sobre todo, que sigáis dirigiendo vuestras empresas con acierto, pues habéis conseguido llegar hasta aquí. Quiero transmitiros un mensaje de optimismo, aunque podría cargar las tintas en el negro panorama que nos espera en 2011, donde las elecciones autonómicas y municipales impedirán que se aprueben reformas estructurales necesarias, pero impopulares; donde el elevado déficit público se seguirá comiendo ingentes recursos; donde los recortes presupuestarios tal vez no hayan tocado techo; donde existe una seria amenaza de volver a elevar la presión fiscal para cuadrar las cuentas de las arcas públicas; donde el sector financiero puede dar otra vuelta de tuerca a los procesos de fusiones; y donde el paro seguirá con unas tasas muy elevadas porque una economía no crea empleo neto si no crece por encima del 2%.
He intentado finalizar mi intervención con un mensaje de optimismo, pero creo que no lo he logrado. La verdad, lo único que me hace ser optimista es saber que vosotros estáis ahí, luchando por vuestras empresas, y que habéis sido capaces de aguantar esta tormenta perfecta que lleva camino de convertise en huracán.
Decía otro poeta, esta vez César Vallejo: “yo nací un día que dios estuvo enfermo, grave”. En esta época, muchos nos acordamos del verso del universal escritor, pero hay empresarios y directivos como los premiados, que mantienen el ánimo y el ímpetu; y ese empuje se contagia a los demás.