Crecer está penalizado

Por: Eduardo Estévez
Eduardo Estévez, director de EFCL, y Pablo Isla, presidente de Inditex.
De izquierda a derecha, Eduardo Estévez, director de EFCL, y Pablo Isla, presidente de Inditex.

El reciente Congreso Nacional de Empresa Familiar ha abordado específicamente el tema del crecimiento empresarial. Parece que todos coincidimos en la línea básica argumental de la necesidad de adecuar el tamaño de las empresas a la realidad actual de los mercados. Sólo hace falta comparar la dimensión media de las pymes españolas respecto, por ejemplo, las alemanas. En nuestro caso sólo contamos con un 6,4% de empresas tamaño pyme, mientras en Alemania casi llegan al 18%.

Hasta a nivel político existe una tendencia dialéctica especialmente recurrente sobre el particular en los último tiempos. Sin embargo, una vez más, el discurso no va acompañado en la práctica. Por un lado, se nos dice que hay que crecer para ganar en productividad y competitividad, pero por otro la normativa existente limita y dificulta los procesos de crecimiento. El hecho es que, según el Banco Mundial, España ocupa el puesto número 32 en el ránking mundial de competitividad cuando ocupamos el puesto 14 en cuanto al PIB, y una de las causas precisamente lo supone el raquitismo empresarial.
 
En primer lugar, a nivel burocrático. A medida que las empresas adquieren un mayor volumen de facturación, las obligaciones normativas tienden al infinito, por lo que se hace ciertamente complicado poder -aunque se quiera- cumplir con cada una de las obligaciones formales que exigen los distintos gobiernos.

Legislación

En segundo lugar, a nivel laboral, cuanto más empleo crean las compañías, la legislación es más exigente y complicada (delegación sindical, más requerimientos administrativos, mayor exigencia de información, etc.).

En tercer lugar, a nivel fiscal el crecimiento se encuentra penalizado al poner el acento recaudatorio en los beneficios en lugar de bonificar la competitividad y la creación de puestos de trabajo; el paso a convertir la empresa como unidad de grandes empresas del mismo modo tiene una consideración diferente en el criterio de inspección fiscal. En este último sentido, para muestra, la nueva normativa del tipo mínimo en los pagos fraccionados del Impuesto sobre Sociedades para empresas de más de 10 millones de facturación.
 
Por todo ello, es posible que en la práctica las empresas se piensen si el crecer les supone uno daños colaterales tan importantes que incluso diseñen una estrategia de defensa legal por encima de los argumentos naturales del mercado. O incluso en algunos casos toman decisiones contranatura para evitar estas penalidades a través de la creación de nuevas empresas que diluyan las obligaciones de una gran empresa.
 
Por lo tanto, mi conclusión es que la legislación actual no sólo no facilita el crecimiento sino que lo limita y en muchas ocasiones incluso lo dificulta. Desde la asociación de Empresa Familiar de Castilla y León pensamos que las empresas familiares con trayectoria y liderazgo en su sector pueden generar empleo de calidad y con cierta rapidez, en caso de que encuentren un plan de estímulo al crecimiento. Por ello se hace necesario, ineludible, que el discurso político favorable a este posicionamiento vaya acompañado de una legislación alineada con el objetivo. No podemos competir si no crecemos; no podemos crecer si la ley dificulta el crecimiento y, en consecuencia, la creación de empleo.
 
De lo contrario, seguiremos siendo un país con excesivas empresas pequeñas, con dificultades para afrontar los retos tecnológicos, financieros, internacionales y de atracción de talento que nos exige un mercado cada vez más globalizado; y en España casos como el de Inditex serán una admirable excepción.

3 comentarios

  1. Excelente artículo Eduardo.
    Este tipo de reflexiones compartidas, deberían hacer reaccionar a algún político. Pero me temo que soy demasiado ingenuo y se centren solo en lo importante para ellos que es lo que diga o calle el del escaño de detrás.
    De todos modos felicidades y gracias por ser el Cid Campeador de la empresa

  2. Muchas gracias por su comentario. Pienso que desde la sociedad civil hemos de ser más organizados y reivindicativos con los gobiernos. Todos a una no habría un Cid Campeador sino un ejército. Saludos.

  3. La llamada democracia directa supone una amenaza, a mi modo de ver, para el estado del bienestar, e incluso para la democracia. El marketing; la manipulación; el sentimiento de tribu; el arte de enfrentar a los ciudadanos y aprovecharlo para la propia causa; el juzgar el mensaje no de modo objetivo sino descalificando al mensajero…todas esas cosas nos alejan de la necesaria reflexión y de la verdad.
    Pero ya que son el sino de nuestro tiempo, agradezco este tipo de artículos que nos permiten a todos formarnos una opinión con un poco más de criterio. Gracias.

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